Capítulo 22

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Ni habían llegado al reino de la nieve y el cenizo ya lo detestaba. Desde que el pasto verde del bosque paso a ser blanco por completo y que la temperatura paso de tolerablemente frío a malditamente congelado, sentía unos majestuosos deseos de irse por dónde llego.

Por desgracia, Kirishima estaba todavía herido y aunque entre los esclavos había metamorfagos —algunos de Ribereta y otros de Hinokoku— estaban en un estado que no aguantarían la transformación. No eran una opción.

Bakugou suspiro irritado y uso la capa para cubrir mejor a la pequeña niña que llevaba en brazos, estaba helada y las ropas que tenía ni le bastaban para abrigarse. Se había aferrado a él unos kilómetros atrás y no pudo dejarla en la caravana que venía siguiéndolos, donde su madre y padre parecían felices de que hubiera alguien proporcionandole el calor que a ellos mismos les faltaba.

En serio, esperaba llegar pronto a un lugar cálido para estás personas.

Todoroki había tomado a Mu hacía unos momentos para adelantarse al reino de la nieve y anunciar su llegada. Debía estar a unos metros de distancia y cuando el cenizo escucho el galope de más de un caballo, supo que eran el comité de bienvenida de Yuki no okoku.

Los guardianes de la frontera venían desde los muros del imponente pero pequeño reino.

— ¡Ayuden a los heridos y tomen la primera caravana! ¡La segunda la dejan al cuidado de su alteza Shoto y el príncipe de Hinokoku! —grito uno de los guardias — ¡Vamos, llevar a estás personas al castillo! ¡De prisa! ¡Llamar médicos y a los cocineros!

La caballería tenía armaduras de piel con los escudos de Endveador, mostrando su lealtad al reino dónde vivía la familia Todoroki, así que el de ojos rojos asumió que eran de confianza del bicolor y lo dio por sentado cuando vio al mismo cuarto príncipe venir con un guardia al lado de Mu.

Tenía cabello azabache largo y ojos color ónix, piel clara y una leve barba. Un hombre mayor que parecía ser bastante conocedor del mundo en que se encontraba.

—Aizawa-sensei, él es Katsuki Bakugou, el príncipe heredero de Hinokoku —presento el más alto a ambas personas —Bakugou, Shota Aizawa-sensei es uno de los guardias de más confianza en Endveador y actualmente esta jubilado en Yuki no okoku, aunque es el jefe de la guardia imperial fronteriza. Me ha enseñado todo lo que sé sobre cómo manejar una espada.

—Es un gusto conocerlo —inclino su cabeza con respeto hacía el hombre mayor.

El cenizo se quedó quieto mientras Aizawa lo analizaba, ya había estado bajo esas miradas antes. En especial, cuando sus padres murieron y Hinokoku quedó bajo su cuidado. Miradas evaluativas por parte de sus mayores, buscando defectos y virtudes en su nuevo rey.

En aquel entonces, mostró más defectos que virtudes y siempre se caracterizó por no tolerar bien las miradas de los demás. Ahora, simplemente, mantuvo la barbilla en alto, con una aburrida calma y cubrió bien a la niña pequeña en sus brazos hasta que el mayor asintió satisfecho.

—Es un honor conocerlo, su alteza —le hizo una reverencia respetuosa —Tengo entendido que el bosque de Yuki no okoku tuvo peligros nunca antes visto y que usted junto al cuarto príncipe tuvieron que lidiar con ellos, me disculpo por mí ineficiencia.

—Aizawa-sensei, por favor, no diga eso. No tenía forma de saberlo —lo detuvo el más alto.

—Es un guardia. La frontera de este reino y lo que pasa dentro del bosque es su responsabilidad —contradijo el cenizo mirando seriamente al menor —No lo justifiques, Todoroki.

—Estoy de acuerdo con su alteza, no merezco una justificación si hago mal mí trabajo —suspiro el azabache —Ah, pensé que estar jubilado me daría una vida mas tranquila. Veo que aún me quedan varias cosas por y para hacer.

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