IMPERIO 2.

383 15 0
                                    

Hats es una mujer hermosa de pies a cabeza y jamás ha negado que se ha hecho más de una cirugía estética como aumento de senos, rinoplastia y algunas muchas más. Aun así, desde que la conozco hace bastante ejercicio, pues según sus propias palabras: no quiere arruinar los resultados de sus cirugías, y a mí no me molestan en absoluto.

Si bien su virginidad fue mía hace tres años, ahora literalmente es una perra en la cama y yo sigo disfrutando de eso. No lo voy a negar, al inicio me estresaba mucho, pues obviamente su experiencia sexual era INEXISTENTE. La primera vez que la bese ni siquiera recuerdo por qué lo hice, pero recuerdo perfectamente que lo hice en el estacionamiento del campus de la universidad en Canadá cuando ella tenia novio — y a mi me dio igual —. Esa misma noche se despidió de esa barrera, por supuesto con MUCHO drama posteriormente, ni siquiera quería que la viera desnuda por una estúpida cicatriz que ni siquiera recuerdo.

El gran error de la sociedad en general, no solo los hombres cometemos es pensar que por el simple hecho de que una mujer tenga muchas cirugías en el cuerpo quiere decir que tiene mucha experiencia sexual. No siempre es así, Hats comenzó con las cirugías a los diecisiete años cuando aún era virgen. Es imposible que una cirugía en cualquier parte del cuerpo de una mujer defina eso.

Yo nunca di por hecho nada, pero me sorprendió bastante cuando me lo dijo. Aun así, me estresaba, pero a la vez no se convirtió de la noche a la mañana en una experta sexual, es estúpido, nadie puede hacerlo. La práctica hace al maestro. Y no lo voy a negar, era divertido enseñarle a Hats de todo un poco; excepto cuando me mordía o raspaba el pene con los dientes, en esos momentos la quería asesinar.

— Ni hablar, no vas a ponerte esto. — Me quita el condón y lo lanza por la pequeña abertura de la ventana del auto.

Con Hats es con la única mujer que me permito perder el control y no ponerme un condón, y aun así no lo hago siempre. Tuve suficientes pláticas sobre esto con papá y mi tío Danielle.

— Sigo sin poder creer que tengas condones en la guantera de tu auto, en tu cartera y en todos los lugares posibles. — Me encojo de hombros.

— Se llama ser responsable. — Se deja caer de golpe sonriendo con suficiencia. — Hija de... — Me sale en un gemido.

— Tu responsabilidad se va a la mierda conmigo. — Suelto una carcajada. Tiene toda la razón.

— ¡Mierda! — Aprieto su trasero con fuerza.

Hats hace maravillas con las putas caderas, podría quedarme sin mover ni un dedo y me haría tener un orgasmo sin problema. Quizá porque yo fui quien le enseño, y ella solo se encargo de mejorar lo que ya sabía. Es una de las muchas razones por las cuales me sigue encantando estar con ella.

— Lee el mensaje. — Le pido mientras me abrocho el pantalón y busca mi celular.

— Es Circe. — Frunzo el ceño. Toma sus bragas, pero pasa de ponérselas. — Farah ya está en el penthouse. — Pone los ojos en blanco divertida.

Circe me ayuda con la limpieza del penthouse y por supuesto también se encarga de que no muera de hambre. Es una amable mujer de treinta y cinco años, sé que papá la contrató a ella para que no me la terminará follando e hizo bien. Solo iba a estar conmigo en Canadá, pero luego no tuvo problema en viajar conmigo por las distintas ciudades.

No sólo me ayuda a mí, sino también a Hats y a Andrew. Así no morimos de hambre. Regularmente se queda conmigo, pero algunas veces también con Hats y el domingo que es su día libre duerme en el departamento que ella quiera, a ninguno nos molesta su presencia.

— ¡Farah! — Exclamo llegando al penthouse.

Entonces la veo bajar por las escaleras con una graciosa elegancia. La amo demasiado.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora