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Joe Mazzello.

Estaba durmiendo, y los niños también, ya que los fines de semana acostumbramos a levantarnos a las 9:30, a las 10 como máximo.

Cuando de repente siento que tocan la puerta, bajo a la sala aún en pijama, abro la puerta y me encuentro a Ben en la puerta medio colorado y agitado.

—Ben ¿que te pasó? —Pregunté con preocupación.

—Joe, no lo soporto más, desde la primera vez que te vi, vi que tenías algo que me llamó la atención... —El traga grueso—. Estoy jodido por ti Joe.

Y por fin, ese roce que tanto esperé, se hizo presente. Sus labios sobre los míos eran como una sensación tan jodidamente increíble, que jamás había experimentado.

—Papá... —Susurró Lyna.

—Papá... —Ahora Gabi.

—¡Papá! ¡Despertá, carajo! —Gritó y me sacudió tan fuerte que casi me caigo de la cama.

—Mierda. —Abro un poco mis ojos y paso mi mano por mi cara—. Niños, que quieren?

—Que te despiertes, ya son las 10 de la mañana y tenemos hambre. —Respondió Gabi.

—Oh, entonces me levanto ahora. —Digo y me siento— Vístanse y vayan a la sala que ya voy.

—Enseguida. —Dijeron al unísono.

Por mientras, busqué ropa de mi ropero, me puse una remera celeste, junto con mis jeans color negro y mis tenis de siempre que eran color marrón.

Cuando baje al comedor, Lyna estaba vestida con una remera color negra que tenía el lógo de La Vela Puerca, junto con sus jeans celestes y sus pantuflas grises. Se están volviendo emo.

Mientras que Gabi tenía una remera color azul junto con sus pantalones holgados color gris y sus pantuflas negras.

—Ay, se ven tan lindos hoy.

—Vos más.

—Lyna tiene razón, papá, si Ben te viera así se desmayaría. —Exclamó  Gabi entre una risa.

—¿Podemos no hablar de Ben por un rato? Gracias.

—¿Por que? ¿Pasó algo entre ustedes? —Preguntó el pelinegro.

—¿Es por lo de ayer verdad? —Preguntó Lynita—. Ya te pedí perdón, y si no basta pasáme el teléfono de Ben y le mando disculpas.

—No es eso gurices, solamente no quiero hablar de eso, —o de ese sueño mejor dicho— es todo.

Lyna rueda sus ojos. —Esta bien. Che, pa, me presentas tu celu?

—¿El mío? ¿Para qué?

—Para algo. —Me sonríe y veo que es una sonrisa maliciosa.

Ruedo mis ojos. —Está bien, agárralo. Ah, ya está el desayuno. Tomen. —Les entregué las tazas.

—Gracias papá, ¿tu no desayunarás?

—Se está calentando mi café... Y esa es la señal de que ya está. —Sentí que ya estaba listo, lo agarre y me senté con los niños. —Niños, como de han portado bien estos días, les tengo unos regalos. —les entregué una bolsa a cada uno. —Ábranlos.

—¿Que hay adentro? —Preguntó Lyna.

—No se, ábranlos. —Me encogí de hombros.

—Gabi abrí el tuyo primero, tengo miedo de abrir el mío.

—Bueno. —Metió su mano y sacó un gorro azul— Oh gracias papá. —Me abrazó.

—No hay de que bebé, abre el tullo Lyna.

somebody like you || hardzzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora