Para agradecerte el regalo (al menos lo de la tarta, que sí que va a tener éxito seguro), te pide que te quedes a cenar en su casa, y tú accedes, ya sí. Por fin vas a cenar con Eddie Brock.
Aunque no se trate de una de esas cenas románticas a la luz de las velas ni con platos refinados: improvisáis un picoteo con fiambres, queso y galletas saladas, todo regado en abundancia con la cerveza que Eddie ha tenido que sacar de su nevera.
Venom está extrañamente callado. Supones que sigue enfadado por el fiasco del cerebro hervido, pero Eddie no parece darle más importancia que la que da un padre a la rabieta de su hijo pequeño. Estáis comiendo en el sofá, frente a la tele encendida, pero no le hacéis el menor caso; y de hecho Eddie acaba bajando el volumen porque no paráis de hablar. Tú le cuentas todas las novedades del día, incluyendo la buena noticia de que no tendréis que preocuparos más por Trevor; y él te relata con más detalle las circunstancias que le llevaron a encontrar y fusionarse con Venom, en el transcurso de sus investigaciones sobre la Fundación Vida.
No es exactamente una cita pero ahí estás, cenando a solas (lo de "a solas" es un decir) con Eddie Brock. Siempre creíste que en una situación así estarías tremendamente nerviosa, pero la verdad es que te sientes bastante relajada y a gusto. Tal vez es porque empiezas a ver a Eddie como una persona, con su historia y sus preocupaciones con las que puedes empatizar, y no solo como un sexy objeto del deseo. Por un momento, casi te olvidas de que es el tío buenorro por el que has estado babeando prácticamente desde que le conociste.
—¿Alguien más sabe lo de Venom? —le preguntas cuando ya estáis partiendo la tarta y colocando un par de porciones en platos para el postre.
—Anne... —Cómo no. Ahora que recuerdas, ella intentó advertirte en el cuarto de baño, durante la celebración de su boda—, Dan, y... la señora Chen.
—¿La señora Chen? —repites, asombrada. No te parece el tipo de persona fiable a la que confiarías un secreto del que depende tu vida.
—Se enteró por accidente, y me guarda el secreto siempre que le demos protección a su tienda.
Sí, eso te cuadra más.
—¿Y cómo os las arregláis? Quiero decir en el día a día —sigues preguntando, y Eddie se encoge de hombros.
—Intentamos ser discretos, lo cual es algo difícil teniendo en cuenta que a Venom le gusta comer cerebros humanos. Pero cada uno cedemos un poco y hemos llegado a cierto... arreglo.
La cabeza del indignado simbionte surge de la espalda de Eddie para protestar:
«¡Soy yo quien cede siempre! ¡Dijiste que me podía comer a los malos pero nunca me dejas hacerlo!»
Eddie percibe tu expresión de sorpresa, porque te explica:
—Le dije que, si se comía a alguien, debíamos asegurarnos de que fuera malo de verdad, algún criminal peligroso o algo parecido. Así, por lo menos, librábamos a la sociedad de maleantes, como una especie de... servicio público.
—Igual que Dexter —supones tú. Él pone cara de no entender, de modo que aclaras—. El de la serie de la tele.
—No... no la he visto. Lo malo es que, en la práctica, no es tan fácil distinguir quién es malo de verdad y quién no. Solo podemos estar seguros en casos muy evidentes, como con Cletus Kasady.
Otra vez ese nombre, ¿de qué te suena? Tras pensarlo un poco, lo recuerdas:
—¡Es... es el asesino serial al que entrevistaste! ¡Y averiguaste dónde había escondido los cadáveres de sus víctimas!
Venom carraspea ruidosamente, y Eddie suspira:
—En realidad, fue él —admite, señalándole.
«De nada, colega»
—Entonces, ¿te comiste a Cletus Kasady? —le preguntas, pasmada.
«¡Y encima estaba correoso!», refunfuña el simbionte.
—Es una historia muy larga... —añade Eddie, y te cuenta cómo durante la última entrevista con Kasady, Venom se dejó un pedazo de sí mismo, que se transformó en otro simbionte mil veces más sanguinario que él llamado Carnage que se fusionó con Kasady, y que estaba obsesionado con matarlos a Eddie y a él.
«Un verdadero cabronazo, y encima de los rojos. Creí que no lo contábamos»
—Dímelo a mí —concuerda Eddie, y tú te quedas pensando en el comentario de Venom "...y encima, de los rojos". Por eso a tu vecino no le gusta ese color—. Pero nos libramos por los pelos, Venom se comió a esos dos y por alguna extraña razón Mulligan, el policía que estaba a cargo de la investigación, se conformó con los restos de Kasady y nos dejó en paz. De lo contrario, tendríamos que haber huido del país.
«¿No te parece raro que Mulligan estuviera tan empeñado en enchironarnos y que luego, de la noche a la mañana, se olvidara de nosotros?»
—Supongo que sí... —Él se acaricia la barbilla, reflexionando—. Me imagino que tendría otras cosas más importantes de las que preocuparse.
—Eddie... —titubeas por un segundo—. ¿Puedo hacerte otra pregunta? Una más... personal.
Él sigue disfrutando de la tarta, la cual, aunque está mal que tú lo digas, te ha salido mejor que nunca.
—¿Mmm? Claro, por qué no. Ya que nos estamos sincerando...
—¿Anne te dejó por... por causa de Venom?
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Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)
FanfictionFantasía romántica (y picante) con Eddie Brock / lectora, perfumada con el dulce aroma de unos cupcakes de chocolate y ambientada al ritmo de clásicos de los ochenta. Eddie Brock es tu vecinito buenorro del apartamento de enfrente. Te atrae una barb...