IMPERIO 38.

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— ¡No te entiendo! Dímelo de nuevo. — Frunzo el ceño y Yami me mira como si fuera idiota.

— ¡Qué me tome cuatro orgasmos y luego dos! — Yo sigo sin entender una mierda.

— ¿Y si me hablas como una persona normal? — Se pone de pie y toma mi rostro con ambas manos.

— Que me tomé cuatro cócteles que se llaman orgasmo y luego tuve dos orgasmos.

— Y se suponía que querías estar sola. — Me burlo y me da un leve golpe en la mejilla.

— Me comí el experimentado pene de un señor que podría ser mi padre. — Se cubre el rostro con uno de los cojines del sofá de la terraza y yo la miro con la boca abierta.

— ¡Me habías dicho que no querías estar con hombres! — Se me escapa una carcajada y me mira mal.

— No sé por qué lo dejé de hacer tanto tiempo. Ahora quiero penes, quiero muchos, todos los que no tuve en meses. No quiero dedos ni vibradores. Quiero el experimentado pene de ese señor maduro.

— Vaya que te follo bien. — Sin dudarlo asiente.

— ¡Mucho! Y el cóctel estaba delicioso, por cierto.

— Al menos vas a cambiar de bebida. — Me golpea con el cojín.

— Debe tener más de cincuenta años, puede ser mi papá y me comí por completo su experimentado pene de señor.

— ¿Sugar daddy? — Me lanza el cojín.

Papá se acerca a la terraza, pero hago un ademán para que no entre y mucho menos hable o va a cortar la interesante historia.

— ¿Por qué no me recordaste que los penes saben tan bien? — No sé cómo le hago para no soltar una carcajada al ver la expresión de papá. — Desde hace mucho debí probar experimentados penes de señores mayores. Si tú papá se ve increíble a su edad. — Sonríe con arrogancia. — Ese hombre debe ser aún mayor que tú papá y te juro que esta buenísimo. Cuando me habló en el bar quería portarme mal para que me diera unas nalgadas. — Al menos no soy el único que se está divirtiendo con esto. — Y sin portarme mal lo hizo.

Se gira, pero por estar diciendo cosas sin sentido ni siquiera nota que papá está viendo y escuchando su espectáculo. Si fuera otra cosa le pediría que se fuera, pero... alguien mas debe divertirse con esto.

— ¿A todos los hombres después de los cincuenta les crecerá un poco más el pene? — Papá abre los ojos y aprieta los labios para no reírse. — Te juro que ese tamaño ni Emmanuel lo tenía. ¿Crees que tu mamá se moleste si le pregunto?

— Mejor pregúntale a él.

— ¡No! Tú papá todavía me da miedo. Casi no he hablado con él como para preguntarle: Oiga, ¿A los hombres después de los cincuenta les vuelve a crecer el pene? — Frunce el ceño. — Sin ofender, pero tus papás tuvieron cuatro hijos, Aarón y tú no se llevan mucho en edad, supongo que tu mamá no se queja de su vida sexual. — Ahora está inflando el ya enorme ego de Aarón Ivanova.

— Pregúntale a ella. — Pues yo sé que no se queja, ya lo escuché.

— ¡Tuvieron cuatro hijos! No creo que se queje y ya comprobé que la edad no afecta. La verdad no culparía a tu mamá.

— Le puedes preguntar, no tiene ni una sola queja. — Yami se pone pálida y yo quiero vomitar.

— ¡Ay, no! Lo siento mucho, no quise decir eso.

— No te preocupes, sigue pensando en experimentados penes de señores mientras hablo con Aidan. — Suelto una carcajada al ver a Yami ponerse de todos los colores posibles.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora