Capítulo 23

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Luego de la charla con Aizawa, Todoroki se dirigió hasta el pasillo donde había dejado a Bakugou. Ya casi seria hora de la cena y el cenizo debía tener alimento en su cuerpo, no sabía cuánto tiempo había pasado sin comida en su sistema antes del ataque al campamento de esclavos.

El castillo de hielo era bastante silencioso, escalofriante y hacía honor a su nombre, ya que incluso con su magia que mantenía su temperatura corporal templada, podía sentir cierto viento helado a su alrededor.

Sinceramente, lo odiaba. No era como la magia fría pero cálida de sus familiares. La nieve que podía crear Rei, las ondas de viento frío de Fuyumi o las creaciones de hielo de Natsuo. Era un tipo de frío que le cerraba la garganta, que lo sofocaba y lo arrastraba muy lejos de una cálida fogata.

Sin pensarlo, el bicolor tocó la puerta más fuerte de lo que quiso, esperando que la persona al otro lado saliera rápidamente para espantar el fantasma del frío que lo rodeaba. Y así sucedió, el monarca abrió la puerta con un leve ceño fruncido y menos ojeras que las que había visto antes.

Por algún motivo, se sintió relajado, tranquilo al verlo despierto.

Y cálido. Muy cálido cuando vio aquellos ojos rojos como los rubí, pese a que éstos lo miraban con cierta molestia por haber perturbado su descanso.

—Buenas noches, Bakugou —lo saludo con amabilidad —Me alegra ver que descansaste bien.

—Tampoco es como si me hubieras dejado otra maldita opción —bufó molesto el de ojos rojos y el contrario no respondió, manteniendo un rostro inocente que le hizo gruñir — ¿Ya es hora de la cena?

—Sí, vamos a...

— ¡S-Su alteza Shoto! ¡¿Podría darme un segundo de su tiempo?!

Ambos príncipes voltearon hacía la persona que les había interrumpido, una a la cual ni notaron acercarse hasta ellos en medio del pasillo. Se trataba de una sirvienta, con un vestido largo negro y mandil blanco como uniforme, cabello castaño largo hecho una trenza y ojos avellana, piel pálida y un acento elegante.

Bien, corrección, no podía tratarse de una simple sirvienta. Debía tener un título más alto al ver lo prolijo de sus vestimentas y postura derecha. Cómo una dama de compañía.

Shoto pensó en algunas de las hijas mayores del rey Jiro a quien aquella señorita servía y supuso que buscaba hablar a favor de sus amas o quería que él fuera a hablar con ellas. Le dio una mirada de lado a Katsuki quien se encogió de hombros en señal que no le importaba esperar en lo que conversaban.

—Si tienes algo que decirme, puedes hacerlo aquí —decretó el cuarto príncipe y agrego con sospecha — ¿Quién te mando?

De acuerdo, el príncipe bebé tiene cero en trato con la servidumbre. Aunque no tengo ni derecho a juzgar esto.

El de ojos rojos suspiro irritado, la postura del bicolor era demasiado recta, su voz muy gruesa que inspiraba miedo y junto con su mirada fría había logrado inyectar miedo a la dama, haciendo que se encogiera sobre sí misma y le temblará el labio inferior, atemorizada de volver a hablar por no saber cómo podría reaccionar.

Un completo fracaso en cuanto hacerla sentir cómoda para que siguiera hablando.

—La asustas, idiota —golpeo el pecho del más alto y miro hacía la femenina — ¿Cuál es tu nombre? Yo soy Bakugou Katsuki, de Hinokoku.

No menciono su título para no causarle más pánico. Si ya estaba nerviosa y alterada por el príncipe frío de Endveador, sumarle otro y de un reino supuestamente salvaje no ayudaría a calmarla.

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