Capítulo 46

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— ¡¿Qué mierda haces aquí, Shoto?!

Lejos de una cálida bienvenida —aunque debía admitir que no la esperaba— el bicolor fue recibido por el grito del cenizo preocupado y angustiado.

Bien, Todoroki no esperaba menos de su amado. En realidad, sería preocupante si Bakugou se alegrará de verlo en Ribereta.

—Vine a ayudarte —dijo bajándose del caballo y creando hielo rumbo hacia el tanque para romperlo.

¡Alfil, atacarlo!

La voz fuerte hizo que el bicolor temblará por un segundo y si no fuera por sus rápidos reflejos, una espada lo habría cortado en el pecho. Dio una vuelta para sacar la suya y alzarla contra Shinsou, quien se notaba estaba luchando contra la subyugacion del emperador de Ribereta.

—Todo...Todoroki...—gruño el de cabello purpura alzando la espada —No quiero...esto.

—Lo sé, Shinsou —mantuvo una postura defensiva —Por eso, intentaré no hacerte daño.

Sus espadas chocaron nuevamente, haciendo un ruido fuerte y estruendoso, interrumpido solamente por el ruido del agua llenando cada vez más y más el tanque.

Katsuki forzaba sus manos para intentar romper los grilletes pero era en vano, las habilidades de Hitoshi con la espada eran aterradoras y si no fuera porque Shoto practicaba esgrima desde que aprendió a caminar, su cabeza ya no estaría sobre su cuello.

Maldición, sin Kaminari la subyugacion del emperador es mucho más poderosa, ¡no puede usar el enlace al no estar presente!

Todavía si estaban casados, la subyugacion hecha al de ojos amatistas solo disminuyó un poco. La misma sacerdotisa Inko se los había dicho, tendría que seguir obedeciendo al emperador aunque podría resistirse un poco más. Y eso mismo estaba haciendo al luchar contra el cuarto príncipe, aún si lo atacaba, no era letal.

Pero no podría seguir así por mucho tiempo.

—Alfil Shinsou, mátalo —ordenó el emperador —De una vez. Acaba con él.

El monarca sintió su corazón paralizado cuando ante el poder de la subyugacion, los movimientos del alfil empezaban a ser más certeros y letales.

— ¡Shoto, vete, huye! ¡No puedes ganarle! —gritó sintiendo como el agua empezaba a entrar por su boca — ¡Corre...! ¡Cough! ¡Hemm!

— ¡No, Bakugou! ¡Bakugou!

El tanque se había llenado por completo. El cenizo podía sentir el agua fría invadiendo sus pulmones y sus ojos ya no podían ver la batalla delante suyo, poco a poco la desesperación por aire lo hizo abrir la boca e irse ahogando.

Por un segundo, se pregunto porque sus muertes debían estar ligados a los elementos. Primero, el fuego que purifica el alma. Segundo, el agua que limpia el cuerpo.

¿Acaso nunca podría tener una muerte tranquila?

No, no quiero morir. Quiero vivir, aún me quedan cosas por hacer, no quiero morir. No quiero. No ahora. No hoy. No por culpa de este maldito y desquiciado emperador.

El monarca exhaló una última vez y sus ojos se fueron cerrando, cayendo en una inconciencia helada que lo hizo estremecer.

El monarca exhaló una última vez y sus ojos se fueron cerrando, cayendo en una inconciencia helada que lo hizo estremecer

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