-7-

2.6K 300 41
                                    

Como sigues sin aceptar su dinero, Eddie se siente obligado a compensarte de alguna forma y un día te lleva a la tienda de veinticuatro horas del barrio, donde él suele hacer la compra; y te presenta a la dueña, una tal señora Chen.

Al parecer ha hablado con ella y la ha convencido para que te dé una oportunidad para vender tus cupcakes en su tienda. Ya vendes algunos de ellos a la cafetería en la que trabajas, pero no es suficiente.

La señora Chen te mira de arriba abajo como evaluándote, y después examina tu licencia de manipulación de alimentos antes de probar uno de tus cupcakes. Está molesta porque, por lo que descubres, Eddie le compraba un montón de chocolate antes de llegar tú y al parecer le has jodido el negocio.

Pero en cuanto toma el primer bocado se le pone cara de orgasmo (ya has visto esa reacción decenas de veces) y decide que, si no puede vencer a su enemigo, lo mejor es unirse a él. Dicho de otro modo, que reservará una zona en uno de los estantes de ultramarinos para vender tus dulces artesanos.

La tasa que te cobra por cada venta de tu producto que haga en su local es claramente abusiva, pero no dices nada: por algún sitio hay que empezar. Está claro que quiere recuperar a tu costa el dinero que deja de ganar con Eddie, al cual le vas a seguir regalando los cupcakes. Tal y como os mira a Eddie y a ti, parece pensar que se los cobras en especie. "Qué más quisiera yo, señora", suspiras para tus adentros.

Al día siguiente, te llevas una agradable sorpresa cuando, al regresar al establecimiento, ves el estante vacío, y no porque los haya tirado, como temías. Al parecer, tus cupcakes son un éxito, sobre todo entre los fumetas de madrugada, los cuales entran en la tienda con antojo de cosas dulces, según te informa la señora Chen. En resumen, que vuelve a hacerte otro encargo mayor. No cabes en ti de alegría. Los encargos se suceden, y pese a la miseria que ganas con cada uno, por fin empiezas a ahorrar un poco.

Para agradecer a Eddie que te gestionara el contacto, le haces una tarta "Muerte por chocolate", que rebosa de cacao. Él parece muy feliz al recibirla, y te invita a pasar a su casa para tomar un trozo con una taza de café, y celebrar el "despegue de tu negocio". Tú inspiras hondo, ríes nerviosamente, y le dices que gracias, pero que tienes cosas que hacer.

Como la otra vez, parece tomarse el rechazo con bastante deportividad: vuelve a agradecerte la tarta y entra en su casa con ella. Cierra la puerta tras de sí, pero no antes de que tengas una deliciosa visual de su trasero. Hasta su culo es perfecto, joder.

Y esa es otra de las cosas que te intrigan de él: con todo el chocolate que traga, no te explicas cómo puede tener ese cuerpazo. Tal vez vaya al gimnasio a quemarlo sin que tú lo sepas (aunque nunca lo has visto con atuendo o bolsa deportiva); o más probablemente tiene un metabolismo cojonudo que lo quema todo por su cuenta. Hay cabrones (y cabronas) con esa suerte.

Tú no tienes esa suerte. Tú batallas con las calorías como cualquier hija de vecino, y el único chocolate que consumes es cuando haces las pruebas de tus creaciones o cuando estás tan arruinada que lo único que tienes para comer son los restos de tus dulces. Estás a dieta de comida, y estás a dieta de hombres; y resulta que lo segundo te está costando infinitamente más que lo primero. Algo paradójico, dedicándote tú a la restauración.

Pero tu vecinito no te lo está poniendo fácil.

"Por favor, deja de invitarme a quedar". Cada vez que te hace una oferta así, te resulta más difícil encontrar fuerza de voluntad para resistir. Tu cerebro dice que ni se te ocurra meterte en más líos con hombres y que sientes la cabeza de una puta vez; tu cuerpo dice "¿A qué esperas, reina? ¡Por favor, mira ese culo!". Y tu corazón... no sabe qué hacer. Tal vez tiene miedo a que le vuelvan a hacer daño.

Es como esa película clásica con Marilyn Monroe, "La tentación vive arriba".

Pues en tu caso, la tentación vive en el piso de enfrente y se llama Eddie Brock.

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora