Capítulo 33

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— ¿Felicidades?

Bakugou iba camino a su habitación a descansar, por orden de su madre y porque la poción de Uraraka había perdido su efecto, haciendo que su cabeza doliera horriblemente. Por coincidencia, se topo con Shinsou y Kaminari y como la sacerdotisa le menciono de forma vaga que había llevado a cabo el matrimonio de sangre entre ellos ayer, lo primero que salió de sus labios fue aquello.

Aunque dudo bastante ya que ninguno de los dos parecía ser la pareja habitual de felices recién casados.

—Agradecemos las bendiciones por parte del hijo de los dragones —recitó el rubio con una leve sonrisa — ¿Eso es lo que debía decir no? Lo leí en un libro.

—Sí, aunque es bastante antiguo —aceptó el cenizo y luego recordando ciertas cosas que debía resolver, agrego con cansancio —Ojeroso, necesito hacerte unas preguntas. Pasa a mí habitación. Te puedes unir si quieres, Kaminari.

El rubio dudo por un segundo pero al ver que el de ojos amatistas estaría bien con el monarca, que no le haría daño alguno, declinó la propuesta y siguió su camino original, rumbo a las cocinas a hacerse un desayuno.

El de ojos rojos dejo la puerta abierta para que el contrario pudiera pasar y cuando la escucho cerrarla, se tiró en la cama, de espaldas y con un brazo sobre su cabeza.

—Está mierda será rápida, necesito dormir —aseguró el cenizo más para sí mismo que su acompañante — ¿Qué aspecto tiene el emperador de Ribereta? ¿Y qué tanto sabe sobre Izuku?

—Tiene cabello albino y ojos grises, una cicatriz en horizontal a mitad del rostro, como si lo hubieran cortado con una espada. Alto y robusto, en sus cuarenta años o cincuenta, no estoy tan seguro pero debe ser muchísimo más viejo —describió lo mejor que pudo el de cabellos purpura —En cuanto a Midoriya, él no sabía nada de ella, exceptuando su nombre y que era hija de la sacerdotisa Inko Midoriya de Hinokoku. No tenía la menor idea de su aspecto y yo le inventé uno diferente que se creyó, para evitar problemas futuros.

El monarca frunció el ceño pero se relajo al saber que su amiga estaría segura del emperador. Mientras no supiera como se veía, no podría hacerle daño.

Aunque le seguía pareciendo extraño lo del aspecto. Tomura Shigaraki tenía cabello celeste pálido y ojos rojos, hasta donde recordaba.

Una puta cosa a la vez. Primero Deku, después el maldito emperador.

— ¿Te dio alguna razón por la que la quería muerta? —cuestiono por último.

—El emperador no es de dar razones. Él dice, yo hago. Es lo que pasa con la subyugacion, el preguntar un porqué no pasa por mí cabeza directamente —explicó el de ojos amatistas soltando un leve bufido —Pero unas cuantas cosas que dijo me hacen creer que pudo haber sido una venganza. Porque pregunto si Midoriya tenía cabello rubio u ojos azules, como si buscará señales de parentesco con otra persona que debía ser el blanco de su enojo.

¿Cabello rubio y ojos azules? ¿Cómo Yagi Toshinori? ¿Qué mierda puede tener esté emperador contra él?

Katsuki suspiro. Tenía muchas cosas en las cuales pensar, repasar y analizar.

Pero lo haría cuando no estuviera enfermo y sintiera un dragón destruyendo su cerebro.

— ¿Puedo saber porqué Hawks está aquí? —eligió preguntar el más alto ante el momento de silencio del cenizo —Es un verdugo de Ribereta. Si él le dice al emperador que Denki y yo estamos aquí, nos matará.

—De Kaminari me encargo yo, ya te lo dije. Lo protegeré —le recordó el monarca su promesa en el bosque del reino de la nieve —Y está de nuestro lado, un tema jodidamente complicado que no pienso explicarte ahora, pero mí vieja o Inko-san podrían darte detalles.

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