CAPÍTULO 27 Parte 1

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La oscuridad era densa, el silencio aplastante, Santiago intentó abrir su boca para tomar una bocanada de aire, pero éste no llegó a sus pulmones, desesperado quiso gritar pidiendo ayuda, pero su cuerpo no respondió, Solo dos veces en su vida había sentido esa desesperación, esa impotencia de saber que todo se le iba de las manos y no había nada que hacer, la primera fue cuando sacó de su vida a la mujer que amaba y la segunda cuando también echó fuera de su territorio, de su vida y de su corazón, al único pilar que siempre lo había mantenido de pie, a la única persona a la que había acudido cuando era pequeño, y aún de adolecente cuando no soportaba más el estilo de vida que su padre le había impuesto, sin saber, que era ella, su propia madre, quien lo había metido a ese mundo despiadado y ruin, El día que se enteró, de que ella había sido la mente maestra, que le había tendido una trampa a su querida esposa, y que la había mandado golpear hasta que la mataran, y que el odio que sentía por su nuera, lo había desquitado con su pequeño hijo, ese mismo día había sido dictada,su sentencia, y aunque no era de muerte, si les daría donde más les dolía.

Fue así, como ante la furia desatada de él y entre gritos y reclamos, ella misma le había confesado, que su padre lo había introducido a ese mundo, a instancias de ella, porque no podía perder el status, los lujos y el poder que el ser la esposa y madre de los líderes de esa organización le daba. Con rabia había recordado, las incontables ocasiones en las que había llorado en su regazo, pidiéndole que intercediera con su padre para que lo dejara en paz y ella, vez tras vez, le aseguraba que lo haría, y fingía comprenderlo y querer ayudarlo.

El golpe que representó esto para él, fue tremendo, su mundo ya se había venido abajo cuando sacó de su vida al ser que más amaba en la vida, pero, aún tenía a su madre, la mujer que lo amaba, la mujer que lo inspiraba a salir adelante, la mujer que sostenía su cabeza cuando se sentía derrotado y ahora..., ella venía a ser la peor, de toda esa gente perversa que lo rodeaba, que lo destruía, ella venía a ser el principio y el fin de su desafortunada y descontrolada vida.

Para él, la familia siempre lo había sido todo, era lo más sagrado.

Desde la muerte de su padre, además de convertirse en su único heredero, también había tomado por decisión propia la responsabilidad de su familia, algo que se había tomado muy en serio, debido a que su padre los había dejado fuera de su testamento, incluyendo a su madre, a quien se suponía que amaba. Nada les había faltado, a pesar de que ningún miembro de su familia trabajaba, sin embargo, él sostenía económicamente a sus dos hermanas y sus familias, así como a su hermano y su familia y no se diga de su madre, todos tenían carta abierta para disponer de algunos bienes y de dinero, él les había asignado cuentas en el banco, aunque eso hubiese significado una gran discusión con Damián ya que él, como administrador, no estaba de acuerdo.

Sin embargo, todo eso había terminado aquella noche, cuando lleno de rabia e impotencia los había reunido a todos.

Los miró, ninguno se esperaba lo que se les venía encima, ahí estaban sus dos hermanas, junto con sus esposos, tan prepotentes como siempre, creyendo que lo merecían todo, luego estaba su hermano con su esposa, quizás era el único, junto con ella, (que se daban cuenta de que algo no estaba bien, vio como la tomó de la cintura y la atrajo hacia él, y su indignación aumentó, al verlo cariñoso, protector con su mujer, cuando él había sido junto con su madre, el culpable de su separación de Elizabeth, en ese momento lo odió y se odió más a sí mismo, porque él, amándola como la amaba, no fue capaz de creer en ella y mucho menos fue capaz de defenderla.

Luego miró a su madre, tan altiva y soberbia, creyéndose superior a todos, ¿cómo no lo vio antes? ¿cómo nunca reparo en sus actitudes, en su actuar? Quiso recordar una ocasión, solo una en la que ella hubiese demostrado compasión o empatía por alguien y lo único que encontró fue prepotencia y arrogancia. ¿cómo pudo estar tan ciego? Ahora lo veía todo, lo entendía todo, ahí estaban frente a él, tal y como eran en realidad.

_ ¿Sucede algo hijo? - escuchó la condescendiente voz de su madre. Se preguntó qué tanto de verdad tenía ese tono amable y comprensivo que usaba siempre con él.

Aturdido se pasó las manos por el rostro y luego por entre el cabello.

_ La verdad no sé ni cómo empezar. - dijo por fin. Miró a Bruno que se hallaba en la puerta de salida, bloqueando el acceso, sabía que detrás de esa puerta cerrada y por todo alrededor de la casa estaban decenas de hombres, todos esperando sus órdenes.

_ ¡Me asustas hijo!- volvió a hablar su madre.

_ ¿Deberías de estarlo? - preguntó sarcástico.

_ ¡No le hables a si a nuestra madre! - intervino Alfonso.

_ ¿Que no le hable así? - se volvió furioso hacia él, sobresaltándolos a todos. _ ¿y cómo se supone que debería hablarle a la persona que ha destruido mi vida?

_ Hijo, ¿qué te sucede? - intentó acariciar su rostro.

_ ¡Sucede que todos ustedes son un montón de mentirosos y de traidores! - gritó sin control. - ¡sucede que toda mi vida he vivido en medio de un nido de víboras y apenas hoy me doy cuenta!

_ ¿Estás ebrio? - intentó acercarse de nuevo. _ mejor hablamos después.

_ ¡Nadie sale de este lugar! - exclamó apartándola con violencia. _ y no, no estoy borracho, estoy hastiado de ustedes, ustedes en quienes creía, ustedes en quien deposité mi confianza, a quien confie a mi hijo, lo más preciado que me quedaba, porque ya antes me habían quitado lo que más amaba en esta vida.

FUE MI ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora