Elizabeth se sentía triste, Desde que despertó hacia tres días, Santiago se negaba a verla. _ ¿Era tanta su aversión hacia ella que ni por cortesía permitía que entrara a su habitación?, eso le dolió, su corazón se rompió un vez más, pero... ¿qué esperaba?, desde la última vez que lo vio, cuando lo rechazó, él se lo había dicho, no la buscaría más, además, había quedado claro que él no la amaba ya, y que cualquier contacto con ella significaba un sacrificio para él.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas.
Ahora estaba ahí parada junto a su cama. Damián le había informado que dormía. Ella partiría esa tarde y quería verlo por última vez, claro, sin que él se diera cuenta. Quería respetar su decisión.
_Santiago -dijo colocando su mano sobre la suya. De inmediato un cúmulo de sensaciones la invadieron, pero no la apartó, ahora no tenía puestos esos molestos guantes y al tacto se sentían tibias, no heladas como en la última ocasión. _Sé que no me escuchas. -continuó. _pero quiero decirte que me da mucho gusto que por fin te estés recuperando, tu hijo te necesita... <<y yo también>> -hubiera querido decir, pero no lo hizo. _Hoy regreso a su lado, le voy a dar muchos besitos de tu parte, sé que si pudieras se los darías tú.
Por un largo rato se quedó mirándolo, en silencio, era un luchador, iba a salir de esta estaba segura._Adiós Santiago, es la última vez que estoy aquí, creo que no volveremos a vernos -apretó ligeramente su mano, no quería despertarlo. _De todo corazón deseo que te recuperes y que todo salga bien. _soltó su mano. _ se feliz... por ti... por mi... por nuestro hijo... -dio media vuelta y salió.
***
Santiago tenía un sueño ligero. Sintió que alguien tocaba su mano. Iba a abrir los ojos para ver de quién se trataba, cuando escuchó su voz, era ella, solo ella podía causarle esas sensaciones con sólo un toque de su mano, quiso reaccionar pero se contuvo, ella empezó a hablar y el escuchó con atención, un nudo en su garganta empezó a formarse a medida que ella hablaba.
_ y no..., nada saldría bien si ella no estaba. -pensó al escuchar sus últimas palabras.Por un momento pensó en detenerla, pero no sería justo para ella, bastante daño le había causado ya, no podía insistirle en qué le diera otra oportunidad, no lo haría, estaba ahí solo porque era el padre de su hijo y de ella darle esa oportunidad, ¿qué le podía ofrecer en su condición? solo más trabajo y más preocupaciones, él no podía valerse por sí mismo y la arrastraría a ella a su mundo de dependencia y oscuridad, así que se contuvo, permaneció inmóvil hasta que escuchó que la puerta se cerraba.
Se había ido... era el final, sintió que un abismo se abría a sus pies, no lo soportaría, no podía siquiera pensar en no volverla a ver. De nuevo empezó a sentir esa sensación tan conocida, ese dolor atravesando su brazo e instalándose en su pecho, esa desesperación por respirar y no poder hacerlo, esa loza pesada que parecía aprisionar su cuerpo una vez más, y ese sonido constante que empezaron a emitir los aparatos conectados a sus miembros. Quiso abrir los ojos, pero tampoco le fue posible, los sentía con una pesadez aplastante. No podía más, se abandonó a lo que viniera.
***
Damián acababa de subir de despedir a Elizabeth y a Bruno que la llevaría hasta su destino. Estaba enojado con su hermano, por su necedad. Él estaba seguro de que ambos se amaban, él sabía que aún había esperanza para ambos.Cuando se acercaba a la habitación su corazón dio un vuelco al ver correr a médicos y enfermeras, el también corrió angustiado, pero ya no le permitieron la entrada.
Después de largos minutos que le parecieron horas médicos y enfermeras empezaron a retirarse uno por uno, al final el médico que atendía a Santiago se acercó a él y le informó que había sufrido un intento de infarto, pero no había pasado a mayores.
_Su hermano es fuerte, creo que la va a librar. -comentó el médico. _No cualquiera recibe cinco disparos y sobrevive. -sonrió y se marchó dejando a Damián más tranquilo.
_No cabía duda, -pensó. _que alguien desde arriba lo cuidaba, en primer lugar de toda una carga de la pistola solo cinco balas habían dado en el blanco, no sabía si el chico que disparó era muy mal tirador o los nervios del momento lo habían hecho fallar, luego estaba el hecho de que ninguna de las balas hubiese afectado algún órgano vital, aunque una había dado muy cerca del corazón y otra había dado en su cabeza, en la parte periférica sin dañar su cerebro o parte delicada de ésta, otra había dado en su brazo izquierdo por encima del codo, otra bala había lastimado su pierna derecha, y por último otra se había internado en su abdomen, que milagrosamente no perforó sus intestinos.
No podía negarlo, Santiago era un milagro viviente. Y aunque su recuperación estaba siendo muy lenta, ahora que había despertado del coma y no tenía ninguna repercusión, tenía muchas posibilidades de recuperarse al cien por ciento. Pero era un cabezota, ¿cómo era posible que dejara ir así, al amor de su vida? Era por ella que se encontraba en esa situación, era por ella que vivía y respiraba.
Ella, con su presencia, le había demostrado que aún lo amaba, que lo perdonaba y él muy necio ¿se daba el lujo de dejar que se fuera, sin siquiera intentar un acercamiento? No lo podía creer, aunque de Santiago se podía creer todo, aún así, él no era un cobarde, lo sabía, lo conocía, no había nada a lo que él, no se enfrentara, claro excepto a Elizabeth, ella era y sería siempre su debilidad.
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FUE MI ERROR
RomanceSantiago Morán, un hombre con un pasado oscuro y tormentoso, no sabe amar porque nunca ha sido amado. De pronto, el amor llega a su vida y sin pedir permiso se posiciona en lo más profundo de su corazón Sin embargo, él no vivirá lo suficiente, par...