IMPERIO 46.

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Hats.

Ha pasado una semana desde que Aidan salió del hospital. Ayer las gemelas y Aarón regresaron a Nueva York, mientras que sus papás aún se quedaran un tiempo más, sobre todo Aisley que ha sido de gran ayuda esta semana, pues su hijo es algo necio, DEMASIADO necio.

—Incluso en eso se parece a su padre. — Pone los ojos en blanco con un suspiro.

—¿En verdad fue así de difícil? — Me siento a su lado con un suspiro.

—Mucho más. Aarón le gritaba a los médicos, no dejaba que ni una enfermera le diera medicamento. — Resopla. — Quería levantarse en cuanto abrió los ojos, incluso una vez se puso de pie quitándose los medicamentos, se le abrió una de las heridas.

—Le quiero dar un par de bofetadas cuando no obedece. — Se ríe.

—Gracias por no dejarlo solo, aunque se comporte como un niño caprichoso e insoportable.

—Haría cualquier cosa por él.

Continuamos hablando mientras nuestro bebé caprichoso duerme y Aarón lleva como dos horas en una llamada; no se ha movido de Londres desde que Aidan desapareció, por supuesto que como ministro tiene demasiadas responsabilidades que ha tenido que dejar de lado.

Nuestro principal problema es que Aidan se quiere poner de pie, incluso ha querido ir al gimnasio — ridículo, por cierto —, ya no quiere medicamentos para el dolor, hay días en que su hombro molesta demasiado, por supuesto no puede dormir bien, y decirle que no al momento en que quiere tener sexo ha sido de lo más difícil.

De hecho, creo que la abstinencia sexual es lo que tiene de pésimo humor, y no se puede relajar ni haciendo ejercicio, mucho menos bebiendo whisky. No, no ha sido fácil esta semana en casa con él.

—Hats, ya no soporto estar aquí. — Me mira con fastidio.

Intento acaricia su cabello, pero se aparta haciendo una mueca de dolor por el movimiento de su hombro. Hoy es uno de esos momentos que lo quiero asesinar.

­—Yo lo sé amor. — Inhalo tratando de tener paciencia... — Pero debes guardar reposo diez días en casa. — ...porque si alguien me da fuerzas, lo asesino.

—¿Para esto me dejaron salir del puto hospital? — Espeta. — ¿Para estar encerrado en esta maldita casa las veinticuatro horas?

—Amor, es que no tienes opción y lo sabes. — Esta vez sí me deja acariciar su cabello. — Además, en un par de días más vas a poder salir.

—Si, para ir con un puto fisioterapeuta. — Suspiro, pero sin dejar de acariciar su cabello.

Sé que va a odiar que otro hombre lo ayude, pero es completamente necesaria la fisioterapia o quizá no pueda tener la misma movilidad en su hombro, y como consecuencia, tampoco en su brazo.

Sí, la cirugía ayudo a los nervios dañados, básicamente los reconstruyeron, no entiendo demasiado de medicina; pero debido a los golpes, nervios de su hombro fueron lesionados y otros completamente destruidos. Sin embargo, la inflamación debe ser nula para poder iniciar con la fisioterapia que será en tres días de hecho.

—Aidan, ya hablamos de esto. — Bajo mi mano a su mejilla. — Es necesario y ya lo sabes. — Me inclino para besar la comisura de sus labios.

Gira su rostro hacia mí y aunque esta visiblemente molesto, sus ojos cambian ligeramente cuando me mira. Ladeo un poco la cabeza sonriendo y aunque me pone los ojos en blanco se inclina de modo en que nuestros labios se rozan. Va a besarme, pero tocan la puerta.

—¡Mierda! — Exclama.

Nos interrumpieron en el momento exacto. Así que solo beso suavemente sus labios.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora