Sobresaltada, dejas de bailar y alzas la vista hacia él. Su voz... ¿ha cambiado de repente?
—¿Qué le pasa a tu voz?
Eddie se ha puesto pálido, pero ríe nerviosamente, esforzándose por disimular:
—No es nada —asegura con tono estrangulado y carraspea para aclararse la garganta. Después, añade con su voz normal—. Ya ves, la típica ronquera transitoria. Me pasa a veces, cuando bebo.
Frunces el ceño, un tanto recelosa. No te ha sonado a la simple voz ronca que se le pone a todo el mundo a veces cuando le falla la garganta sino a algo más profundo y cavernoso, casi atemorizante.
—Perdona por decirte eso —se disculpa, y parece que habla en serio. Realmente se le ve molesto, supones que consigo mismo—. No he debido hacerlo, ¿verdad que no? —añade, como si se riñera a sí mismo.
—No te preocupes. —Tratas de quitarle importancia: tal vez sí haya sido una simple ronquera y te ha sonado tan raro por estar mezclada con la música, o puede que haya sido simplemente una impresión tuya. Desde luego, no puede negar que es un auténtico amante del chocolate, ya que tu perfume es en parte gourmand, es decir, de los dulces; y una de sus notas olfativas es, precisamente, el chocolate.— ¿Cuánto has bebido?
—Menos de lo que pensaba que acabaría bebiendo a estas alturas —admite.
—Tal vez deberíamos irnos ya —sugieres—. Ya has cumplido de sobra con Anne y con Dan; no hay razón para que sigas aquí pasándolo mal.
—En realidad, ahora estaba empezando a pasarlo bien.
Haces una mueca de extrañeza: este tío debe de ser masoquista o algo.
—¿Y eso?
Él se encoge de hombros, con una media sonrisa algo tímida.
—No lo sé. Antes, cuando he visto a Anne y a Dan bailando juntos, me dolió horrores, no voy a negarlo; pero mientras estaba en la barra pidiéndome otra copa, alguien me recordó que estabas esperándome y me sentí un poco mejor. Si no estuvieras aquí, a estas horas ya estaría borracho y tirado inconsciente por algún rincón. Los ratos que has pasado conmigo han sido los únicos momentos en que no me he sentido tan miserable.
Sus palabras te conmueven.
—Es lo mínimo entre buenos vecinos: intercambiar cupcakes por cerveza y prestarse apoyo moral contra corazones rotos —bromeas, pero él parece tomárselo en serio.
—Por eso no quiero irme aún, supongo. El estar aquí contigo ha sido lo único bueno de esta noche horrible, y yo... no quiero que acabe.
Tú tragas saliva y el estómago se te encoge de nuevo; es una sensación parecida al vértigo pero más agradable y emocionante, las conocidas "mariposas". Cuando estás con Eddie, las sientes ante cualquier mirada intensa o gesto tierno por su parte.
"Lady in red" ha acabado hace un rato, sustituida por otra balada igual de pasional, pero ambos seguís inmóviles en la pista, sin poder apartar la vista uno del otro. Él alza su mano para acariciar tu mejilla, como el día que os conocisteis, pero ahora estás bastante segura de que no tienes chocolate en la cara. Cierras momentáneamente los ojos para disfrutar del delicioso roce de sus dedos sobre tu piel.
Sus dedos se deslizan a lo largo de la línea de tu mandíbula, y acaban posándose bajo tu barbilla y alzándola para elevar un poco tu rostro, poniéndolo frente al suyo. Y sus ojos azul-grisáceos siguen atrapando los tuyos con su intensidad magnética.
Con cualquier otro hombre, este sería el momento perfecto que antecede al beso. En realidad, si por ti fuera, ahora mismo estaríais haciéndolo desenfrenadamente en alguno de los baños, pero te conformarías con (renunciarías a años de tu vida por) un simple beso.
Por si no ha quedado claro, ya hace un rato que se te han olvidado tus buenos propósitos de celibato, así como esa discreción que habías esgrimido como excusa ante Anne. Tienes a tu vecinito sexy ahí mismo, pegado a ti, en una de las atmósferas más románticas en que has estado en años, tocándote de forma sensual y tierna a la vez, diciéndote esas cosas tan bonitas y fijando en ti su mirada abrasadora...
Ya todo te da igual. Únicamente quieres que te bese. Tan solo un beso, ¡uno solo!
Ni siquiera hace falta que sea con lengua; aunque si es de los que les gusta a lo francés, estás ansiosa por probarle. Quizás hasta sabe a chocolate.
Apenas unos pocos centímetros separan vuestras bocas. Cierras los ojos, anticipándote al delicioso contacto sobre tus labios, pero este no acaba de producirse.
¿Por qué no te besa de una maldita vez?
De repente, él aparta su mano de tu rostro y retrocede un paso, alejándose de ti. Abres los ojos y ves que los suyos, tan seductores y decididos dos segundos antes, ya no están centrados en ti sino que miran de reojo hacia su derecha con gesto indeciso. Por reflejo, tu mirada sigue la suya, y ves a Anne y al doctor Dan bailando a pocos metros de vosotros.
Anne os está observando, y de nuevo hay dolor en sus hermosos ojos avellana.
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NA: De nuevo, me disculpo por el retraso en actualizar, he estado sin ordenador. Gracias de nuevo a quienes leáis esto, y aún más a quienes votáis y/o comentáis. ¡Cuidaos mucho!
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Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)
FanfictionFantasía romántica (y picante) con Eddie Brock / lectora, perfumada con el dulce aroma de unos cupcakes de chocolate y ambientada al ritmo de clásicos de los ochenta. Eddie Brock es tu vecinito buenorro del apartamento de enfrente. Te atrae una barb...