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Desearías volver a reírte, pero no puedes. Si te pincharan con una aguja, no te saldría la menor gota de sangre.

Y si no estuvieses sentada, ahora mismo te habrías caído de culo.

—¿Con lo de participar, te refieres que tú quieres... hacerlo... conmigo? —susurras, mientras una nueva sensación de irrealidad te invade.

«Con los dos en realidad, no es cosa de discriminar»

—Me largo. Buenas noches. —Te levantas como un resorte, necesitas alejarte de esa criatura y de esa conversación que de repente se han convertido en una pesadilla. No porque amenacen tu integridad física, sino otra cosa, mucho más íntima: tu sentido de la decencia y la moral. Dicho así suena a mojigato, pero es verdad.

«¡Espera, dulzura!». La cabeza del simbionte se estira hasta interponerse en tu camino hacia la puerta, de nuevo está sonriente: «Antes de decir que no de entrada, tómate un tiempo para pensarlo».

—¿Pensarlo, crees que hay algo que pensar? —saltas, indignada—. Que te dejase mirar ya era raro, pero esto... ¿tienes idea de lo que me acabas de sugerir? Es antinatural, es... como esos degenerados a los que les pone hacérselo con animales.

«Ya te dije que... no soy un animal» se defiende, con tono agresivo. Has vuelto a ofenderle, como cuando bromeaste antes llamándole mascota.

—Pero tampoco eres humano, sino una criatura de otro planeta. Para mí es parecido. Dios, no puedo creer que estemos teniendo esta conversación... —murmuras para ti misma.

«¿Crees que Eddie es un degenerado por lo que hacemos?»

Giras el rostro para contemplar de nuevo a tu vecino dormido, tan hermoso en su sueño como la princesa Aurora. No, en ese rostro no puede caber la menor mancha moral posible, al menos para ti.

—No —admites en voz baja—. ¡Pero entre vosotros dos es diferente! Nunca podré comprender el alcance de lo que tenéis, no podría juzgaros. Y él está tan solo... necesita calor y afecto, venga de donde venga.

«Yo también necesito calor y afecto»

—Pensé que a los de tu especie solo les interesaba matar y comer.

Venom responde con una risita:

«¡Ah! Es más complicado que eso. Fuimos creados para ser los mejores soldados, pero cuando establecemos un vínculo simbiótico perfecto con nuestros anfitriones, es como si nos volviésemos uno. Ellos adquieren nuestra fuerza y nuestros poderes, incluso parte de nuestro instinto agresivo; y nosotros adquirimos en parte su personalidad y emociones. Compasión, empatía, necesidad de afecto... eran conceptos que no conocía hasta que me fusioné con Eddie. Él... me infectó con todos esos tontos sentimientos».

Vuelves a sentarte. No deberías estar dándole cancha, deberías marcharte ahora mismo sin darle opción a seguir hablando, acabará liándote.

Pero no puedes evitarlo: tu curiosidad es más fuerte.

—¿Y eso qué tiene que ver con que quieras tener... sexo... con una mujer?

«Simplemente me apetece probar algo nuevo. Yo... exploré la memoria de Eddie, sus recuerdos de cuando lo hacía con Anne. Parece bastante divertido».

Cierras los ojos y sacudes la cabeza, tratando de eliminar de tu mente la odiosa imagen. No, no quieres imaginarte a Eddie haciendo el amor con Anne, no puedes hacerlo sin que los celos te apuñalen en el corazón como cuchillos al rojo vivo. 

De alguna forma extraña, no es eso lo que sientes cuando te lo imaginas haciendo lo mismo con Venom. Con él es distinto. Te produce cierta incomodidad el hecho de que sean de diferente especie, pero no te sientes tan dolida o amenazada. Por alguna razón que desconoces, la idea de ellos dos teniendo sexo te parece más armoniosa, por chocante que resulte a priori.

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora