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En la pista de baile, al principio te mezclas con la gente de tu edad, pero al parecer, ver a una chica sola parece un reclamo para los solteros que están de buitreo. En otras circunstancias habrías considerado tus opciones, pero se supone que eres la "pareja" de Eddie y quedaría fatal que ligases con alguien más. Además de que ninguno de los que te entran se acerca siquiera a lo bueno que está él. Si vas a cambiar, que sea para mejorar; pero es difícil mejorar la perfección.

Entonces te vas a la zona donde están bailando los niños y los adolescentes y te pones a bailar con ellos. Esperas que eso sea suficiente para mantener alejados a los buitres.

Te pasas la hora siguiente bailando sin parar y riéndote con niños que no conoces, e intentas ignorar el hecho de que Eddie no deja de observarte con la misma expresión indefinible que puso al verte en la puerta de tu casa.

En un momento determinado, la orquesta detiene su música marchosa. Se hace el silencio y la pista se despeja de gente: ha llegado el momento del primer baile de los novios como marido y mujer.

Dan y Anne Lewis caminan al centro de la pista tomados de la mano, y la orquesta comienza a tocar una balada muy hermosa, aunque no sea de los ochenta que es tu época musical favorita. Los nuevos esposos se deslizan por la pista uno en brazos del otro, es el momento más romántico de todo ese ceremonial que son las bodas. Bueno, el más romántico en público, que ya se sabe lo que pasa en las noches de bodas.

Si Eddie está viendo esto, será una nueva puñalada en su corazón. No sabes dónde está: miras a tu alrededor, pero no le ves por ninguna parte. Probablemente cuando empezó esa música sabía lo que vendría a continuación y se ha retirado a la barra del bar para tragarse las penas... o ahogarlas en alcohol.

Sin ti al lado para vigilarle, ahora mismo debe de estar bebiéndose hasta el agua de los floreros. Como se haya pillado una cogorza, tendrás que ingeniártelas para sacarlo de allí sin que Anne le vea, y que así conserve la dignidad que se las ha estado arreglando para mantener.

Aun así, no puedes apartar la vista de la feliz pareja. La ternura con que se contemplan el uno al otro, la felicidad que resplandece en los rostros de ambos. Apenas les conoces, pero tú también estás celosa: celosa de su felicidad, por haberse encontrado. Pensando en tu catastrófica vida amorosa, te preguntas, con cierta melancolía, si alguna vez llegarás a bailar vestida de novia en brazos de un hombre que te mire con la misma devoción con la que el doctor Dan mira a su esposa. No haría falta que fuera tan guapo como Eddie, ni un gran médico como Dan Lewis: te conformarías con que fuera una persona decente y con que te quisiera de verdad.

Quizás estás pidiendo demasiado.

Cuando la canción termina, empieza otra balada lenta, y algunas parejas empiezan a sumarse a los novios en la pista de baile. Parece que después del rato de marcha, toca la hora ñoña.

Aprovechando la atmósfera romántica, un par de los buitres que te entraron antes aprovechan para volver a intentarlo pidiéndote bailar, y tú les rechazas amablemente pero con firmeza. Sería un buen momento para localizar a Eddie, despedirse y volver a casa, dudas que él aguante mucho si tiene que ver a los novios haciéndose carantoñas.

Comienza otra lenta más. A diferencia de las anteriores, esta sí es de los ochenta, y además te gusta muchísimo: "Lady in red". Sonríes, simplemente escuchando el principio. ¿No es genial ese sentimiento de anticipación cuando oyes los primeros compases de una canción que sabes que vas a disfrutar?

—Ah, esta me encanta... —comentas en voz baja, a nadie en particular; por lo que te sorprendes al oír la voz de Eddie a tus espaldas:

—Ya me lo imaginaba, por eso se la he pedido a la orquesta.

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora