Eddie te abre la puerta de su casa, y por un momento se queda pasmado al verte tan cargada de cosas.
—¿Me echas una mano? —le pides, lo que le hace reaccionar.
—Sí, claro, perdona. Wow. —Y se apresura a descargarte de lo que más abulta de lo que llevas, una enorme tarta de dos pisos. De chocolate, claro, ¿había que decirlo?
—Como ayer queríais tarta, aquí os la traigo. Espero que sea un regalo de agradecimiento más digno de "su majestad" —añades burlona, refiriéndote a Venom. Tu vecino sonríe por la broma, pero este se lo toma en serio:
«Es un poco más aceptable», declara todo digno, emergiendo de la espalda de Eddie. Tú respingas un poco, aunque menos que ayer. Vas a tener que acostumbrarte a esas apariciones por sorpresa.
—Me extrañó que no vinierais esta mañana cuando me puse a preparar la tarta —comentas, sabiendo que durante un buen rato tu casa estuvo oliendo a bombonería.
—Fue tentador, pero pensé que después de lo de ayer, quizá necesitarías algo de tiempo —contesta Eddie—. Oye, tengo tu camiseta —añade, y tras tomarla del respaldo de una silla te la entrega—. Gracias por prestármela ayer. No la he lavado porque soy un poco desastre con esas cosas y a lo mejor te la estropeaba. Seguramente ya te la habré dado de sí al ponérmela...
—No te preocupes, yo la lavaré —dices con aire despreocupado. Pero es mentira, no vas a lavarla nunca más. De hecho, no piensas volver a ponértela en tu vida: vas a guardarla como recuerdo. Contienes el impulso de llevártela a la nariz y aspirar hondo para comprobar si se le ha quedado su olor; ojalá sea así.
Dios, te estás comportando como la fan desquiciada de una estrella de Hollywood o de algún cantante famoso.
—¿Qué es eso? —pregunta él, señalando la otra cosa que traes, una cacerola tapada.
—Digamos que es un experimento. También es para Venom.
«Dos regalos para mí, ninguno para ti», le restriega este a Eddie. «Lo cual tiene lógica, teniendo en cuenta que ayer fui yo el héroe que la libró del ridículo ese»
—La tarta es para los dos —puntualizas.
Eddie te acompaña al interior, pidiéndote disculpas por el desorden. No hay hall de entrada, y ves que las paredes exteriores son de tipo rústico, como imitando ladrillo... aunque quizás no sea imitación y simplemente nadie se ha preocupado de enyesarlas o encalarlas. La estancia principal es diáfana, sin separación entre habitaciones; y combina cocina-comedor (super básica), sala de estar (igual de básica) y un puesto de trabajo al fondo. Todo es muy simple, lo único que se ve lujoso ahí es el pedazo de televisor frente al sofá de cuero. Esa tele es nuevecita y de 70 pulgadas como mínimo, tal vez más. La tuya tiene 24 pulgadas y es de segunda mano.
Es la primera vez que estás en casa de tu vecino, y aunque se ve que este hace esfuerzos para mantenerla decente, está tan desordenada como cabría esperar del apartamento de un soltero. Además, el techo está lleno de agujeros reparados con mejor intención que habilidad. Dado que Venom, en su forma completa, mide más que la altura de ese piso, es fácil deducir qué ha causado esos agujeros.
Tu vecino abre su refrigerador (ese donde habías temido que acabaría tu cabeza) y empieza a sacar cervezas para hacer sitio para la tarta. Entretanto, tú dejas la cacerola en la pequeña isla de la cocina, pero Venom (otro cotilla igual que tú) no tarda en proyectar uno de sus tentáculos para agarrar el asa de la tapadera y destaparlo:
«Ooohhh», gruñe apreciativamente al ver los sesos de res que compraste en la carnicería.
—Pensé que te gustaría. Hay otras formas de conseguir cerebros, que no sea comiéndose a la gente.
«Gracias, dulzura. Cada vez me caes mejor». Y sin más, Eddie empieza a recubrirse de ese "chapapote" negro que viste ayer y a aumentar de tamaño. En un periquete tienes ante ti de nuevo a la versión gigante y actualizada de Venom, el cual aferra los sesos y se los lleva a la boca para desgarrarlos con sus afilados dientes, con evidentes muestras de satisfacción.
Al menos al principio, porque tras unos segundos masticando, su rostro se retuerce en una mueca de repugnancia y los escupe violentamente contra la pared, rugiendo:
«¡¡Qué asco!!»
—¿No te gustan? —preguntas, desconcertada.
«¡¡No!! ¡Están cocinados!»
—¡Claro que están cocinados! —Los habías hervido antes de salir de casa—. A poco querías que te los trajera crudos... —Mientras hablas, caes en la cuenta de que deberías haber hecho precisamente eso: Venom tiene los hábitos alimenticios de un carnívoro depredador, por lo que debe de preferir la carne cruda a la cocinada—. Huy.
«¡Vaya mierda, les has quitado toda la sustancia!»
—Lo siento... —siseas, esperando no haber enojado mucho al simbionte. Para "rescatarte" de su ira, Eddie se apresura a tomar de nuevo el control de su cuerpo. Tú contemplas su transformación con las cejas alzadas en un gesto de perplejidad, si bien ya te estás empezando a acostumbrar a esa extraña visión.
—Vale, es suficiente. T/n lo ha hecho con la mejor intención. —Eddie te defiende ante Venom, y tras escuchar a este, se dirige hacia ti—. Dice que un cerebro cocinado le sabe como nos sabrían a nosotros las galletas dietéticas de avena, esas que no saben a nada.
—Lo siento —vuelves a disculparte, avergonzada, pero él le resta importancia:
—Nah, ha sido un detalle por tu parte que lo hayas intentado. Pero no habría funcionado ni aunque hubiera estado crudo: la feniletilamina solo permanece en el cerebro durante un período de tiempo muy limitado tras la muerte. El cerebro no solo tiene que estar crudo, sino que tiene que haber sido recién arrancado a la presa —te explica, y tú esbozas una mueca de asco:
—Qué "agradable".
Él se encoge de hombros en un gesto de resignación:
—Supongo que habrá que seguir con la dieta de chocolate y gallinas.
***
NA: Solo comentar que vuestra servidora es de letras, no sé nada de biología ni de medicina, y mucho menos de hábitos y gustos alimenticios de los simbiontes (aparte del gusto de Venom por el chocolate). Obviamente la explicación sobre la feniletilamina en el cerebro me la he inventado... intentaba explicarme por qué, si a Venom come cerebros (no solo humanos, ya que también come de los de gallinas), Eddie simplemente no los compra en una carnicería🤔🤔 He buscado un poco sobre los hábitos alimenticios de los simbiontes, pero no he encontrado mucho, de modo que si hay alguna inconsistencia, pido disculpas 🙏 Ya lo sé, tengo que leer los cómics.
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Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)
FanficFantasía romántica (y picante) con Eddie Brock / lectora, perfumada con el dulce aroma de unos cupcakes de chocolate y ambientada al ritmo de clásicos de los ochenta. Eddie Brock es tu vecinito buenorro del apartamento de enfrente. Te atrae una barb...