IMPERIO 21.

374 12 0
                                    

No soy capaz de moverme para saber quién está en el marco de la puerta. Solo sé que no es mamá o ya estaría gritando, tampoco es papá o ya me estaría golpeando.
Rachel esta pálida y creo que ni siquiera está respirando. Debí cerrar la puta puerta. Y yo juzgando a Rachel porque me dijo Te amo.

— Yo... yo... yo... — El tartamudeo solo me confirma quién es. Bibiana.

Tengo que evitar esta niña inexperta le diga todo a mis papás. Cuando intenta salir bajo a Rachel de mi regazo y me pongo mi bóxer alcanzándola en las escaleras. Tengo que cubrir su boca con mi mano para que no grite y obligarla a regresar a mi habitación en donde Rachel ya solo está en ropa interior.

Siento que la estoy secuestrando, pero prefiero explicar eso a tener que explicar porque me estaba follando a mi prima.

— Suélteme. — Me empuja y se lleva la mano a la boca.

Su vista va de Rachel a mí y de nuevo a ella. Ambos estamos en ropa interior. Nos vio follando. No hay nada que pueda hacer o decir para justificar esto. Aunque si es virgen quizá no sepa lo que estábamos haciendo, pero eso también es muy ingenuo de mi parte.

— ¡Son primos! — Exclama y niego.

— Rachel y yo no somos nada. Nuestros padres no son hermanos, no hay ningún lazo de sangre que nos una. — Sigue en shock. — Y tú no vas a decir nada de lo que viste Bibiana o te juró que te va a pesar.

— La que puede amenazar soy yo, no usted. — Niego soltando una carcajada.

— ¿Qué tú me vas a amenazar a mí? — Retrocede. — No juegues conmigo Bibiana. Te dejé muy claro hace un par de horas que soy todo lo que la prensa dice y mucho más.

— Aidan, así no vamos a solucionar nada. — Le tiembla la voz a Rachel, pero la ignoro.

— Si quieres dinero, te lo doy. Si planeas que me acueste contigo entonces puedes ir a decirle todo a mis papás.

— ¿Sino son primos entonces por qué se esconden? — Me encojo de hombros. — No quiero su dinero. Le voy a decir todo a sus papás. — Abre la puerta, pero la cierro acercándome a ella. — ¡Están enfermos!

— A ver Bibiana. Esto es lo que va a pasar cuando te atrevas a decirle a mis papás lo que supuestamente viste.

— ¿Supuestamente? Sé muy bien lo que vi. ¡Estaban teniendo sexo!

— Nadie te va a creer Bibiana. Tú no viste nada.

— ¡Yo sé lo que vi!

— ¿Y a quién crees que le van a creer? ¿A una empleada que lleva una semana aquí? Es que aún no te queda claro que mi madre siempre me va a creer y a defender a mi, aunque no haya nada que defender.

Si la hubiera visto discutiendo y amenazando al jefe de la policía cuando nos arrestaron a Hats y a mí, estoy cien por ciento seguro de que no le pasaría por la mente esa estúpida idea de querer acusarme con ellos.

— ¡Su padre si me va a creer! — Cierro la puerta de nuevo.

— Tú lo has dicho. Es mi padre y siempre va a meter las manos al fuego por mi, aunque haga estupidez tras estupidez. Llevo su sangre. Tú no eres más que la hija de una empleada que lleva en esta casa un mes. — Traga saliva. — Tu mamá y tú mañana dejan de tener trabajo.

No me gusta meterme con el trabajo de alguien más pero no tengo opción.

— Yo, voy a ser su hijo toda la vida. Aunque supongamos que te crea, yo me encargo de que mi mamá me crea a mí y eso no es muy difícil. Luego, ella se encarga de convencer a mi papá. Todo va a quedar en un arranque de celos por quererte acostar conmigo. Bibiana, no te metas conmigo o vas a salir perdiendo.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora