Capítulo 32

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—Ese niño problemático —gruño la reina Mitsuki —Por todos los dragones, un día de estos me provocará un paro cardíaco.

La rubia había estado a segundos de llamar a los guardias imperiales del castillo, no solo para notificar de la desaparición de su hijo, si no también para preguntar de la ubicación del más joven de los Todoroki que tampoco lo hallaba por ninguna parte. Incluso tuvo que buscar a los reyes de Endveador para preguntarles dónde podría estar su hijo, ya que asumía que el cenizo estaría con él, pero todo lo que consiguieron descubrir es que ninguno de ellos estaba dentro del castillo según la servidumbre.

Honestamente, si Kirishima hubiera llegado un solo segundo más tarde, los guardias imperiales ya estarían llenando las calles en busca del cuarto príncipe de Endveador y el monarca de Hinokoku.

—Lo lamento mucho, mí reina, fue mí error —se disculpó el metamorfago agachando la cabeza con pesar y remordimiento —Debí estar más atento a las acciones del príncipe.

—Eres su guardián, no su niñera, levanta la cabeza Eijirou —suspiro la rubia, poniendo una mano gentilmente en el hombro del pelirrojo que se veía muy arrepentido —Lo encontraste y aún si no está en las mejores condiciones, has hecho un buen trabajo. Vete a descansar. Mañana a primera hora sales por mí mocoso y me lo traes devuelta, ¿entendido?

—Sí, mí reina —se inclino respetuosamente el pelirrojo —Que tenga una buena noche.

La reina de los dragones asintió y una vez el más joven se fue, Rei dejo escapar un suspiro.

—Me hubiera gustado comprobar el estado de Shoto antes de irme a dormir —se lamento la albina —Algunos venenos pueden dejar secuelas desagradables.

—El antídoto que le di a su hijo los neutraliza por completo, si eso es consuelo.

Los reyes no se vieron sorprendidos por la voz que venía del balcón, con solo alzar ligeramente las cabezas pudieron notar las alas rojas de Hawks haciendo un maravilloso contraste con lo negro de la noche. Eso hasta que el joven hombre se sentó en los bordes del balcón, como todo un niño, con las piernas cruzadas y una sonrisa ladina.

Los reyes no comentaron que ni pudieron escuchar un solo movimiento de sus alas que delatara su presencia.

—Creo haberte dicho que te quedarás en el cuarto de al lado, Hawks —menciono el pelirrojo dando un leve gruñido al final de la oración.

—La conversación parecía interesante. Además, pensé que podría ofrecerme para buscar a sus herederos, un acto de buena fé —se encogió de hombros el rubio —Dos horas no son nada para mí y podría traerles a sus niños a salvo.

—Prefiero que Katsuki vuelva por su cuenta, aunque no voy a opinar por el cuarto príncipe —respondió la reina de los dragones.

—Shoto eligió quedarse con tu hijo, no creo que quería volver al castillo —dijo el rey pelirrojo —Pero mañana hablaré con él y se le asignará una escolta, por su protección en caso de que vuelva a dejar el castillo sin avisar.

Rei y Mitsuki podían apostar que el bicolor no estaría feliz con esta noticia.

En cambio, Hawks solo bajo del balcón, con los brazos tras la cabeza y una sonrisa bailando en sus labios.

— ¿Qué hay de cenar?

— ¿Qué hay de cenar?

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