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Cuando abres la puerta, ves a Eddie frente a ti, después de una semana, y está en un estado lamentable. Ha debido de estar andando bajo la lluvia, porque va hecho una sopa; su barba está más crecida de lo normal y tiene bolsas bajo los ojos. Y con todo, te sigue pareciendo el tío más atractivo del mundo.

Tu instinto es tirarte a sus brazos, pues le has echado tantísimo de menos. Pero después de lo que ocurrió la última vez que os visteis, no estás segura del estado actual de vuestra relación y de las confianzas que puedes tomarte con él; así que te quedas quieta, observándole con precaución.

Sin embargo, él no parece preocuparse tanto por las confianzas que podéis tomaros o dejaros de tomar, porque lo primero que hace al verte es lanzarse hacia ti y abrazarte con tanta fuerza que casi te deja sin aliento.

—Estás aquí... —le oyes murmurar, lleno de alivio—. Gracias a Dios.

—Eddie... —susurras.

Como siempre, tratas de sustraerte al huracán de emociones y sensaciones que te asalta cada vez que lo tienes tan cerca. Ni siquiera te importa que te esté poniendo perdido el cárdigan o que huela a perro mojado: tu corazón salta de nuevo al sentir cómo te estrecha entre sus brazos, apretándote contra su pecho. Al menos, sabes que no está enfadado contigo. Ya es algo.

Tratas de alejarte de él. No solo porque te está ahogando con su entusiasmo y tiene la ropa mojada, sino porque necesitas recuperar el control sobre ti misma que él te arrebata cada vez que te toca. Pero no te suelta. Es más, notas algo pesado pero suave deslizándose en torno a tu cintura y sabes, aun sin verlo, que es un tentáculo.

—Hola, Venom —sonríes. Estás confusa, sin saber bien cómo reaccionar ante la situación, pero ante todo te sientes increíblemente feliz de que hayan vuelto.

La cabeza del simbionte aparece por detrás de la de Eddie para saludarte. «Hola, dulzura. ¿Me has echado de menos?»

Ha vuelto a llamarte "dulzura", no te odia. El recuerdo de la última vez que les viste te golpea, y te separas de nuevo tratando de contener las lágrimas.

—¿Qué te pasa? —se alarma Eddie.

—Estáis aquí... y estáis como siempre... No sabía si volveríais, y si aún querríais hablarme... después de lo que pasó...

Él parpadea, comprendiendo.

—Oh... eso. —Es como si se le hubiera olvidado.

—¿Por qué os marchasteis? ¿Y por qué habéis estado fuera tanto tiempo?

Eddie suspira, un poco avergonzado.

—Aquella noche... —empieza a contar, carraspeando un poco. Ninguno de los dos estáis cómodos abordando lo que ocurrió, pero necesitas saber por qué han desaparecido una semana entera—. Después de que te fueras, Venom y yo tuvimos una pelea bastante gorda.

—Sí, lo oí. —Y viste sus efectos en el baño, recuerdas.

—Después de un rato, conseguimos tranquilizarnos. Ya habíamos pasado por algo similar hace tiempo, antes de que Carnage apareciera. Hemos aprendido que separarnos solo por tener diferencias sería un error. Pero necesitábamos cambiar de aires, poner distancia de todo para poder... "volver a la normalidad".

—Te refieres a poner distancia con la razón por la que habíais discutido —deduces—. O sea, yo.

Eddie no contesta, pero Venom lo hace por él:

«Tú lo has dicho, dulzura»

—Lo... lo siento —vuelves a disculparte, con voz quebrada—. ¡Nunca quise que os peleaseis por mi culpa...!

Cupcakes de chocolate (Eddie Brock y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora