_ ¡Está mal herido! - dijo por fin, minimizando la situación, no quería angustiar más a su amiga, ya se daría cuenta de la realidad, si decidía ir a verlo.
_ ¿Algún accidente? -preguntó con aprehensión.
_¡Le dispararon! -tuvo que admitir, de todas formas, ella lo sabría.
Al escuchar estas palabras, el mundo se detuvo para ella. No, no era cierto, no podía ser cierto. Aunque ya no significara nada para él, para ella seguía siendo el amor de su vida, y aunque todo entre ellos hubiese terminado de la peor manera, no le deseaba mal, no podía imaginárselo herido, derrotado, perdiendo el control de alguna situación, no podía imaginarse a su pequeño sin su padre. Aunque para ellos ya no habia esperanza, ya no habia un mañana y era imposible algún tipo de reconciliación, era el padre de su pequeño y aunque el amor para ella hubiese terminado, para él tenía a manos llenas y su hijo lo amaba también. ¿cómo viviría sin él? Y ella ¿cómo le diría a su aferrado corazón que dejara de amarlo si algo le sucedía? No... No... - se reveló una vez más. No podían perderlo. Su hijo lo necesitaba y ella, sin esperanza, pero también lo necesitaba.
Su cerebro reaccionó lentamente, mientras ella estaba ahí paralizada por la angustia, él podía estar perdiendo la vida.
***
Mariana no pudo hacer nada, su amiga había salido corriendo desesperada, al nada más decirle en donde se encontraba, ella trató de seguirla, pero no la alcanzó, entonces tomó la decisión de ir por Andrés, el pequeño hijo de Elizabeth y Santiago, ella lo cuidaría, después de todo allá no podía hacer mucho y en ese lugar se encontraba ya su amiga Lorena, ella le daría el apoyo que necesitaba.***
Elizabeth no supo cómo llegó hasta ahí, no recordaba nada, excepto las palabras de su amiga diciéndole que el hombre al que tanto había amado, estaba herido, no sabía quien la había llevado, o si había ido sola, lo único que podía ver, era a aquél hombre recostado sobre una camilla, rodeado de personas que supuso eran un médico, porque era quien daba las órdenes, y dos paramédicos. Su rostro estaba blanco, no tenía signos de que estuviese vivo, pero se dio cuenta de que aún permanecía con vida, por como luchaban por reanimarlo.A su lado se extendía un gran charco de un líquido viscoso de color rojo oscuro. Se espantó al darse cuenta de que era sangre...sangre de él, de la persona que aún amaba.
Se acercó temblorosa, segura de que alguien la retiraría, pero para su sorpresa nadie lo hizo, lo miró y gruesas lágrimas asomaron a sus hermosos ojos, esos ojos que a él, en algún tiempo habían cautivado.
Tenía un año y medio deseando ver en él esa calma y esa tranquilidad, que ahora veía en su rostro demacrado, pero nunca pensó, ni deseó que fuera en esas circunstancias.
Se sobresaltó y una gran angustia la invadió, cuando uno de los paramédicos gritó._ ¡Lo perdemos!
Todos se movilizaron y lucharon durante varios minutos. La tensión era palpable, cada quien se concentraba en llevar a cabo su trabajo, mientras a su alrededor, la gente solo miraba, aún sorprendida de lo que ahí se estaba viviendo
Los minutos se volvieron angustiantes, de pronto todos se miraron entre sí, entonces sorprendida escuchó al médico dar la orden.
_ ¡Paren!, es suficiente, lo perdimos. No queda nada más que hacer.
Ella observó atónita como paraban y se retiraban a unos pasos de él.
_ ¡No! -gritó revelándose desde lo más profundo de su ser, no podían dejarlo... no podía perderlo...¿que le diría a su pequeño hijo? él adoraba a su padre. _ ¡No! -repitió al borde del pánico tomando su mano. Fue un gran shock para ella sentir su piel helada, cuando aún recordaba el contacto de esas manos cálidas, abrazándola, consolándola, llenándola de amor y ternura. _ ¡No! Gritó dirigiéndose esta vez hacia él. _ ¡Santiago! -lo llamó con voz entrecortada. _ ¡No te vayas, no me dejes... no nos dejes...! ¡por favor! -suplicó y no pudo contener más el llanto, acto seguido lo abrazó con desesperación!
La vida se le escapaba y ella no podía hacer nada, sintió la humedad de su sangre impregnar su ropa, pero no le importó, hubiese deseado que este abrazo fuera en vida, pero ya no lo tendría más, y deseaba quedarse con eso, aún estando consciente de que si él estuviera vivo y en su juicio, quizás la rechazaría, pero no lo estaba y ella no podía soportar su pérdida, así que hacía lo único que aún podía hacer. Abrazarlo.
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FUE MI ERROR
RomanceSantiago Morán, un hombre con un pasado oscuro y tormentoso, no sabe amar porque nunca ha sido amado. De pronto, el amor llega a su vida y sin pedir permiso se posiciona en lo más profundo de su corazón Sin embargo, él no vivirá lo suficiente, par...