somebody like you || hardzzello

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Sábado 24 de diciembre, 10:00 AM.

Navidad, una época del año muy especial para los niños. La nieve, la comida calientita, la ropa abrigada y los gorritos de navidad, y las demás cosas.

Gabriel se despertó, frotó sus ojos y se sentó en la cama, sintiendo muchísimo frío enseguida, y lo peor era que no tenía medias puestas, por lo que se le habían congelado sus pies.
Aún con frío, se levantó poniendo sus pies sobre el frío suelo y se dirigió a su armario para ponerse unas medias, sus pantuflas y ropa abrigada.

Luego se dirigió a la ventana para abrir las cortinas y una enorme sonrisa se formó en su rostro al ver que el día no era como todos: Estaba nevando.

Enseguida se acercó a su hermana y la sacudió para despertarla. —¡Lyna, Lyna, despierta!

La mencionada soltó un gruñido.

—¡Lyna, despertate!

—¡Ay, Dios mío! —Lo miró molesta— ¿Qué querés, pendejo? ¿Tienes idea de la hora que es? ¡Encima hace tremendo frío! No jodas. —Exclamó para luego tomar el borde de sus mantas y taparse hasta la cabeza, y un momento después, Gabriel la volvió a destapar— ¡La re concha de la lora! ¡¿Qué mierda querés?!

No era que Evelyn fuera un monstruo con su hermano, solamente se comportaba de esa manera por dos motivos: 1) No le gustaba que la despertaran. 2) Cuando la despertaban, era totalmente enojona.

—Santo Dios, ¿tan de mal humor estás?

La mayor miró a su hermano con cara de "O me dices ahora lo que quieres o juro que un día de estos te voy a asesinar, hijo de tu pinche madre".

—¡Afuera está nevando!

—Mmh, lo creeré cuando lo vea.

El pelinegro abrió más las cortinas para que su hermana viera la nieve caer.

La castaña hizo un sonido de sorpresa. —¡Nieve! —Exclamó emocionada y se levantó— ¿Vamos afuera a jugar?

—¡Dale!

Ambos niños se abrigaron, se pusieron guantes, botas, una campera abrigada y salieron corriendo de su habitación para así dirigirse a la puerta principal y salir al jardín exterior, hasta que Ben y Joe los vieron acercarse a la puerta.

—¿Y ustedes a dónde se piensan que van sin nuestro permiso? —Preguntó el pelirrojo mientras ordenaba unas cosas.

—Vamos afuera.

—¿A qué?

—A jugar un rato en la nieve.

—No, no, no. Ustedes no salen de acá sin haber comido algo antes.

Los niños rodaron los ojos y fueron hasta la cocina a tomar algo de comer.

—¿Y el besito de buenos días a papá? —El pelirrojo hizo un puchero y sus hijos se acercaron para besar sus mejillas.

—¿Y el mío? —Exclamó Benjamín haciéndose el indignado, y los niños, algo fastidiados, se acercaron a saludarlo a él también— Ahora sí me gusta. ¿No quieren que les haga algo?

—No, no. Nosotros podemos. —Respondió la niña y entraron a la cocina.

—Amor, —Lo llamó el pelirrojo al rubio cuando se hubieron marchado los niños,por lo que este volteó a verlo— una pregunta.

Benjamín volteó totalmente su cuerpo y lo miró atentamente.

—¿Ya armaste el arbolito de Navidad? —Preguntó acercándose a él hasta quedar frente a frente.