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Ya que ellos se han sincerado, tú deseas hacer lo mismo:

—Es mejor así, y no solo por ti, Eddie, también por mí. Hace tiempo, me hablaste de que tenías cierta... situación compleja. —Los dos miráis hacia Venom—. Yo también tengo la mía. No es ni mucho menos tan insólita como la tuya, pero... Simplemente, no se me dan nada bien las relaciones.

«A quién se lo vas a decir».

Eddie vuelve a reprochar con la mirada a Venom su malicioso comentario.

—Lo mío es peor, seguro. Ya conocisteis ayer a Trevor... y me avergüenza decir que no es el peor de mis ex novios. Todas mis relaciones acababan siendo tóxicas y dolorosas, y estoy intentando huir de cualquier asunto que suponga complicaciones. Y a vosotros... parece que os persigue el caos.

—Sí, lo has definido bastante bien —asiente Eddie, con paciente resignación.

—No sé si pueda lidiar con eso. No quiero más caos en mi vida, lo que yo necesito es...

—...Necesitas a alguien que te haga sentir segura —completa él por ti—. No alguien que te haga sentir en una montaña rusa hasta el punto de hacerte vomitar.

No sabes de dónde ha sacado esa idea, ni por qué lo dice con tanta amargura.

—No. Lo que necesito es estar sola. Necesito paz y tranquilidad para encarrilar mi vida, e intentar sacar adelante la pastelería que siempre he querido. Es decir, no es por vosotros, esto se lo habría dicho a cualquiera... aunque admito que vosotros os lleváis la palma. —Te ríes.

—Entiendo —asiente tu vecino.

—Viendo nuestros respectivos historiales, es obvio que ninguno de los dos estamos listos para una relación.

«¿Quién está hablando de algo tan aburrido como una relación?» salta Venom. «Hablamos de echar una cana al aire, de bailar el mambo horizontal, de quitaros las telarañas, de la curación sexuaaalll» canturrea, en una imitación realmente penosa de Marvin Gaye. Tú alzas una ceja en una mueca de vergüenza ajena, mientras que Eddie resopla y pone los ojos en blanco, hastiado.

—¿Ves lo que tengo que aguantar?

—¿Y es así todo el tiempo?

—Veinticuatro horas al día, siete días a la semana —contesta, con gesto agotado—. A menos que tenga hambre, claro. Entonces, es peor.

—Uf, qué mal. —Ahora te da lástima otra vez.

Los dos os quedáis en silencio unos instantes, no sabes qué decir.

«Esto es muy incómodo», oyes comentar a Venom.

—Podríamos ser amigos —acabas proponiendo. Eddie parpadea, como si le hubieras tomado por sorpresa.

—¿Amigos?

—Sí, por lo menos durante... —Pero Venom no te deja acabar la frase:

«¡¡Amigos con derechos, cojonudo!!» exclama, dejándote patidifusa. «¡Con todas las ventajas, y cero obligaciones...!»

—¡¿Quéee?! —Abres mucho los ojos, al igual que Eddie, el cual se ha puesto de todos los colores:

—¡No, nada de "con derechos"! —reprende al simbionte—. Está hablando de una amistad normal y corriente, ¿verdad? —Te mira, buscando tu conformidad; y tú no puedes hacer más que asentir con cara de circunstancias. ¿Qué otra cosa puedes decir, que en el fondo le tienes más ganas que el coyote al correcaminos?

«¡Oooh!» Venom parece decepcionado. «¿Ni siquiera una noche loca de vez en cuando?»

—¡No! —contesta él, tajante—. ¡Nada de se... nada de... eso! —Tú estás un poco avergonzada por el rumbo que ha tomado la conversación, pero Eddie parece estar pasando mucho peor rato que tú: hasta parece darle vergüenza mencionar la palabra "sexo" delante de ti. No parece el mismo tipo que el otro día te llevó a la luna con apenas unos besos y unas caricias.

«Eres un muermo», replica el simbionte con tono despectivo; pero Eddie se limita a sacudir la cabeza con otro suspiro de paciencia.

—No le hagas ni caso —te aconseja, e intenta retomar lo que estabais hablando antes de la interrupción—. ¿Dices que seamos amigos?

—Bueno... solo si quieres —respondes, vacilante. Ya no estás tan segura.

«¡¡No necesitamos amigos!!», prorrumpe Venom, con territorial agresividad. «¡Nos bastamos a nosotros mismos!»

—Pues a mí sí que me gustaría hablar con alguien más de vez en cuando —dice Eddie—. Alguien humano a quien no le tenga que mentir...

«Puedes hablar con Anne y con Dan»

—Ellos han comenzado su vida juntos. No podemos andar entrometiéndonos todo el tiempo, sería muy raro.

«...O con la señora Chen»

—Un día dijiste que querías comértela porque se había quedado sin chocolate en su tienda.

«Eso también era una forma de hablar, no lo decía en serio»

—Eh... —murmuras—. No quiero ser un problema, así que mejor me voy... —Comienzas a levantarte, pero ambos exclaman a la vez:

—¡No!

«¡No!»

Vuelves a dejarte caer en el asiento, intimidada.

—¿Me dejas hablar a mí? —exige Eddie al simbionte, y este obedece a regañadientes—. Claro que queremos que seas nuestra amiga.

—No veo que lo tengáis tan claro. —Diriges tu mirada hacia Venom, a lo mejor te ha pillado manía por tu metedura de pata con el cerebro cocinado—. No pasa nada si no te caigo bien, de todos modos seguiré guardando vuestro secreto.

«Claro que me caes bien, dulzura. Me caes mejor que bien. Pero no necesitamos una amiga, sino...»

necesitamos una amiga —le corta Eddie, y después añade—. Nos vendrá bien tener a alguien cerca en quien podamos confiar. Si tú estás dispuesta a eso.

—Si me garantizáis que mi integridad física no corre peligro... —bromeas, y él se echa a reír.

—Te prometo que tu integridad física está a salvo, pero no respondo tanto por tu estabilidad mental.

—Total, tampoco he tenido nunca mucho de eso... —continúas con la broma, y le alargas la mano, como para sellar el acuerdo—. Entonces... ¿amigos?

—Amigos —confirma Eddie, estrechándotela con una sonrisa.

Tú también sonríes, más que nada para disimular la oleada de sensaciones y emociones que te asalta en un segundo cuando notas el tacto de su mano, tan suave, cálida y fuerte.

Piensas (por primera vez, aunque no será la última) en lo difícil que será mantener una amistad meramente platónica con un hombre que te hace derretir cada vez que te toca, aunque solo sea para estrecharte la mano.

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora