Capítulo 30

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[Capítulo dedicado a @Andyes98 ❤️]

—De ser culpa de la bruja del bosque, sí, debe ser ella.

La taberna de Little Green lucía decente y las cervezas que vendían eran buenas, la mayoría de los hombres del pueblo se juntaban en ese lugar antes de partir a sus hogares junto sus familias y los viajeros pasaban por ahí para preguntar por distintos alojamientos mientras comían.

Kirishima fue quien sugirió que fueran a preguntar ahí sobre la ubicación de Bakugou. Con Todoroki usando una capa cubriendo su rostro para que nadie le reconociera —el pueblo quedaba cerca de la capital, la mayoría debía saber que el cuarto príncipe tenía cabello bicolor y ojos heterocromáticos, junto con una cicatriz en el lado izquierdo del rostro— en el lugar, entraron fingiendo ser un par de amigos perdidos, en busca del tercero de ellos que se habia llevado un caballo negro y portaba una capa de color rojo.

El tabernero y unos cuantos más no tardaron asociar esa descripción con el joven que había venido durante la tarde, de aspecto perdido y cansado que bebió hasta que unos viejos le dijeron que se detuviera y fuera a descansar. Algo que el chico de cabello cenizo y ojos rojos no tomo a mal pero que igualmente ignoro y siguió bebiendo como si estuviera en un oasis después de cruzar el desierto.

—El chico se fue muy tarde aquí, muchachos. Ebrio como un viejo experimentado, ¡ya que salió caminando por su propio pie cuando creíamos que deberíamos cargarlo! —narró con entusiasmo el tabernero —Lo ví desde las ventanas del local, tomo a un caballo negro con manchas blancas cual vaca y se fue por el sendero que da al bosque. La bruja debió haberlo visto, joven, atractivo, fuerte. No dudaría que usará sus encantos para llevárselo hasta las entrañas del bosque y quitarle el corazón.

— ¡Las brujas son viles! ¡Por eso son mujeres!

— ¡Un demonio en cuerpo de mujer eso son!

El cuarto príncipe vio que el metamorfago apretó ligeramente los puños y dio un tosco gracias para luego salir de la taberna, con el más alto pisándole los talones.

— ¿Estás bien, Kirishima? —le pregunto cuando era obvio que algo estaba realmente mal con el amable metamorfago para que reaccionar así.

El pelirrojo se detuvo, notando entonces que estaba junto él y se vio avergonzado por irse deprisa pero el más alto no estaba molesto. Quizás era difícil notarlo cuando su rostro no mostraba tantas expresiones pero al convivir tanto con él, podía ver los leves vestigios de preocupación y curiosidad.

Eso lo hizo calmarse y sonreírle, pasando una mano tras su nuca para quitar la molestia que le quedaba.

—Los metamorfagos también somos vistos como demonios, ¿sabes? Incluso en Hinokoku, ciertas religiones creen que somos un insulto a los dragones y no parte de su linaje —le contó el pelirrojo —Por eso, al pensar que hablan así de una mujer cuya única culpa es poseer magia y no ser hombre, me molesta mucho.

Shoto asintió de forma compresiva. En Endveador, como en muchos lugares, se tenía  a las brujas como que eran símbolos de mal, demonios en la tierra y que su destino era morir para evitar futuros problemas. A diferencia de los magos, las brujas tenían otras creencias y pensamientos, por eso se les rechazaba tanto y en los lugares más religiosos, se les mandaba a la hoguera.

Era algo terrible que se intentaba detener dentro de la capital y que Fuyumi intentaba erradicar al meterse con la iglesia del Dios Sol, al ser una tan buena samaritana y un ejemplo de creyente, era fácil para ella susurrar en los oídos de los clérigos sobre la compasión y el perdón.

Aún así, era complicado.

El bicolor desvío la vista hacia el establo donde el tabernero menciono que estuvo su caballo y vio distintas huellas mezclándose con la nieve, teniendo el vago presentimiento de que deberían seguir las que estaban desapareciendo y se dirigían en dirección al bosque.

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