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Cualquiera diría que, con tantas emociones y novedades vividas, esa noche no podrías pegar ojo; pero también es verdad que llevabas dos días sin dormir y estás a un nivel más allá del puro agotamiento. De modo que en cuanto te metes en la cama, a los pocos segundos el sueño cae como una losa sobre ti. El cansancio hace que duermas toda la noche y sin contratiempos, a excepción de cierto extraño sueño que tienes en la madrugada. 

En ese sueño, eres una princesa como las de los cuentos y un dragón de esos codiciosos que guardan tesoros en una cueva te rapta y te lleva a su guarida. Estás empezando a perder las esperanzas cuando por fin llega alguien a rescatarte; sin embargo, no es uno de esos estilizados caballeros de armadura plateada que salen en las películas medievales, no... este es enorme e impresionante, y lleva una armadura negra. Como no podía ser menos, consigue derrotar al dragón, tras lo cual alza la visera del casco de su armadura, y puedes ver el hermoso rostro sonriente de Eddie Brock. 

Él te toma en sus brazos y te besa con dulzura, todo muy romántico. Lo siguiente sería que te subiera a su caballo junto a él y os perdáis en el horizonte, en el típico final de cuento de hadas; pero entonces te deja sobre uno de los montoncitos de oro que forman el tesoro del dragón, y comienza a desanudarte el corsé... con intenciones bastante obvias, oh sí, nena. El shock te dura aproximadamente medio segundo, el mismo medio segundo que tardas a empezar a quitarle a él su armadura y la ropa que lleva debajo. 

Dios, qué pedazo de hombre. Realmente no sabes si sus tatuajes son un elemento anacrónico respecto a esa época, pero te importa tres pitos. Ya le has despojado de su camisa y vas a hacer lo mismo con sus calzas, cuando a tu "querida" (por no decir cabrona inoportuna) alarma del móvil le da por sonar, arrancándote de tu fantástico sueño.

Abres los ojos, con el estridente sonido de la alarma taladrándote los oídos, y contienes tus ganas de lanzar el móvil por la ventana: aún no tienes suficientes puntos en tu saldo como para permitirte comprar otro.

—Mierda... —No sabes qué te pone de peor humor: si el hecho de que fuera un sueño, o que te lo hayan interrumpido justo cuando comenzaba a ponerse interesante.

Aun así, no todo es malo, recuerdas. Tu caballero andante existe, no es que haya desaparecido. Es más, lo tienes viviendo justo al ladito de casa. Y está tan buenorro y adorable como siempre, y lo mejor: ¡está cuerdo, no es ningún asesino serial!

Aunque tiene un alienígena comecerebros viviendo dentro de su cuerpo, pero, bah, detalles. En realidad, el alienígena en cuestión te cayó bastante bien.

Todo eso arregla tu humor enseguida, siempre tratas de ser optimista y ver el lado bueno de las cosas. Tu café de la mañana, que te preparas justo como te gusta, también ayuda lo suyo.

Además, al haber dormido toda la noche del tirón, estás mucho más tranquila y descansada, por lo que encaras tu larga lista de tareas con buen ánimo y energía. Como sigues con el turno de tarde en la cafetería, durante la mañana tienes tiempo de sobra para hacer todo lo que tienes pendiente.

Lo primero, llamas al propietario del que habría sido tu apartamento nuevo y le dices que se meta su pocilga por donde no le da el sol (en realidad, solo le dices que ya no estás interesada en alquilarlo, pero el significado es ese). Por suerte, no llegaste a avisar de que te ibas a tu casero actual, eso que te ahorras.

Luego vas a la comisaría a poner la denuncia contra Trevor, y de paso a preguntar cómo está; no porque te interese, sino por saber si llegó a decir algo que ponga en peligro el secreto de Eddie. Allí, te dan dos noticias muy buenas: la primera es que, del golpe, sufrió una ligera conmoción cerebral. No es que eso sea la buena noticia en sí (aunque en el fondo preferirías que estuviera muerto), sino porque eso ha hecho que Trevor no recuerde nada de lo ocurrido inmediatamente antes del golpe. En realidad, cree que fuiste tú quien le dejó K.O. de una patada, porque eso es lo que le han dicho los policías, de acuerdo con tu declaración. Todo lo relativo a Venom fue borrado de su memoria, gracias a Dios por los pequeños favores.

La segunda buena noticia es que tu denuncia se ha sumado a multitud de cargos que Trevor tenía en su contra: estafa, chantaje, robo de identidad... Son todos pequeños, pero al acumularse garantizan que el "joyita" de tu ex novio pasará un buen tiempo a la sombra. Por lo menos en la cárcel estará a salvo de sus acreedores. O quizá no, pero no podría importarte menos lo que le pase.

Más contenta que unas pascuas, vas a la compra para reabastecer tu despensa. Recoges tu pedido de chocolate remitido por tu mayorista y hasta pasas por la carnicería, donde, tras pensarlo un momento, pides un kilo de sesos de res. Después vuelves a tu casa y te pasas el resto de la mañana deshaciendo maletas, ordenando la casa y cocinando mientras te mueves y canturreas al ritmo de la música que suena en la radio, que tienes sintonizada en una cadena especializada en clásicos de los ochenta.

Por la tarde, mientras dura tu turno en la cafetería, parte de ti está concentrada en tu trabajo, servir mesas y atender clientes; pero otra parte no deja de pensar en lo ocurrido ayer, en Eddie y en su roomie de otro mundo. Es extraño que hayas pasado los últimos días aterrorizada porque creías que Eddie tenía problemas mentales y que ahora que sabes la verdad, que en teoría es mucho más espeluznante, te lo hayas tomado con relativa tranquilidad. Puede que aún estés en shock. O puede que sea porque, en el fondo, confíes en él (en ellos) y sepas que tu vida ya no corre peligro.

En realidad, vuelves a sentir lástima por Eddie, está mucho más solo de lo que creías. Lo cual es paradójico, porque seguramente es el único ser humano en el mundo que jamás estará realmente solo. Pero el amor de su vida le abandonó, obligándolo a presenciar cómo se casaba con otro; y carga a cuestas con un secreto que pende sobre él como una espada de Damocles, y que le impide acercarse a la gente por miedo a ser descubierto. Sin contar con el hecho de que el ser alienígena con el que comparte su cuerpo (una criatura bestial y prácticamente invulnerable) será todo lo inteligente que quieras, pero tiene la madurez emocional de un preadolescente.

Al acabar tu turno, pasas por tu casa a darte una ducha rápida: no quieres que Eddie te vea más de la cuenta con tu feo uniforme de camarera, u oliendo a fritanga por haberte pasado varias horas sirviendo comidas. Tratas de no arreglarte mucho: unos jeans desgastados, tu sudadera favorita y deportivas. Cabello suelto, maquillaje en su mínima expresión... una imagen casual. No quieres que parezca que lo estás intentando demasiado, aunque de hecho te estás esforzando un montón precisamente para dar ese efecto.

Te miras por última vez ante el espejo: ¿por qué te late tanto el corazón? Solo les vas a llevar comida a Venom y a él, no va a pasar nada.

***

NA: ¡Yuhuuuuu, ya estoy de vuelta! Y con un señor maratón para compensar la larga espera. Espero que os gusten los capítulos. Agradecimientos y comentarios, al final.

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora