—¡¿Trevor?!
Tu ex novio, el que desapareció dejándote en la ruina más absoluta hace casi un año, está en tu dormitorio revolviendo tus cosas. No hace falta ser adivina para suponer que no es tu ropa interior lo que le interesa. Busca lo de siempre: dinero.
Trevor Cole sigue siendo un chico guapo, con aire sensible y soñador. Es lo que te atrajo de él en primer lugar. Pero en su interior es una alimaña manipuladora y egoísta, al que no le importa a quién hace daño con tal de obtener sus fines.
Siempre estuvo obsesionado con hacerse rico, pero carece del ingenio para pensar en ideas revolucionarias y de la voluntad de trabajar duro para conseguir sus metas. Eso sí, engañar y utilizar a los demás se le da de maravilla.
Al igual que lo tuyo son los pasteles y los cupcakes, la especialidad de Trevor son las inversiones ruinosas, las apuestas y los chanchullos de todo tipo. Algunos le salen bien, pero la mayoría no. Y eran mazazos en vuestra estabilidad económica y de pareja, hasta que ocurrió lo que ocurrió.
—¡T/n! —te saluda como si os hubierais encontrado casualmente en la calle, y no te lo acabases de encontrar registrando tu habitación—. Por fin has llegado. Qué suerte haberte pillado, parece que ibas a mudarte, ¿no?
Se acerca a ti con aire entusiasmado y te abraza, plantándote un beso en los morros sin que tú, estupefacta por la sorpresa, te resistas.
—Cuánto me alegro de verte, nena, estás preciosa.
Una mentira descarada, porque llevas dos días sin dormir en condiciones y tu rostro acusa el cansancio físico y mental, pero es una prueba de su carácter adulador cuando necesita algo de ti.
—¿Qué haces aquí, Trevor? —respondes con tono helado—. ¿Y cómo sabías dónde vivo?
Él te cuenta que abordó a una amiga común de ambos y fingió estar muerto de añoranza por ti para que esta, compadecida, le diera tu dirección. Tomas nota mental de no volver a dirigirle la palabra a esa estúpida.
—¿Y cuál es la razón real de que estés aquí?
—Te echo de menos, de verdad —comienza, pero cuando le lanzas una mirada escéptica, reconoce—. Y necesito dinero.
—Pfff... qué novedad. —Te cruzas de brazos con aire despectivo.
—T/n, hablo en serio... estoy en un lío.
—Eso tampoco es novedad.
—Pero este lío es gordo, nena. Me he metido en una movida con unos tipos muy chungos, y salió mal. Y me matarán si no les pago.
Te desprendes de su abrazo. Hubo un tiempo en que verle en todos los problemas en que se metía te desesperaba y te quitaba el sueño. Pero después de lo que te hizo, lo que te gustaría es que sus acreedores le localizasen y, matarle puede que no, pero no llorarías si le rompiesen ambas piernas y le dejasen tirado en una cuneta.
—A mí qué me cuentas, métete en el Juego del Calamar. O podrías, no sé, trabajar. ¿Lo has probado? ¡Es un método revolucionario!
Ahora es él quien esboza un rictus despectivo.
—Trabajando no conseguiría reunir la cantidad que necesito ni en mil años.
—¿Y por eso has venido a robarme lo que yo he ganado matándome a trabajar?
—No es robar —te corrige con aire ofendido—. Solo lo tomo prestado, te prometo que te lo devolveré.
Sí, igual que te devolvió lo que se llevó al marcharse. Y mucho más dinero antes de eso.
—Si ya has acabado de registrar mi cuarto, habrás visto que no tengo dinero. De lo contrario, no estaría viviendo en este cuchitril.
—Ya, es cierto... —murmura con aire contrariado, y de repente entrecierra los ojos al caer en la cuenta—. Ahora que recuerdo, tú no guardabas las cosas de valor en el dormitorio, lo hacías en la cocina. Es tu lugar favorito.
El corazón se te cae a los pies al recordar el sobre con la fianza que tienes en uno de los cajones. Es una mierda que alguien te conozca tanto como para poder identificar tus puntos débiles.
***
NA: No tenía pensado hacer esto, pero qué coño...
¡Maratón para agradeceros los +1K de votos! Sin el apoyo de todas/os vosotras/os habría sido imposible. Espero que disfrutéis lo que viene...
(no, no es el smut final, para eso aún queda, pero es una parte que creo que estabais esperando...) 👀
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Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)
FanficFantasía romántica (y picante) con Eddie Brock / lectora, perfumada con el dulce aroma de unos cupcakes de chocolate y ambientada al ritmo de clásicos de los ochenta. Eddie Brock es tu vecinito buenorro del apartamento de enfrente. Te atrae una barb...