Capítulo 25

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Lo último que pensó recibir Katsuki apenas paso a la sala del trono del reino de Endveador fue un golpe por parte de su madre y seguido de eso, un abrazo de la misma.

Hacía años que había olvidado que Mitsuki siempre fue la única persona en hacerle eso, en darle un golpe fuerte en la nuca a modo de regaño y a veces juguetonamente como felicitación por alguno de sus logros, así que se quedó rígido unos segundos, mientras sentía sus delgados brazos envolverlo y olió la sal del mar de Hinokoku en su cabello.

No se dejó llevar por la tristeza que le invadió cuando recordó lo rápido que la perdió, la espanto con pura fuerza de voluntad o de lo contrario, ella se daría cuenta. En cambio, permaneció en silencio y con los brazos colgando sin devolverle el abrazo.

Hasta que la escucho hablar, tan frágil y aliviada. Tan suave, como si volviera de una tormenta, a refugiarse en sus brazos.

— ¿Por qué mierda no volviste Katsuki cuando viste que era complicado? ¿Por qué Rei e Inko me tuvieron que notificar lo que pasaba? ¡Estabas en un maldito campamento de esclavos con mercenarios, mocoso! ¡¿Te das una idea de lo angustiada y preocupada que estaba por ti?!

El monarca más joven intento abrir la boca para decir que no era para tanto, que habia enfrentado cosas muchísimo peores y solo. Pero entonces, recordó que para Mitsuki aquellas cosas nunca habían pasado, él no había dirigido una guerra con solo dieciséis años ni había comandado una expedición en terreno desconocido con dieciocho.

Para su madre, seguía siendo un mocoso que apenas estaba descubriendo el mundo. Era su pequeño dragón, aunque ese chico hubiera muerto hacía tiempo.

Aún así, verla tan preocupada le hizo sentir bien, pese a que era innecesario con toda la experiencia que tenía para cuidar de sí mismo.

Finalmente le devolvió el abrazo y suspiro contra su hombro. Ella no comento nada, parecía feliz con la muestra de afecto y él también. Así que estaban acordando una ignorancia tácita de que ellos se abrazaban solamente después de haberse golpeado o peleado seriamente.

—No fue para tanto, vieja —le aseguro porque no pensaba mentirle y decir que fue sencillo —Estoy bien.

—Eso lo van a comprobar los curanderos, mocoso rebelde —lo soltó la reina y apoyó su mano contra su mejilla —Doy gracias a los dragones ancestrales porque estés aquí, Katsuki. No sé qué habría hecho si volvías aunque sea con un rasguño.

—Como si esos idiotas hubieran podido hacerme daño —se mostró indignado que la mayor lo creyera tan débil.

Mitsuki rió un poco ante su respuesta y actitud, sus ojos rojos dejaron atrás unas lágrimas que se formaron y giro la cabeza hacía un lado. El cenizo se percató muy tarde que Shoto y todos los demás habían presenciado su escena de reencuentro con su madre.

Denki le dirigió una mirada divertida pero sin la menor burla, Hitoshi detrás de la máscara permaneció tranquilo y Eijirou estaba conteniendo una carcajada, aunque él sabía bien que le esperaba un regaño igual o peor por parte de la reina.

Por otro lado, el cuarto príncipe de Endveador solo inclinó la cabeza de forma muy elegante —y eso era decir mucho— y su voz salió con un débil atisbo de nervios.

—Reina Mitsuki, me disculpo por involucrar a su hijo en los problemas de Endveador. Él me contó que su razón para estar en Yuki no okoku era averiguar la verdad detrás de las aldeas de metamorfagos y nunca pensé que esas aldeas hubieran sido tomadas por esclavistas que hacían negocios con Endveador —se disculpo el más alto ante la reina —Si tuviéramos un mejor manejo de nuestro reino, Bakugou nunca hubiera estado en posición de ir a investigar el bosque. Le ofrezco mis más sinceras disculpas por haber expuesto a su heredero a tal peligro.

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