CAPITULO 12 VISITA

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Santiago escuchó cuando la puerta se abrió, esperaba oír las voces ya conocidas, sabía cuántas enfermeras se turnaban para cuidarlo, reconocía las voces de los médicos que lo atendían, como su mente iba y volvía de la inconciencia no sabía si alguien más lo visitaba, no había escuchado ninguna voz conocida en sus momentos de lucidez, sabía que ni su madre ni sus hermanos se presentarían después de como los trató la última vez que los vio. No se arrepentía...se lo merecían, pero sí esperaba que su hermano menor lo visitara, confiaba ciegamente en él y sabía que no lo abandonaría. Sintió que alguien se acercó y tomó su mano. Poco a poco las sensaciones estaban volviendo a él, sin embargo, aún no lograba mover ninguna parte de su maltrecho cuerpo, pero lo lograría, tenía la esperanza de que lo lograría.

***
Por fin después de tantos días le permitían a Elizabeth entrar a la habitación privada de cuidados intensivos, por fin podía acercarse a él y tocarlo...aunque fuera a través de esos guantes que formaban parte del traje esterilizado que era necesario usar si quería entrar a ese cuarto de hospital. Se acercó... lo miró detenidamente...estaba pálido, demacrado, una incipiente barba asomaba a su rostro, señal de que ese día aún no había sido afeitado. Una leve sonrisa asomó a sus labios, recordó cómo le gustaba verlo con esa incipiente barba de un día o dos, le fascinaba sentirlo, él la hacía enojar diciéndole que se la quitaría y no se la dejaría crecer más, pero nunca lo hacía para complacerla a ella.

Con desesperación tomó su mano quería sentirlo pero no podía por esos guantes que cubrían sus delicadas manos, quería infundirles su calor porque estaba segura de que seguían tan heladas como la última vez que las tocó.

_ ¡Santiago! - lo llamó consciente de que él no le respondería. _ ¡Háblame! - pidió. _Las cosas no debieron pasar así. -sollozó apretando su mano.

El cuerpo de él se estremeció de forma imperceptible, ella no lo notó, pero él si lo sintió, así como sintió la mano de ella sobre la suya.

_Si hubieras confiado en mí. -la escuchó decir con tristeza, si me hubieras dicho lo que pasaba, hubiésemos hablado, lo habríamos aclarado -dijo entre sollozos. Ahora, aunque lo intentáramos las cosas no podrían volver a ser como antes. -lo soltó y se retiró dándole la espalda. Las lágrimas corrían por su rostro y el llanto brotó desde lo más profundo de su ser. Ya no podía seguir ahí, llevaba tres semanas, tenía que regresar a su casa, a su trabajo y con su hijo a quien veía una vez a la semana cundo Mariana y Lorena se lo llevaban a la ciudad para que estuviera con ella. Esta era la despedida.

_ ¡Santiago! -se volvió y de nuevo tomó su mano, _de corazón... de verdad, de todo corazón espero que te recuperes, por el bien de nuestro hijo. -volvió a apretar su mano.

***
Santiago quiso apretar la mano que ella había posado en la suya, pero sus músculos no le respondieron, quiso gritarle que no se marchara, sabía que ella se estaba despidiendo y él no quería dejarla ir.

Los recuerdos se agolparon en su mente con dolor.

Era de noche, él regresaba después de un largo mes de ausencia, era el periodo más largo que se había ausentado después de casarse con ella. Había estado haciendo algunos movimientos en el rancho y en la ciudad sin que ella se diera cuenta. Le tenía una sorpresa. Había notado que no congeniaba muy bien con su madre y que se sentía incómoda viviendo entre ellos, por eso había tomado la decisión de sacarla de ahí y llevarla a vivir a la ciudad, durante ese mes había hecho los arreglos necesarios para llevar a cabo su plan. Esa noche se lo diría, venía lleno de ilusiones y esperanzas, anhelando llegar a su casa para ver a su hijo y abrazar a su amada esposa.

Antes de llegar le sorprendió ver a su madre, a su hermano y a Karina la cuñada de su hermano fuera de su casa.

_Hijo, no pases se interpuso su madre en la puerta de la entrada.

_ ¿Por qué? -preguntó alarmado. _ ¿sucede algo?

_No quiero que vayas a cometer una locura. -insistió ella.

_Madre, ¿qué sucede? -exclamó alarmado intentando de nuevo entrar a su hogar.

_Es tu esposa -Se adelantó Alfonso su hermano. -No está sola -titubeó.

_ ¿Qué quieres decir? -lo encaró Santiago perdiendo la calma.

_Nosotros estamos aquí, -señaló con un ademán a su madre y a su cuñada. _porque nos avisaron que alguien la vio hace como una hora meter a un hombre a tu casa, y aún no sale y como todo está a oscuras, pues nos preocupamos -terminó diciendo nervioso. estábamos a punto de entrar.

Cuando él escuchó estas palabras de parte de su hermano, y su madre las confirmó sintió que la rabia le carcomía las entrañas. _  no podía creerlo, ¿ella metiendo a un hombre a su casa, cuando él lo único que hacía era buscar su bienestar? No, no era verdad, ella no era capaz, ella lo amaba se lo había dicho infinidad de veces, se lo había demostrado, tenían un hijo producto de su gran amor, ambos lo amaban y se amaban uno al otro, ella no haría tal cosa, se los demostraría.

Sin esperar más abrió la puerta de golpe, la casa efectivamente estaba a oscuras. Se dirigió hacia la habitación que compartía con su esposa y encendió la luz.

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