— ¡Es mí padre, maldita sea! ¡Les ordenó que me dejen pasar! ¡Háganse a un lado!
— ¡Príncipe, por favor, calmase!
— ¡Es peligroso para usted!
Bakugou los ignoro, vivió dos años de guerra y una noche en el infierno, unos débiles guardias no iban a impedirle lo que quería y lo demostró cuando los arrojó a costados opuestos del pasillo, para después tumbar la puerta de la habitación a la cual no querían dejarlo entrar.
El olor de la sangre le invadió la nariz de forma horrible, el piso blanco pareció burlarse de su malestar y cuando alzó la cabeza, se preguntó porque no permitió que los guardias lo alejaran de aquella escena horripilante.
—Kat...suki...no deberías estar aquí.
El cenizo sintió un nudo en su garganta, aunque Masaru nunca fue la imagen del guerrero poderoso e invencible, lo que tenía ante él apenas era una sombra de lo que fue su padre. El hombre que lo crío, quien lo llevaba en sus hombros para hacerlo sentir alto e intervenía a su favor cuando se peleaba con su madre.
Ahora, no tenía cabello, las escamas blancas cubrían cada centímetro de su piel, líquido blanco y rojo saliendo a los menores movimientos del hombre recostado en la cama.
Katsuki apretó el puño derecho de la mano que le quedaba, acercándose hasta el borde de la cama, los ojos marrones de su padre le vieron con preocupación, algo que le hizo querer gritarle que debería guardarse eso para sí mismo y no para él.
— ¿Por qué mierda no me avisaron de esto? ¡Pude haber hecho algo! —gritó enfadado e impotente — ¡¿Por qué carajos no tiraron mí puerta abajo y me ordenaron salir?! ¡Ahora es muy tarde! ¡Es jodidamente imposible salvarte!
Masaru se quedó callado, como si buscará las fuerzas para que cuando le hablará, fueran las palabras justas y necesarias.
Porque serían las últimas que podría decirle.
—Mitsuki...se sentía culpable de dejarte liderar la guerra...eso...solo alimento la ira dentro de ti...ya que aún si Endveador desaparece...Izuku-chan no volverá con nosotros y...solo te quedaron esos resentimientos. Y ahora que también perdiste a Eijirou...no quisimos molestarte...con algo que pensamos podríamos resolver nosotros...
El de ojos rojos sintió un nudo en su garganta formarse pero se negó a derramar lágrimas.
—Katsuki...me...hubiera gustado...pasar más tiempo contigo...todavía...eres tan joven...
—...Cállate, ya no hables —apretó aún más su puño, sintiendo sus uñas clavándose en su piel —Estaré bien, viejo, lo estaré.
El antiguo rey le sonrió dolido, le hubiera gustado que su muchacho pudiera desquitar su dolor llorando, pero no parecía que eso fuera a pasar. Quería mostrarse duro por él, para que no sintiera remordimientos por tener que dejarlo.
Pero, ¿cómo podría no sentirlos cuando su muchacho apenas tenía veinte años?
—...Te amo...hijo...eres...
Bakugou alzó la cabeza ante el inquietante silencio, solo para encontrarse con ese par de amables ojos cafés viéndolo pero sin rastros de vida y tan similares a los de Midoriya, que sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Tuvo que salir de la habitación y correr en dirección al castillo, necesitaba ver a su madre, asegurarse que ella estaba bien.
Aunque, dentro suyo, sabía que si Mitsuki no había estado con Masaru en sus últimos momentos, era porque directamente ella tampoco debía estar en este mundo.
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Reiniciar [TodoBaku]
Fiksi PenggemarKatsuki Bakugou se mezcló con el color rojo de su capa, su corazón murió años atrás con aquel primer evento que marcó su vida y su mente torturada no dio espacio a la misericordia. Peleó, peleó y peleó, lo apodaron el príncipe en busca de la sangre...