CAPÍTULO 19 DAME PRUEBAS

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Mariana y Lorena se dirigían a la casa de Mariana, cuando observaron la camioneta blanca estacionada frente a la casa, ambas se miraron angustiadas, y sin necesidad de decir nada salieron corriendo, Elizabeth estaba en peligro.

Agitadas llegaron a la puerta y al abrir no se sorprendieron de ver a su amiga en esas condiciones. Rápido Lorena la abrazó y la sacó del lugar llevándosela, mientras Mariana enfrentaba a Santiago.

Estaba furiosa, ¿cómo se atrevía a venir y lastimarla en su propia casa? Era un bruto, un bruto muy guapo, pero en fin un bruto.

***
Santiago se quedó parado sin palabras, frente a sí, tenía a esa mujer que le entregaba a su hijo cada fin de semana en lugar de Elizabeth, no estaba seguro de quien era pero se veía muy molesta y estaba la otra, la que se la llevó, tampoco la conocía pero se veía que se preocupaban por ella.

_ ¿Cómo te atreves a venir aquí a lastimar a mi amiga? -lo enfrentó Mariana.

El permanecía estático parado frente a ella cuan alto era, por un momento ella se sintió intimidada, era muy atractivo y emanaba total autoridad, con aires de poder, imponía respeto, aunque en esos momentos su rostro más bien era de desconcierto. Era obvio que no esperaba encontrarlas a ellas ahí, lo que la molestó aún más, por atreverse a entrar estando Elizabeth sola en la casa, pero ella no le tenía miedo, al menos no en ese momento, en que la adrenalina fluía por su cuerpo.

_ ¡Puedes marcharte! -continuó sin darle tiempo de hablar. _ ¡ella ya no está aquí!

_ ¿A dónde la llevaron? - exigió saber _ ¡aún no hemos terminado!

_¡Ella no tiene por qué hablar contigo! - dijo beligerante.

_ ¡Tenemos un asunto pendiente! -dijo serio, estaba empezando a enfadarse de nuevo.

_ ¡Pues tu asunto tendrá que esperar! - lo desafió

_¡Mi hijo no puede esperar! -dijo molesto. _ ¡lo quiero de regreso y lo quiero ahora!

_ ¿Qué no te cansas de fastidiarle la vida? -le espetó ella. _ ¡Ya déjalos vivir en paz!

_ ¿Fastidiarle la vida? -la miró con incredulidad. _ ¡es ella la que ha fastidiado la mía! -dijo incrédulo. _ ¡se revolcaba con otro mientras yo le entregaba mi vida y mi corazón! -se pasó la mano por el pelo, conteniendo la furia que se empezaba a desatar dentro de él. _ ¡literalmente abandonó a su hijo y no se preocupó por él en año y medio! ¿y ahora pretende arrebatármelo? ¿cuando dijo que no era, esa su intención? ¡y por si fuera poco me está acusando de maltratar a mi propio hijo! ¿esa es la clase de alimaña que cree que soy?

_Creo que estás muy equivocado respecto a ella, -trató de calmarse Mariana, estaba muy molesta por el concepto en el que él tenía a su amiga. _ella te amó de verdad, nunca te engañó, y ama a su hijo también y jamás, jamás, aunque pudiera le haría mal a nadie, menos a ti.

_ ¡Por supuesto! -dijo con sarcasmo. - ¿tu que vas a decir? ¡eres su amiga! ¡todos en este lugar le tapan sus asuntos! ¡seguramente fue ese malnacido que vive con ella, el que maltrató a mi hijo y ahora quieren hacer creer que fuimos yo y mi familia! ¡estoy seguro de que todos ustedes están en esto, es su venganza porque no lo podrán tener de otra forma y usan estos sucios trucos para quitarmelo, pero no lo permitiré! - su mirada era fría y amenazadora.

_ ¡Ahora entiendo el temor de mi amiga hacia ti! - lo miró con rabia. _ ¡tienes una mente retorcida! ¡Tú y tu familia son un asco! ¡Si tan solo supieras! - lo miró con impotencia. _ ¡te aseguro que no te alcanzaría la vida para rogarle por su perdón!

_ ¡Dame pruebas! -la retó. _ ¡dame una sola maldita prueba de lo que estás diciendo y te creo! -dijo sabiendo que eso era imposible.

_ ¿Quieres pruebas?, ¿de verdad quieres pruebas? -lo miró incrédula. _ ¡Pues las tengo!

El la miró como si tuviera dos cabezas, ¿estaba oyendo bien?, ¿de dónde demonios iba a sacar pruebas?

_ ¡Quiero verlas! -la retó.

_ ¡Te las daré! -dijo ella. _pero antes quiero que vayas y hables con alguien.

_ ¿A qué pretendes jugar? -dijo molesto. _ es obvio que no tienes nada y no estoy de humor para entrar en tus jueguitos.

_ ¿Quieres conocer al hombre que estaba con Elizabeth aquella noche?

Si Mariana pretendía llamar su atención pensó Santiago. Vaya que, si lo había logrado, todos sus sentidos se agudizaron, una corriente eléctrica cruzó por todo su cuerpo, quería verlo, claro que quería verlo, tenía tantas dudas, tantas preguntas, nunca había querido buscarlo porque temía lo que descubriera de su esposa, temía saber desde cuándo se había enamorado de él, desde cuando se veían, como es que se habían conocido, era tanto lo que quería saber y que no se atrevía, pero quizás ya era tiempo.

_Solo te pongo una condición. -dijo ella. _No cometas una locura y escúchalo antes de hacer nada, es lo único que te pido.

_ ¿Qué ganas tú con esto? -preguntó intrigado.

_Gano la paz de un amigo que cometió un error. - dijo, recordando cuando se enteró, de que el hombre que había estado esa noche con Elizabeth, había resultado ser su amigo, y la angustia y la sozobra en la que vivía desde entonces, escondiéndose, temeroso de que en cualquier momento, Santiago lo asesinara. _ y quizás gane la paz y la salud mental de mi mejor amiga. -lo miró con pesadumbre.

***
Santiago se encontraba sentado a la mesa, en la casa de Mariana, ante sí, tenía una taza de café a la cual no le prestaba atención, estaba sumido en sus propios pensamientos, se veía cansado, de ninguna manera se veía en él, la arrogancia y altanería del día anterior, cuando fue a reclamarle a Elizabeth.

Mariana había subido a la planta alta en busca de los documentos que necesitaba, ni Elizabeth ni su hijo se veía por ningún lado, de hecho no había esperado que estuviesen ahí.

¿Cómo había sido tan tonto de no darse cuenta antes?, con solo observar la sala y su decoración, podía darse cuenta de que esa, era la casa de Mariana, no de Elizabeth ni siquiera una sola foto de ella o de su hijo se encontraban en el lugar, menos del hombre con el que él había creído todo este tiempo que ella vivía.

Sentía una gran opresión en el pecho, el día anterior había descubierto el grave error que había cometido con su esposa, no quería ni saber de qué más tendría que enterarse hoy.

Sentía una enorme angustia que no podía apartar de sí.

FUE MI ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora