IMPERIO 82.

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¿Estar presente en el funeral de mi hermano?

Todavía no sé cómo describir todo lo que sentí en ese par de horas que estuvimos ahí. Y, a decir verdad, tampoco quise hablar mucho sobre eso. Hats siguió respetando mi silencio y no hubo poder humano que hiciera que Samadhi se separará de mí.

Sí, tengo una madre que es capaz de meter las manos al fuego por mí, gritarle y discutir con quién sea por mí, defenderme de lo que sea y ante quién sea. Sin importar nada ni nadie. Pero, ahora con mi pequeño demonio descubrí que tengo a alguien capaz de quemar el puto mundo por mí. Porque efectivamente existe alguien que me ama mucho más que mamá y mucho más que Hats. Una niña que lleva mi apellido.

Y esa niña, capaz de todo por papi, ya se agotó y se quedó dormida hace un par de horas.

Samadhi no me preguntó mucho la verdad, al igual que Hats no me obligó a hablar. Incluso en eso son parecidas. Sin embargo, las mellizas si lo hicieron, ellas tenían muchas dudas sobre el por qué su tío se había ido y ya no lo iban a poder ver de nuevo.

La muerte es un tema difícil de explicarle a los niños; ya que algunos lo entienden de una manera y algunos más de otra. No hay un concepto o ejemplo que funcione para todos. Ojalá fuese más fácil de explicar.

Esta vez Farah no está recostada en mi abdomen como normalmente lo hace, ahora está recostada en mi pecho, con su nariz en mi cuello y sus patas delanteras pasando mi cuerpo.

— Aitana lo intentó, yo sé que lo intentó porque conozco a mi hermana, pero no pudo quedarse en el funeral más de veinte minutos. — Le digo a Yami mientras estoy recostado en sus piernas.

— No debió ser fácil para ella Ojitos. — Asiento con un suspiro.

— Yami, no está siendo fácil para nadie de la familia. Fue muy extraño ver a mamá ''tranquila'' — Hago las comillas con los dedos. — De verdad no parecía una madre que acaba de perder a su hijo. Tampoco papá lo parecía. Nosotros no parecíamos que acabábamos de perder a nuestro hermano.

— Todo fue demasiado rápido Ojitos y debido a cómo sucedió, yo creo que tardarán en asimilarlo un poco más que un par de días. Pero en algo tienes razón.

— ¿En qué? — Frunzo el ceño.

— Bueno, he podido conocer a tu mamá desde hace más de cinco años. — Juega con mi cabello y el pelaje de Farah. — Y su reacción fue un mundo de diferencia al día en qué te encontramos en el bosque Ojitos.

— Bueno, yo no viví ese momento, pero sé que mamá se comportó completamente distinta a lo que esperaba.

— Ojitos, de verdad siento mucho por todo lo que están pasando. La muerte no es algo sencillo para nadie y aunque no tenías la mejor relación con Andrei, era tu hermano. — Asiento.

Suspiro antes de responder, pero la puerta abriéndose nos interrumpe.

— Es increíble que no nos dejen hablar. — Me quejó.

— Estás en mi casa, en mi habitación, con mi mujer y en sus piernas. — Dice Max.

— Es tu casa, pero eres el papá de Hats y considerando que es tu nena, da igual. Es tu habitación, pero Yami me dejó entrar. Es tu mujer, pero también es mi mejor amiga. No es culpa mía que vivas con mi mejor amiga.

— ¿¡Escucharon!? — Yami se pone de pie de un salto y Farah le ladra. — ¡Dijo que soy su mejor amiga! — Exclama en dirección a Max y Hats que siguen en la puerta.

— Tampoco te creas tanto. — Le pongo los ojos en blanco.

Y entonces... Yami me pone las manos en las mejillas dándome un beso en los labios que deja todo en silencio un par de segundos, hasta que Farah le vuelve a ladrar. Farah tiene la costumbre de ladrarle a Yami.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora