No podía salir del castillo. No se atrevía a recorrer los pasillos de aquel lugar sin la compañía de su fiel y más leal compañero.
Cuando volvió de aquella maldita expedición sus ciudadanos preguntaron por los hombres que lo acompañaron, las esposas preguntaron por sus maridos y los padres por sus hijos. Al verlo volver cojeando, lleno de sangre, con un espacio vacío a su derecha donde siempre hubo un guerrero dispuesto a protegerlo, las conclusiones salieron a relucir.
Katsuki no negó sus palabras. "Cobarde", "asesino", "insensato". Estaba cansado, el brazo derecho que habia perdido a manos del desgraciado Shoto Todoroki le dolía extrañamente y su capa roja tenía tanta sangre que se le hacía desagradable. Ordenó a los guardias tratar con la muchedumbre dolida y él se retiró al castillo, a su habitación.
Cerro con llave la puerta y con un candado las ventanas. No abrió sin importar que tanto su madre lo amenazo o su padre rogó. Quiera estar solo.
Quería devuelta a Eijirou. A Izuku. A sus hombres que lo siguieron a una muerte segura. Quería volver atrás y golpearse por no revisar el territorio, por hacer a los metamorfagos volar en pleno mediodía siendo tan arrogante como para creer que nada pasaría.
Pero como no podía hacer eso, entonces quería estar solo y hundirse en su miseria.
El tiempo pasó en un vaivén lento, sin idea de cuánto realmente llevo encerrado por su propia voluntad, viendo atardeceres y amaneceres por las ventanas. Los sirvientes le dejaban comida, apenas la tocaba, demasiado acostumbrado a un bajo consumo como para volver a comer de manera abundante.
El día que decidió salir, no lo hizo porque se sintiera mejor, o porque hubiera dejado de pensar en Kirishima o no tuviera pesadillas con la imagen de Midoriya en la capital de Endveador. Salió ya que creyó que estaba pasando los límites de ser un hijo de mierda y que debía, al menos, ver a sus padres una vez.
Luego, podría encerrarse todo el siguiente mes, hasta que el ciclo de culpa se repitiera.
El menor de los Bakugou se movía por el castillo como un rezagado, evitando ver los lugares que le traían malos recuerdos y sintiendo dolor en su pierna izquierda cada vez que pisaba el duro suelo. Esperaba hallar a sus padres rápido, escuchar otro regaño e irse.
Sin embargo, eso no fue lo que se encontró.
Los sirvientes tenía otra ropa. Una muy abrigada para su clima caluroso, tapados de pies a cabeza, caminando lento y tosiendo por los rincones del castillo.
¿Por qué estarían vestidos de aquella forma? Se veían muy raros pero ellos lo miraban como si fuera él quien estaba fuera de lugar.
— ¡Su alteza! ¡Por favor, póngase esto! ¡Rápido!
El cenizo giro la cabeza, un sirviente mayor le mostraba su capa roja, limpia, pero él podía seguir viendo la sangre en su tela. Eligió ignorar eso y tomarla, ponérsela sobre lo hombros para luego mirar al sirviente.
— ¿Dónde están los ancianos? —quiso saber refiriéndose a sus padres.
—Ah...e-eso bueno, la reina...se ha estado sintiendo mal y se quedó en su alcoba, no le conviene verla —tartamudeo nervioso el sirviente —En cuánto al rey, no esta en el castillo.
— ¿Y dónde carajos esta? ¡Contesta!
El sirviente tembló, el monarca gruño y se llevó una mano a la cabeza. No quería ser de esa forma, pero le molestaba la manera de hablar que tenía el hombre y el hecho que pareciera estarle ocultando algo tampoco le agradaba. Además, que ver a toda la servidumbre vestida de aquella forma le tenía los pelos de punta.
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Reiniciar [TodoBaku]
FanfictionKatsuki Bakugou se mezcló con el color rojo de su capa, su corazón murió años atrás con aquel primer evento que marcó su vida y su mente torturada no dio espacio a la misericordia. Peleó, peleó y peleó, lo apodaron el príncipe en busca de la sangre...