CAPÍTULO 48 DE NUEVO FRENTE A FRENTE

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Con desesperación se dio cuenta de que sus problemas no se habían acabado, apenas estaban empezando, no sabía que era peor si caer en las manos de ese hombre desalmado o en las de su propia madre, al fin y al cabo, su madre hubiera terminado con ellos de manera rápida y sencilla ¿pero Aureliano?, él era otra cosa, sobre todo después del historial que tenían ambos uno contra el otro. A pesar de que el aire estaba fresco pequeñas gotas de sudor empezaban a surcar la frente de Santiago.

No quería pensar lo que ese hombre haría con su familia y con sus amigos y sobre todo con Bruno que lo había traicionado.

Sin duda éste era su momento, se cobraría todas las que Santiago le había hecho.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

Deseaba tener a todos sus hombres ahí, deseaba estar armado, al menos tendría una oportunidad, pero no era así, por primera vez se sintió perdido ante ese hombre.

_ ¡Santiago! -se acercó Aureliano. - ¡nos volvemos a ver las caras!

Él no se movió, ni dijo nada, sólo lo observó sin demostrarle la angustia que sentía.

_ ¡Vine a felicitarte por tu boda! -dijo después de mirarlo fijamente, lo estaba estudiando con detenimiento. _ ¡debería sentirme ofendido porque no fui invitado! -se quejó.

_ ¿Qué pretendes Aureliano? -lo enfrentó con valor. - ¡sé que hay muchas deudas pendientes entre tú y yo, así que seamos sensatos y arreglémoslas, deja fuera de esto a los demás! -dijo con la esperanza de que Aureliano cediera, aunque conociéndolo, no lo haría, no tenía por qué hacerlo, lo tenía en sus manos, en realidad, él no tenía nada con qué negociar, ni siquiera su propia vida le pertenecía en esos momentos.

_ No se si eres estúpido, optimista o valiente. - rió Aureliano. _ Pretendes negociar, aunque sabes que estás perdido. No tienes nada que dar.

_Tengo mi vida -se atrevió a decir.

La risa de Aureliano se escuchó más fuerte, por todo el lugar.

_ ¡Tu vida me pertenece! -casi gritó en su cara. _pero te propongo algo. -dijo sabiendo que no iba a aceptar, quería probarlo antes de tomar la decisión que tenía en mente. _ ¡dame a tu mujer y a tu hijo y dejo ir a todos los demás, excepto a Bruno, ese no está en el trato, incluso a ti te dejo ir!

El silencio que siguió fue escalofriante. La vida de todos dependía de lo que Santiago decidiera en ese momento.

Elizabeth escuchó incrédula la petición de Aureliano, estaba aterrorizada, solo de pensar, en que ese hombre pusiera sus manos encima de ella, o de que tuviera en su poder a su hijo, le daban ganas de vomitar, pero... ¿y si Santiago decidía salvarse a sí mismo y los entregaba? ya una vez la había sacado de su vida sin pensarlo ¿y si lo volvía a hacer para salvar la suya?, se sintió perdida y unas inmensas ganas de llorar se apoderaron de ella, instintivamente apretó a Andrés entre sus brazos, no lo soltaría, aunque le fuese la vida en ello. Miró a su esposo, él la observaba y en ese momento supo, que nunca jamás la volvería a dejar.

Todas las miradas estaban puestas en Santiago y también todas las esperanzas, nadie hubiera querido estar en su lugar en ese momento.

Santiago los miró a todos, los hombres de su madre ya no les apuntaban, pero ahora lo hacían los de Aureliano, y por otro lado observó cómo Bruno había sido alejado de la camioneta y era puesto de rodillas con las manos sobre su cabeza bajo el sol candente. Sintió pena y tristeza por él, pues de todos los presentes era el único que no tenía ninguna oportunidad.

_ ¿Y bien Santiago? -lo sacó Aureliano de sus pensamientos. _ ¡estoy esperando tu respuesta!

_ ¡Si crees que voy a jugar con la vida de mi familia y de mis amigos! -lo miró molesto. _ ¡estás muy equivocado!

Aureliano se rió burlón.

_ ¡Siempre me sorprendes Santiago! ¿cómo puedes seguir defendiendo lo indefendible?, no tienes opción, o me das a tu esposa e hijo y todos se van o se mueren todos.

_ ¡Prefiero morir! -declaró con firmeza.

_ ¡Eres un necio! -gritó Aureliano enojado. _ ¡no solo morirás tú, morirán todos y tú conoces mis métodos! -lo miró con sorna.

_ ¡Se nota que el que no me conoce eres tú! -alzó la voz también. _ ¡Jamás los dejaría a tu merced!

La risa de Aureliano se volvió a escuchar.

_ ¿se puede saber qué piensas hacer para evitarlo? -acercó amenazante su rostro al de él.

_ ¡Jamás te lo diría! -contestó con seguridad como si en verdad tuviese un plan que llevar a cabo.

Aureliano palideció ante su respuesta, había perdido tantas veces ante él, que no dudaba de que en verdad tuviera una salida.

Se empezó a poner nervioso, al ver la seguridad que él tenía.

Si tan solo supiera que Santiago estaba total mente perdido y a su merced, pero no lo sabía y eso le valió a Santiago ya que Aureliano decidió adelantar sus planes, hubiese querido hacer sufrir a Santiago más tiempo por las que le debía, pero ya era suficiente.

_Hace rato te dije que eras valiente -lo miró ya sin burla en los ojos. _pues lo sigo sosteniendo, muy a mi pesar tengo que reconocer que eres un gran hombre, fuerte, honesto, leal, me hubiera gustado tenerte de mi lado. -dijo mientras Santiago lo miraba con asombro, pero desgraciadamente nos tocó estar en bandos opuestos y tu padre te heredó mi enemistad con él. Tu padre me odiaba a muerte, porque, aunque él tenía la fuerza y los hombres para vencernos, mi padre y yo teníamos la, astucia y ahora él está muerto y yo sigo de pie.

_ ¿A qué viene todo esto? -dijo Santiago exasperado, todo eso él lo sabía. En ese tiempo era un niño cuando andaba con su padre y le tocó vivir muchos de esos enfrentamientos.

_ ¿Sabes Santiago?, yo también soy un hombre de honor y siempre pago mis deudas y tengo una contigo que pienso pagar hoy.

- ¿De qué hablas? - lo miró confundido.

_Te hablo de que te debo la vida y quizás ni siquiera lo recuerdes, pero yo sí, así que te voy a dar una única oportunidad, por los viejos tiempos, pero antes quiero que sepas que no estoy aquí por casualidad.

FUE MI ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora