Capítulo 39

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Shoto no entendía dónde estaba, solo que no era un sueño por mucho que así lo sintiera.

—Es el único "buen recuerdo" que tengo con Bakugou. Míralo bien.

El bicolor volteó hacia su derecha, viendo por primera vez con nitidez la forma de la voz que escuchaba en ocasiones.

Era él mismo, un poco mayor, quizás veinte años. Con una cicatriz en el ojo derecho, vestido como un rey, sus manos manchadas de sangre y una expresión dura hacía adelante, a la escena que debía ver.

Bakugou estaba delante suyo, los dos eran jóvenes, pero sus expresiones eran muy distintas. Nunca había visto al monarca de Hinokoku tan molesto, ni Kirishima parado a su lado parecía hacerlo sentir en calma. Y él se veía...tan inexpresivo como siempre pero sus ojos reflejaban que no quería estar en esa situación.

¿Dónde estaban en primer lugar? Parecía el puerto de Endveador. Había una flota de barcos con las banderas de Hinokoku y nadie de su pueblo a la vista, como si todos se hubieran refugiado detrás de la guardia imperial a lo lejos.

Habla de una puta vez, cuarto príncipe. Tú pediste está reunión.

El más alto se vio a sí mismo asintiendo, como si estuviera avergonzado de incluso estar delante del cenizo y ni pudiera verlo a los ojos, aunque se esforzaba en mantener el contacto visual.

Lo cual era una mala idea, si es que los agudos ojos rubíes cada vez más furiosos se podían considerar una pista de que el monarca sabía que le estaba por mentir en la cara.

—Mí hermano mayor, Touya Todoroki, ha muerto. Quiero pedir humildemente unos días de armisticio a Hinokoku para que podamos velarlo correctamente en la capital.

La expresión de Katsuki en el recuerdo paso de molestia a ligeramente desconcertada para después poner la dureza de antes en su lugar y mirar fijamente su otro yo.

— ¿Cómo murió?

Envenenamiento.

Para el cuarto príncipe fue fácil deducirlo.

Bakugou no le creyó.

Y, sin embargo, la hostilidad de antes no se mostró.

— ¿Murió?

Dejando de lado el "cómo", parecía querer una simple confirmación y un par de emociones se filtraron en el rostro de su recuerdo, tristeza, aflicción, pena.

—Sí, murió.

El monarca de Hinokoku asintió lentamente y se dio la vuelta.

—Que los dragones antiguos lo guíen en su viaje al otro mundo.

Tanto el bicolor como su recuerdo se vieron desconcertados por la extraña frase, hasta que Eijirou quien acompañaba al cenizo, se puso delante suyo y hablo con firmeza.

—El príncipe Katsuki le dio el pésame. El armisticio será de una semana. Después, se hará el avance.

—Oh...dele las gra...

Sus palabras se detuvieron y el recuerdo desapareció pero pudo ver por un momento su boca cerrarse, su expresión distorsionada, su cabeza agachada en lo que el guardián se alejaba junto con el monarca y una de sus manos extenderse, para luego volver a su lugar.

¿Quiso agarrarlo? No lo sabía, la escena se esfumó muy rápido.

Todoroki ahora se encontraba de pie en una iglesia, cuya imágen conocía bien y no pensaba ver, así que se quedó mirando hacía el frente.

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