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Inspiras hondo y abres la puerta cuando los agentes estaban a punto de empezar a cargar contra ella. Les saludas y te apartas para dejarles entrar. Son una mujer y un hombre, ella de alrededor de unos cincuenta años y el cabello rubio platino (claramente teñido) y él un chico bastante más joven que tiene pinta de estar en prácticas, un poco a lo The Rookie.

Lo primero que hacen ambos agentes al entrar es fijarse en Eddie. Y no es para menos: digamos que con esa camiseta que le marca todo, tu vecino es una visión bastante llamativa. La agente de mediana edad, sobre todo, le mira de la misma forma en que miraban tus cupcakes los clientes de la pastelería en la que trabajabas antes. Casi la oyes pensar "Vaya, eso tiene buena pinta". 

Y tampoco es que se equivoque.

Eddie se da cuenta enseguida de que está llamando la atención, e incómodo, cruza los brazos sobre su pecho, al menos para tapar un poco el lema, a caballo entre lo nerd y lo feminista, de la camiseta. Pero su gesto tiene el efecto contrario: ahora no se le ve tanto el pecho, pero se marcan más los músculos de sus brazos, resaltados por los tatuajes (sí, tu camiseta tiene manga corta). Incluso en esta situación comprometida, tienes que esforzarte por focalizar tu atención en tus visitantes.

—¿Vive usted aquí? —te pregunta el policía más joven y tú asientes: sigues viviendo ahí, al menos hasta mañana—. Hemos recibido el aviso de un vecino por ruidos de disparos y gritos en esta vivienda.

Lo primero debió ser las dos veces que disparaste cuando estabas con Trevor. Y tus gritos, cuando el simpático alienígena te capturó y pensabas que te iba a comer.

—Mi ex novio allanó mi casa y me atacó para robarme, yo solo me estaba defendiendo. —Las miradas de ambos agentes convergen en Eddie con desconfianza—. No, él no. Mi ex está allí. —Señalas al rincón donde está Trevor, y después hacia Eddie—. Este es otro vecino, oyó el escándalo y vino a ayudarme. De no ser por él, quizás me habría matado. —Le diriges una mirada llena de agradecimiento.

El policía joven se acerca hacia donde está tu exnovio. Tiene la pistola desenfundada por si acaso, pero no es necesario: Trevor continúa K.O. El hombre observa anonadado el boquete que hizo al chocar contra la pared, tras el tremendo porrazo que le propinó Venom.

—¿Pero qué ha pasado aquí? —pregunta.

—Eh... aprendí defensa personal en el gimnasio —improvisas. No sabes si se creerán que puedes mandar a un hombre al otro extremo de la habitación, pero tampoco quieres meter a Eddie en un lío. La agente levanta tu arma que había estado sujetando Trevor, y que tras aparecer Venom acabó olvidada en el suelo.

—¿Esto es suyo? —Tú asientes con gesto cohibido—. ¿Sabe que poseer armas sin licencia es ilegal?

—Lo siento, yo... la compré para defenderme. Temía por mi vida —explicas, pero no dices que de quien querías defenderte era de Eddie, por el extraño malentendido de antes. La agente se acerca y te alza delicadamente la barbilla, para observar mejor la herida en el labio que te hizo Trevor al abofetearte.

—Viendo las circunstancias, haremos una excepción. Lawson, ¿el tipo está bien?

El policía se agacha para tomarle el pulso a Trevor y asiente. Por suerte, sigue vivo. Y es una suerte, no porque a ti o a Eddie os importe un carajo su bienestar (y no digamos a Venom, que quería convertirlo en su aperitivo); sino porque si hubiese muerto, las cosas se habrían complicado mucho más para vosotros.

—Parece que solo está inconsciente —os informa la mujer—. Avisaremos a una ambulancia para que se lo lleven.

Mientras esta llega, los policías os toman declaración a ambos. Por suerte, no os separan al hacerlo, y podéis construir una historia relativamente creíble en la que todo ocurrió más o menos igual a la realidad, pero en lugar de aparecer Venom, Eddie distrajo a Trevor el tiempo suficiente para que tú le dieses una enérgica patada frontal.

Si Trevor intenta rebatir esa historia, será su palabra contra la vuestra.

—¿Desea denunciarle? —te pregunta la agente, y te das cuenta de que van a enfocar el suceso como violencia de pareja en lugar de allanamiento e intento de robo. Casi mejor: ese tipo de delitos tiene mayor pena que los otros.

—Ya lo creo —respondes.

—Entonces mañana deberá pasarse por comisaría. Señor Brock, usted no hace falta que venga, aunque deberá estar disponible por si necesitamos preguntarle algo más —le dice a Eddie.

—Claro, lo que necesiten.

—Es usted un buen ciudadano, acudiendo sin dudar para ayudar a su vecina —comenta la mujer policía, cerrando la libreta en la que estaba apuntando vuestras declaraciones. Eddie te mira con afecto:

—Qué menos. Es mi vecina favorita, tiene un gusto musical fabuloso y hace los mejores cupcakes de chocolate del mundo —declara, haciéndote sonrojar un poco. La mujer os mira a uno y a otro con cierto interés no carente de suspicacia; pero a su compañero hay otra cosa que le llama más la atención:

—¿Cupcakes de chocolate? 

Tú te encoges de hombros con timidez:

—No sé si son los mejores, pero dicen que están muy buenos. ¿Quieren probarlos?

Claro que aceptan, no solo de donuts viven los policías; y como es de esperar están encantados.  Finalmente llegan los paramédicos y se llevan a Trevor, y los policías se marchan con una bolsita llena de cupcakes. Esperas que eso les ponga de buen humor y que, si continúan investigando el caso, estén predispuestos a tu favor.

Mientras estás acabando de llenar la bolsita, oyes a los dos agentes hablar entre sí:

—Creo que hay algo que se callan —escuchas al más joven murmurar hacia su compañera.

—Obvio, ¿no ves que el vecino lleva puesta una camiseta de ella? —replica ella con desenfado—. Me da que el ex los pilló liándose, hubo movida y seguramente fue el vecino quien lo noqueó. La chica solo lo está protegiendo.

—¿Y no vamos a hacer nada?

La mujer se encoge de hombros:

—Podríamos separarlos y apretarles las tuercas para ver cómo se contradicen, pero para qué, ¿para darle facilidades al abogado del ex novio? Rellenaremos el informe con la versión de ellos y no nos compliquemos la existencia. Está claro que esa chica solo quiere rehacer su vida y a mí... me revientan los maltratadores.

"La quiero, señora policía", piensas. Por fin conoces a un agente de la ley que de verdad hace algo por ti, y no es casualidad que resulte ser una mujer. Arriba la sororidad, coño.

Aunque... te molesta un poco que todo el mundo crea que tienes algo con Eddie. Hay que ver qué malpensada es la gente, solo porque él lleve puesta tu camiseta. 

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora