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«Claro que quiere tocarme, Eddie», dice la criatura, y de repente vuelve a fusionarse con el humano. Sin previo aviso, lo tienes de nuevo ante ti, gigantesco e imponente; pero en esta ocasión tú resistes el impulso de retroceder. Alzas de nuevo la mano, aún un poco insegura. ¿De verdad quieres tocarle? No te consideras especialmente valiente y su simple visión continúa siendo sobrecogedora, pero por primera vez, no la percibes como una amenaza.

«Toca cuanto quieras, dulzura, no muerdo». Sonríe maliciosamente, y se inclina hacia ti hasta que su rostro queda a tu altura. «Por lo menos, no a los amigos»

Contienes la respiración al posar tu mano sobre su cabeza, un poco más arriba de entre sus ojos blanquecinos. Su tacto no se parece a nada que hayas tocado antes...

...o, ahora que recuerdas, sí. Cuando eras pequeña fuiste con tu familia al Marine World, y una de las cosas que más disfrutaste fue el espectáculo de las orcas. En aquella época aún daban la opción de poder tocar a las orcas como se hace con los delfines (cosa que ahora ya está prohibida), y cuando pudiste tocar una quedaste impresionada con su tacto: la piel lisa, resbaladiza y ligeramente húmeda, negra con partes blancas, que recubría la poderosa musculatura de un animal tan espléndido como temible. No por nada suelen llamarlo "ballena asesina".

El ser que tienes ante ti se siente parecido en ciertos aspectos: su piel también es oscura, lisa y un poco resbaladiza, pero no de forma desagradable. Pero, al contrario que el cetáceo, no está frío: su temperatura es similar a la del cuerpo humano. Es la temperatura del cuerpo de Eddie. También huele parecido a él, aunque en su caso el matiz almizclado es mucho más intenso, lo que le confiere un aire más salvaje, primario, animal... sexy.

Un momento... ¿¿qué leches estás pensando?? ¿De verdad has relacionado en tus pensamientos a esta criatura horripilante con el adjetivo "sexy"? El miedo ha debido de hacer cortocircuitar algunas neuronas en tu cerebro. Y sin embargo así es, existen muchas formas de belleza y este ser, aunque pavoroso, no carece de ella: es un majestuoso depredador, aterrador y hermoso al mismo tiempo, como una pantera negra o un tigre de Bengala.

Le contemplas como hechizada, mientras deslizas la mano con delicadeza por lo que correspondería a su frente y vas bajando por su terrorífico rostro. Te saltas la enorme boca de afilados dientes que, no puedes negarlo, aún te dan un poco de impresión; y sigues por su quijada y su cuello. Recorres con los dedos el ligero relieve de pálidas estrías que parecen dibujar una red irregular sobre su torso, te recuerdan un poco a los tatuajes que tiene Eddie en su pecho y brazos. Ahora lo percibes con claridad: hay un poco de Eddie en la criatura, al igual que había, y siempre habrá, un poco de la criatura en Eddie.

Es de lo más fascinante.

La criatura... (recuerda que tiene un nombre, debes llamarlo por su nombre) ...Venom, no mueve un músculo ni deja escapar sonido alguno mientras llevas a cabo tu exploración. Se limita a observarte, con lo que te parece que es una expresión divertida en sus temibles fauces. Es pura intuición, ya que no puedes leer sus emociones en sus ojos, pero te da la impresión de que no le desagrada en absoluto que le toques.

«Mmm... tenías razón, Eddie», murmura con tono complacido, casi un ronroneo.

¿Razón sobre qué?

Retrocedes cuando, de nuevo, Eddie vuelve a tomar posesión de su cuerpo y Venom (al menos, la versión grande e imponente de él) desaparece. Aunque sus transformaciones son muy rápidas, y no es la primera vez que las ves, siguen sobresaltándote.

—Bueno, es suficiente. —Tu vecino parece disgustado, o por lo menos incómodo, por la forma en que ha reaccionado Venom ante ti. Es como si estuviera... celoso. Lo cual es absurdo, ¿no?

La forma reducida de Venom, la similar a una serpiente negra que brota de la espalda de tu vecino, aparece y se posiciona de nuevo junto a él, con una risita.

—¿Qué es lo que eres? —preguntas en un susurro.

Venom se yergue orgullosamente, hasta alzar su cabeza por encima de las vuestras.

«Soy un Klyntar»

—Aquí los llaman simbiontes —aclara Eddie.

Tú escuchas mientras este te explica que los Klyntar, o simbiontes, son una raza alienígena venida del planeta del mismo nombre, en la Galaxia de Andrómeda. Esta especie no puede sobrevivir por sí sola en otros planetas, de modo que sus individuos se unen a anfitriones nativos, creando un vínculo simbiótico a través del cual se vuelven una sola entidad. Algunos de estos seres llegaron a la Tierra y fueron capturados por la Fundación Vida, la corporación genética que estuvo investigando Eddie. Mientras experimentaban con ellos, Eddie se coló en las instalaciones donde lo hacían y encontró a Venom, quien vio en él al huésped perfecto.

—¿Huésped perfecto? —repites, y Eddie asiente.

—Se requiere cierta compatibilidad entre anfitrión y simbionte para que se produzca el vínculo, una... "afinidad" total, o de lo contrario el segundo empieza a rechazar al primero. No, no rechazarlo, consumirlo se corrige, y tú esbozas una mueca de asco ante la insinuación—. Puede tardar días u horas. Pero mi vínculo con Venom es permanente y llevo años con él, sin que me produzca efectos adversos.

—Entonces vosotros dos compartís esa afinidad total —deduces.

«Psché», responde Venom. Pese a ser un alienígena, tiene gestos y expresiones tan humanas que puedes darte cuenta de que su indiferencia es fingida, de que simplemente "se está haciendo el duro". «Simplemente me cayó bien este tío. Por eso le he aguantado todo este tiempo, aunque él me mate de hambre alimentándome casi exclusivamente a base de chocolate y sesos de gallina»

—Ya te lo dije: mi cuerpo, mis reglas —replica Eddie de forma categórica, antes de dirigirse de nuevo a ti—. Por cierto, t/n, todo ese gorroneo de cupcakes era por él: para sobrevivir, necesita una sustancia llamada fenil... fenilatila...

«Feniletilamina», completa Venom. «Solo se encuentra en el cerebro y en el chocolate»

—Sí, lo sé —asientes. Precisamente ese neurotransmisor es el responsable de la euforia que uno siente al enamorarse o al excitarse; por eso la creencia de que el chocolate es un buen sustitutivo del amor, o del sexo.

—Si no fuera por el chocolate, no podría evitar que Venom se comiera a la gente. Como ves, no exageraba cuando te dije que con todos esos cupcakes tuyos seguramente estabas salvando alguna vida —añade Eddie, encogiéndose de hombros.

***

NA: Y hasta aquí por hoy. ¡Espero que hayáis disfrutado la maratón! Por fin hemos descubierto el secreto de Eddie, por fin hemos tenido nuestro primer encuentro con Venom, y aunque al principio teníamos miedo (algo lógico, creo yo), luego parece que ha habido feeling (recordad que al final vamos a tener OT3). Ya podemos seguir con la UST que tanto me gusta.

Como siempre, tengo que agradeceros de nuevo la increíble respuesta. Todo vuestro apoyo, los votos y comentarios me tienen emocionadísima (y lo que me río respondiendo los comentarios).

La mala noticia es que no sé cuándo voy a poder hacer la siguiente actualización. Aunque comienzo las vacaciones de primavera (aquí en España, Semana Santa), me voy de viaje y al igual que en Navidades, no me llevo el portátil, que es donde suelo trabajar mejor. Y a la vuelta tendré que enfrentarme a trabajos y demás de la uni, cosa en la que prefiero no pensar ahora 😖 Por eso, entre otras razones, he hecho la maratón, por si luego no me da tiempo a actualizar a finales de abril, porque si os tengo tanto tiempo sin conocer a Venom me coméis viva jajaja

Bueno, me despido. Espero que disfrutéis de las vacaciones de primavera; y volveré, ojalá que sea pronto, con más capítulos de nuestro reportero favorito, su simbionte y nosotras.

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora