IMPERIO 36.

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— Estábamos en el departamento de Pamela cuando Emmanuel llegó y nos encontró. — Se limpia las lágrimas cuando el mesero trae nuestras bebidas.

— Gracias. — El hombre se va. — ¿Amas a Pamela?

— No lo sé, estoy muy confundida, pero ella si me lo dijo. — Le tiembla el labio inferior. — Pero yo no puedo llegar con mi familia y decirles que mi pareja es una mujer.

— No estás haciendo nada prohibido, no es ilegal amar a una mujer siendo mujer. ¿Por qué no lo entiendes? Lo que importa es lo que tú quieras. Deja de pensar en lo que quiere tu familia.

— Aidan, jamás me he enamorado de una mujer, siempre ha sido solo sexo.

— Pamela puede ser la primera y quizá con quién debas estar, pero es algo que no vas a saber si no lo intentas.

— Es que no puedo. — Juega con la hoja de menta de su mojito.

— Por supuesto que puedes, es solo que no quieres. Ni siquiera has intentado hablar con tu familia. Estas mucho más cerca de ellos, pero te niegas a verlos. ¿Cómo sabes lo que opinaran de todo esto? — Alzo una ceja.

—Es que... — La interrumpo.

—Al menos dales el beneficio de la duda Yamile, deja de suponer lo que dirán.

— Si los pierdo a ellos me voy a quedar sola. No quiero perder a mi familia, yo los amo.

— Y si ellos te aman a ti no les va a importar que tú ames a una mujer. Que tú tengas sexo con una mujer no quiere decir que ellos lo tengan que hacer también.

— ¡Aidan! — Me lanza una hojita de menta y suelto una carcajada.

— Yo amo a mi papá y a mis hermanos y no por eso me gustan los hombres. Sé que es distinto, pero a lo que me refiero es que no importa a quién ames o como lo hagas, a final de cuentas es amor. — Me encojo de hombros.

— Cuando lo dices luce tan fácil de lo que realmente es. — Suspira.

— Yami, es fácil, es solo que tú te complicas mucho la vida.

— ¿Qué diría el señor ministro si su perfecto hijo fuera gay? — Suelto una carcajada.

— Soy todo menos el hijo perfecto pues soy quién más les ha dado problemas. Mamá me ve como su bebé, su hijo perfecto porque me ve con ojos de amor, con ojos de madre, pero ella también sabe que no lo soy pues muchas veces me ha regañado, me ha castigado. Pero respondiendo a tu pregunta, papá no tendría ningún problema en que fuera gay.

— ¿Cómo estás tan seguro? — Me mira fijamente.

— Papá siempre nos dio la confianza de hablar sobre el tema que quisiéramos con él. Digamos que tiene una mente demasiado abierta. Cuando tenía como trece años y Aarón doce nos dijo que nuestra sexualidad era lo menos importante, que no nos iba a quitar su apellido si nos gustaban los hombres, pues siempre seríamos sus hijos sin importar nada más.

— Para mis papás es algo prohibido por Dios.

— Pues a tus papás les debería importar más que su hija sea feliz a que lo que un señor que murió hace un millón de años haya pensado. Todas esas ideas son muy anticuadas.

— Lo sé. — Suspira.

— Te voy a presentar a mis tías Kathy y Anna. — Frunce el ceño. — Son esposas y tienen tres hijos.

— ¿Cuántos hermanos tienen tus papás? Tienes mil tíos y tías.

Le tengo que explicar todo el drama de la familia Ivanova y Voronin. No la culpo cuando se confunde. Cuando yo era niño tampoco entendía por qué tenia tantos abuelos y otros niños no.

AIDAN. (Imperio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora