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No tienes el físico de una top model (aunque tampoco estás mal) ni la inteligencia de una científica. No tienes superpoderes ni habilidades especiales, no sabes luchar ni tampoco eres una gran espía.

Pero eso no te preocupa. Estás relativamente satisfecha con quién y con cómo eres, y aunque no seas perfecta estás trabajando en esos aspectos que necesitas mejorar. Te gusta leer, ver series, ir al cine, fantasear con guapos famosos, divertirte con tus amigos... Nada especial.

Te consideras bastante normal. Tampoco es que eso tenga algo de malo, al contrario. No necesitas ser una superheroína para ser feliz.

Sin embargo, sí que destacas en una cosa: tu talento culinario, más concretamente repostero. Eres una diosa de los dulces, capaz de elaborar creaciones espectaculares con cualquier fruta, especia o fruto seco.

Pero por encima de todo, haces magia con el chocolate. Tartas, cremas o pasteles, y postres de todo tipo, aunque tu especialidad, como ya hemos dicho, son los cupcakes.

Con cierta humildad, consideras que no tiene mucho mérito crear delicias cuando hay chocolate de por medio. Empleas, eso sí, el mejor chocolate belga que te puede suministrar tu mayorista, y en eso te dejas la mayor parte de tu sueldo. Por muy hábil que uno sea, es difícil tener buenos resultados si no se invierte en materias primas de calidad.

Aparte de tu talento para la repostería, lo único destacable de ti es tu habilidad para encadenar relaciones desastrosas una tras otra. Desde el instituto, pareces tener un imán para los novios tóxicos.

El último de ellos, un bueno para nada llamado Trevor, era un fan de las inversiones digitales sospechosas y te esquilmó hasta el último centavo que tenías ahorrado para tu futura pastelería antes de desaparecer.

También se llevó el contenido de la caja registradora de la pastelería de franquicia en la que trabajabas entonces, lógicamente te echaron.

Sin trabajo, y sin dinero para pagar tus materiales ni tampoco el alquiler, te viste obligada a apretarte el cinturón a fondo. Por ejemplo, cambiar tu pequeño pero coqueto apartamento de Sunset por un tugurio infecto en un barrio de mala muerte. La primera vez que viste el agujero que ahora es tu hogar, con humedades y desconchones en las paredes y con una plaga de cucarachas, tuviste ganas de llorar.

Pero no lo hiciste. Algo bueno de estar acostumbrada a tener novios que te joden y no solo en el buen sentido, es que la resiliencia se te desarrolla cantidad.

Empezarías de nuevo, otra vez. Como el Ave Fénix, resurgirías de tus cenizas, y encontrarías otro trabajo y volverías a ahorrar dinero para poner en marcha tu sueño.

Y en ello andas.

Has limpiado a fondo y arreglado el piso, que ha pasado de estar añejo y asqueroso a solo añejo. Tras una batalla campal, ganaste la guerra y te deshiciste de las cucarachas, algo imprescindible para tu profesión (no puedes dedicarte a cocinar en un lugar donde haya plagas de ningún tipo). Has arreglado y pintado las paredes, y redecorado en la medida de tus limitadas posibilidades. El resultado es sencillo, pero suficiente.

Has encontrado trabajo de camarera en una cafetería a un par de manzanas de tu nueva casa. No te harás rica y los pies te matan tras cada turno, pero has podido hacerte con un buen horno de segunda mano y hasta puedes permitirte ahorrar un poco para volver a comprar tus ingredientes habituales, siempre que no derroches en otros aspectos. Tus cenas son muy simples, a base de sándwiches de jamón y queso; y puede que hasta pases un poco de hambre, pero te viene bien para mantener la línea, que ya sufre bastante al tener que probar tus creaciones.

También te has marcado una regla: prohibido socializar y aún más prohibidos los ligues, solo trabajo. Está claro que tienes una pésima puntería para los romances y que cada vez que te involucras con un hombre la cagas más.

De modo que... nada de tíos, te prometes. Rien de rien, nothing at all, nasti de plasti.

Y lo llevas a rajatabla, al menos hasta que el vecinito buenorro del piso de enfrente llama a tu puerta.

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora