Con el correr de las semanas, Eddie y tú vais tomando confianza; toda la confianza que se puede tomar cuando vuestros únicos contactos son corteses saludos al encontraros en el vestíbulo y cuando os veis en la periódica entrega de cupcakes. Él ha estado en tu casa, a veces le invitas a pasar a la cocina cuando viene a recoger su "dosis" de chocolate; pero tú aún no has estado en la suya: siempre te quedas en su puerta el mínimo de tiempo imprescindible para darle su bandejita, y vuelta para tu casa.
Algunas veces, a través de la pared, le sigues oyendo discutir con ese amigo suyo que tiene la voz tan rasposa, aunque nunca llegas a distinguir en concreto lo que dicen. Jamás has visto a ese amigo, seguramente hablan por el altavoz de su móvil, pero por el tono que percibes, parece que el tal amigo tiene bastantes malas pulgas. Por lo que sabes, no habla con nadie más.
Tu curiosidad por Eddie aumenta y, pese a que intentas resistirte, acabas buscando información sobre él en Internet. Extrañamente, no tiene cuenta en ninguna red social, parece que es super celoso de su privacidad; pero te encuentras con algunos resultados interesantes.
No solo es un reportero de investigación, como comentó, sino que además es muy bueno en su trabajo. Al parecer, gracias a sus investigaciones destapó a una corrupta corporación genética que estaba haciendo experimentos ilegales; y hace unos meses, consiguió averiguar dónde estaban enterradas las víctimas de un despiadado asesino en serie tras tan solo una entrevista con él.
Tal vez habría sido mejor no saber nada de eso. Ahora no solo te pone cachonda, sino que además, te parece intrépido y brillante. Estás empezando a admirarle, y eso no es bueno.
Hoy te lo has vuelto a encontrar en el vestíbulo de vuestro edificio y, aunque por suerte no estás en bata y zapatillas, acabas de terminar un turno doble en la cafetería y tu cara demacrada podría ganar un concurso de cosplay de The Walking Dead.
Pero no queda otra, porque los dos estáis sacando el correo de vuestros respectivos buzones, y el tuyo es monotemático: facturas, facturas, facturas. Bueno, algún panfleto publicitario se ha colado por ahí para animar la cosa, pero la estrella de tu correspondencia son las deudas. Y las puñeteras no se pagan solas.
Resoplas con cansancio, poniendo un sobre tras otro y esperando que en tu cuenta haya lo suficiente para pagar todo y no te quedes otro mes en números rojos. Es deprimente, pero nada nuevo: salvo la pequeña cantidad que apartas de cada paga para comenzar algún día tu futuro negocio de pastelería, estás acostumbrada a vivir al día.
Por pura curiosidad echas un vistazo de reojo a Eddie, el cual también está revisando su correo. Tiene menos que tú, pero entresaca uno de los sobres del montoncito, lo rasga y examina su contenido durante un largo rato; su cara es una oda a la desolación. Debe de ser una deuda de las gordas, piensas.
Al final te pica más la curiosidad y no puedes evitar estirar el cuello para ver de qué se trata (serás cotilla), y lo que está mirando con tanta tristeza no es en absoluto lo que esperabas. Es un rectángulo de cartulina satinada, festoneada en dorado y con la típica tipografía fantasiosa de...
—¿Una invitación de boda? —se te escapa de pura sorpresa.
Él gira su rostro hacia ti y tú bajas el tuyo, avergonzada de que te haya pillado fisgando:
—Perdón —murmuras.
—No te preocupes —contesta él, pero por su tono lúgubre parece que ha recibido la comunicación de un funeral, más que un anuncio de boda.
—Que te inviten a una boda está genial, ¿no? Hay fiesta, comida gratis, barra libre... —Muchas opciones de ligue, quieres añadir, pero en realidad ya no te atreves a hacer alusión a nada romántico o sexual cuando estás con él. No quieres que piense que le estás insinuando nada.
Pero sus pensamientos parecen estar a mil kilómetros de cualquier tema festivo o sexual.
—Eso depende de quién vaya a casarse.
—¿Y quién va a casarse?
—Anne, mi ex.
Y entonces lo entiendes todo. En especial, por qué esa belleza de hombre sigue soltero.
ESTÁS LEYENDO
Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)
FanfictionFantasía romántica (y picante) con Eddie Brock / lectora, perfumada con el dulce aroma de unos cupcakes de chocolate y ambientada al ritmo de clásicos de los ochenta. Eddie Brock es tu vecinito buenorro del apartamento de enfrente. Te atrae una barb...