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Joe Mazzello.

A la mañana siguiente...

—Buen día bebé —dije mientras despeinaba el cabello de la niña.

—Papá —me miró con cara de "¿enserio?"— Tengo diez años, ya estoy demasiado grande para que me digas bebé ¿no lo crees?

—Tu siempre vas a ser mi bebé hermosa, a demás de Gabi, mi bebé preciosa —la abracé.

—Bueno —rodó los ojos— Tengo hambre.

—Te hice el desayuno, anda a lavarte las manos.

—Ya voy. Hola fideo —dijo y molestó a su hermano que recién se levantaba.

—Hola tonta.- se empezaron a molestar entre los dos.

—Tonta tu abuela.

—Hey, estas hablando de mi mamá —le dije.

—Entonces la abuela de tu mamá.

—Ahora si.

Reímos entre los tres.

—Vayan a lavarse las manos, o si no no comen galletitas Oreo.

—¿Como? No podrías —exclamó Gabi fingiendo drama.

—Claro que podría, ahora si enserio, vayan a lavarse las manos.

—Si jefe —respondieron al mismo tiempo provocando que riera.

Me encanta interactuar con mis hijos. Se que son de sangre, pero desde que los adopte, hemos podido lograr una gran conección que no puedo explicar.

Esta aun recuerdo como fue cuando fui a adoptarlos... Bueno mejor dicho, cuando fuimos a adoptarlos.

—Flashback—

Hace tres años...

Estaba demasiado nervioso que hasta me temblaban las piernas. Hoy con Javier, adoptaríamos a niños.

—Joe, ¿estas listo?

Asentí levemente.

—¿Estas nervioso?

—Demasiado, diría yo.

—No te preocupes, esta es una gran oportunidad, podremos formar nuestra familia. Es lo que siempre soñamos.

—Lo se cariño, es el mejor día de mi vida.- dije abrazándolo.

—De nuestra vida —depósito un beso en mi cabeza— ¿Querés ir ahora?

—Si, si quiero —dije totalmente emocionado.

Agarramos las llaves del auto, y fuimos directo al lugar de adopción.

Cuando llegamos estaba repleto de niños hablando y riendo. Sería difícil escoger.
Hasta que se nos iluminaron los ojos.

Vimos a una niña media alta de pelo largo color castaño como el mío, ojos marrón oscuro y un gran corazón.

¿Como supe eso?

Lo supe ya que, una niña estaba caminando, se tropezó y se calló provocando un raspón en su rodilla.

Y lo que hizo ella fue ayudarla a levantarse, la sentó en un banco, mojo un poco de papel higiénico con agua y se la pasó a su rodilla.

—Lo que te recomiendo es que dejes que agarre un poco de aire la herida y no corras por un rato.- fue lo que le dijo la pequeña.

La otra niña le agradeció con abrazo y un "muchas gracias", lo cual la alta le dijo "no hay de que".

somebody like you || hardzzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora