Capítulo 11

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Bakugou miro con atención los cadáveres, eran dos hombres adultos, musculosos y grandes. No parecían haber tenido una pelea pero los cuchillos clavados en sus cuellos marcaba algo distinto.

Le molestaba aquella precisión en la escena pero no podía seguir viendo, tenia que buscar a Midoriya. Había encontrado su ropa y algo de sangre en una esquina de la iglesia, lo que le hizo enfurecer pero no había nada más. Ni un rastro.

—...Blasty —murmuro una preocupada voz detrás suyo —Siento el olor de Izuku y alguien más viendo por ahí.

Kirishima también podía sentir un olor más, ese desagradable de la persona que estuvo en las cercanías de la casa, pero lo omitió para buscar a la femenina.

Todoroki también había entrado a la iglesia, buscando a su hermano y la pecosa, viendo cómo la expresión angustiada del cenizo pasaba de la desesperación a la ira y nuevamente, a la desesperación.

En su interior, le dolió que hacía unos cortos momentos, esta misma persona había estado con él en el festival de otoño, mirando precios con curiosidad inocente, probando la comida y peleando con un mercader.

—Guíanos —ordenó el monarca hacia el metamorfago.

El pelirrojo asintió y fue hasta el confesatorio de la iglesia, cuya puerta de entrada estaba abierta hacia el túnel subterráneo. Él inhaló el aroma a pasto y tinta que tenía la pecosa impregnado, junto con el olor quemado de la otra persona junto a ella y lo siguió por el túnel, dio unos giros en algunos puntos pero finalmente llego a un punto muerto.

El aroma había desaparecido en ese lugar.

Eijirou se agachó, tocó la tierra con su palma y cerró los ojos, intentando recrear la escena en su mente en base del aroma.

—Izuku y la persona que estaba con ella se detuvieron aquí, junto con dos individuos más —dictaminó el pelirrojo —No parece que halla sido herida de fatalidad, el olor de su sangre no es tan fuerte. Debería...estar bien.

—Debería...—mascullo furioso el cenizo, tomando sus cabellos y tirándose hacía atrás — ¡Debería pero no lo sabemos! ¡Mierda! ¡Jodida mierda!

Shoto observo al cenizo desmoronarse y quiso acercase a él para darle consuelo, también estaba preocupada por la femenina y mucho más por su hermano mayor, pero su forma de expresarlo era diferente. No podía gritarlo pero sus manos y piernas temblaban, no podía demostrarlo en su rostro la angustia que sentía pese a que desbordada dentro suyo. E intento acercase a el más bajo para que viera que estaba ahí pero todo lo que consiguió fue un par de ojos rubíes viéndolo con ira y termino siendo empujado contra una pared.

— ¡Blasty! ¡Cálmate! —pidió el pelirrojo viendo las claras intenciones de el cenizo de golpear al contrario — ¡Blasty!

Katsuki lo ignoro, cegado por el enojo e impotencia que sentía, tomo por el cuello al cuarto príncipe, pensando que si no fuera porque él busco la ayuda de Izuku, nada de esto habría pasado. Ella no estaría en peligro. No le habría ocurrido nada.

Estaría bien. A salvo.

Sin embargo, cuando vio que el menor no hacía siquiera el esfuerzo por defenderse y sus ojos de color azul y gris le miraban fijamente, siendo tan claros como siempre —o como desde que cambio lo que pasó originalmente— al verlo, supo que sin importar cuánto lo intentará, no podía culparlo.

Porque ya se había pasado toda una vida anterior culpando y culpando a Shoto Todoroki, a su familia y no podía hacerlo más. No era el mismo adolescente que se dejó cegar por sus emociones en el pasado, debía pensar con la cabeza fría el asunto y buscar una solución.

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