El heredero.

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—Repite porqué lo hiciste —demando el de ojos rojos sin creer haber escuchado bien lo anterior.

—Porque Kota es lindo y se parece mucho a ti.

Katsuki reprimió un gruñido y alzó la cabeza, viendo hacía el cielo nocturno de Hinokoku, preguntándose porque en una ausencia de dos horas donde solo fue a Endveador, a ver cómo iba Touya con eso de los derechos de las criaturas de Kyodaina Jigoku —porque dentro de esos derechos, entraban los metamorfagos de su reino— paso tal evento drástico.

Su esposo adoptó un niño.

Pero no un niño cualquiera, era nadie más y nadie menos que el problemático niño rescatado por los Kendo de esclavistas extranjeros —a eso dedicaba la familia ahora, a acabar con los esclavistas y traficantes de metamorfagos por mano propia— hacía dos meses, Kota Izumi.

Shoto al ver lo irritado que estaba poniendo a su cansado esposo, se dejó de juegos y se paró de la cama para ir hasta su lado, rodeándolo con un brazo para atraerlo a su cuerpo y acariciando su cabello. Lo sintió relajarse en una fracción de segundo.

—Fue impulsivo. Estábamos en el patio, con Kendo, Kota y unos guardias entraron corriendo. Al parecer, se enteró que lo querían dejar en un templo de Sei Ryu, uno que cuidaba niños huérfanos y no le gustó la idea, ni un poco —contó el bicolor recordando el momento tenso —Le reclamó a ella que quería deshacerse de él porque era una molestia. Y se veía bastante triste pese a decirlo a los gritos, por eso intervine diciendo que lo adoptaría para evitar que fuera al templo.

El cenizo proceso las palabras de su esposo y asintió, apoyándose en su hombro, dejándose posteriormente guiar a la cama y acostarse. Ambos ya tenían treinta años y pese a que los niños era algo en que pensaban, no sabían que también funcionaría.

Es decir, los dos eran un desastre con los niños. No había ni un poco de conexión entre ellos.

¿Cómo podrían cuidar a uno que para empezar era tan salvaje como Izumi, pese a tener sus razones para serlo?

— ¿Dónde lo pusiste? —quiso saber antes de quedarse dormido.

—Kendo menciono que estaba más cómodo en habitaciones pequeñas, porque eran familiares a las que usaban los esclavistas —respondió el bicolor —Le asigne una así, pero con ventanas grandes. No me agradaba la idea de que se sintiera encerrado.

—Buena elección —felicito el de ojos rojos —Mañana iré a hablar con él.

—Katsuki, la adopción no está hecha, lo sabes, ¿no? No podría hacerlo sin ti, en los papeles necesitaría tu firma —menciono el bicolor —Pero...Kota realmente me parece lindo y es muy parecido a ti.

El rey bufo y busco refugio en los brazos ajenos, intentando transmitirle que pese a que no estaba a gusto con lo apresurado de la situación, tampoco la odiaba.

El rey bufo y busco refugio en los brazos ajenos, intentando transmitirle que pese a que no estaba a gusto con lo apresurado de la situación, tampoco la odiaba

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—No muerde, Mu es bueno. Está algo viejo pero sigue siendo muy fuerte.

Aquel día, el rey organizo su agenda para tenerlo libre y que nadie lo jodiera. Sus padres estuvieron más que curiosos por la adopción que hizo su yerno pero prometieron mantenerse al margen hasta que necesitará algo.

Bien, ese "algo" que necesitaba y quería era algo de confianza en que Izumi no saldría corriendo del castillo a la menor oportunidad.

Estuvo con esclavistas, en cierto modo, se comporta bastante normal.

En lo que Todoroki seguía intentando pacientemente que el pequeño azabache de siete años se acercaba al caballo, Bakugou hizo todo lo contrario, directamente lo tomo de las axilas y lo puso sobre el lomo del gigante animal.

Inmediatamente, los ojos ónix del niño brillaron e incluso sonrió un poco.

— ¿Qué se siente ser alto, pulga? —se burlo el rey ante la emoción del infante.

—Agarra las correas, puedes caerte —aviso el bicolor.

Kota obedeció más tranquilo de lo que la pareja espero y pese a que su comportamiento era problemático la mayoría del tiempo, al estar encima de Mu se volvió muy obediente. Quizás porque estaba fascinado por la experiencia y eso ocupaba parte de la energía que podría usar para causar problemas.

El bicolor guió al caballo por los caminos más sencillos del patio, con el niño empezando a soltar leves risas y el cenizo les siguió, viendo atentamente cada vez que el menor se iba de lado, solo por si tenía que llegar a agarrarlo. El paseo concluyó cuando el viejo Mu no pudo moverse más y el rey regente bajo al niño del cabello.

Izumi tenía un ligero puchero pero no exigió más y a modo de agradecimiento —o eso percibieron los esposos— le dio a el caballo una manzana roja, pese a que se notaba que tenía miedo de ser mordido.

—Valiente, ¿eh? —bufo el de ojos rojos.

—No estaba asustado —negó el niño pese a que se alejo del cabello comiendo.

—Claro que no —se rió el cenizo — ¿Ya tienes hambre?

El azabache negó con la cabeza pero el bicolor insistió en que tendrían un buen almuerzo y eso pareció convencerlo, cuando se dirigieron a el castillo para ir a comer, Shoto pudo sentir como tomaba su mano débilmente, girando la cabeza para que no lo viera sonrojarse.

Al parecer le agrada Shoto.

Katsuki no podría culparlo por eso. Entre alguien amable y alguien que se burla de ti, siempre sería preferible la primera opción, ¿no?

Pero aún así, el niño volteo a verle y le saco la lengua al notar que se estaba quedando atrás en el campo verde.

— ¡Date prisa, viejo! ¡O no quedará comida para ti!

El cenizo chasqueo la lengua pero termino sonriendo, sintiendo una calidez muy agradable en su pecho cuando alcanzó a su esposo quien le sonrió y el niño le dio la mano que le quedaba y juntos caminaron hasta el castillo.

Shoto y él lo supieron sin necesidad de palabras en aquel momento, ese niño, era su heredero. Su hijo.

Y con él, su felicidad estaba más que alcanzada.

Fin.

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