CAPÍTULO 20 PRUEBAS

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Mariana bajó, él esperaba sentado a la mesa, parecía como si llevara todo el peso del mundo sobre sus hombros, su mirada era triste, cansada.

Bajó las escaleras y puso dos carpetas gruesas sobre la mesa.

_Primero que nada -dijo ella. _quiero agradecerte que hayas respetado nuestro trato, hablé con mi amigo y me contó como fue el encuentro.

Santiago no dijo nada, aún estaba en shock por lo que había oído en esa reunión, no sabía que era peor si haberse enterado de que nada de lo que parecía había sido real y que él había cometido la peor injusticia del mundo con Elizabeth o enterarse de que quienes habían planeado todo habían sido su propia madre y hermano, aún se sentía aturdido por esa información y no podía imaginar qué más seguía.

***
_Ayer te prometí pruebas de la inocencia de Elizabeth -lo sacó Mariana de su ensimismamiento, ya sabes que nunca te engañó y que mi amigo también fue usado por tu familia. -era cierto, él había hablado con ese hombre y él no estaba mintiendo, en cuanto a lo de su familia no lograba asimilar lo que le había dicho, aún pensaba que podría estar equivocado, que podría tratarse de un error o un mal entendido.

_Perdóname Santiago _dijo Mariana al notar la incomodidad de él, al mencionar a su familia. _pero tu familia no es buena, ha cometido muchas atrocidades.

El levantó su mirada, su rostro estaba pálido, Mariana pensó que iba a protestar, pero permaneció callado, solo la miraba con ansiedad, esperando. ¿Qué podía decir?, sus errores le habían enseñado que antes de actuar tenía que escuchar y eso se había propuesto.

_Cuando, sacaste a tu esposa de tu casa, fue a parar a los límites de la escuela donde yo trabajaba al parecer anduvo deambulando por el bosque hasta que fue a parar ahí, fue donde yo la conocí -lo miró a los ojos. _tuve que llevarla al médico quien la envió a la clínica del pueblo, porque había pescado una neumonía. -ella vio como en el rostro de él se dibujaba un rictus de dolor.
De inmediato él recordó la forma tan cobarde en que la había sacado a media noche prácticamente sin abrigo y bajo el frío intenso que él mismo experimentó.

_Permaneció una semana hospitalizada -continuó Mariana, luego la llevé a mi casa para que terminara de recuperarse, aquí están las ordenes médicas, los estudios, las recetas y las facturas del hospital. -le tendió una carpeta.
El la abrió y efectivamente todo estaba ahí, en orden, acusándolo, su corazón se dolió de pensar que él había causado eso, y sobre todo, sabiendo ahora, que ella había sido inocente, sentía ganas de castigarse a sí mismo, de infligirse tanto dolor como el que ella había experimentado, había sido un cobarde al hacerle eso, incluso si hubiese sido culpable, él no tenía derecho, quería salir corriendo de ese lugar pero permaneció en su sitio.

_Después de que se recuperó -continuó Mariana ella fue a buscar a su hijo a tu casa, y siempre le impidieron el acceso, también quiso regresar a la escuela obteniendo los mismos resultados.

_No puede ser -lo escuchó Mariana murmurar.

Con pesar Santiago se pasó las manos por entre su cabello dejándolo un poco revuelto. No era necesario preguntar quién había ordenado esa estupidez, pero aun así lo hizo.

_A ella siempre le dijeron que habías sido tú -lo miró Mariana, contestando a su pregunta

Su rostro palideció aún más. No se defendió, solo bajó la mirada.

Mariana supo en ese momento que él no lo había hecho.

_Después de muchos intentos de acercarse a Andrés y de ser echada de tus propiedades se encontró con tu madre quien la amenazó diciéndole que si volvía la ibas a matar.

Él levantó la mirada sorprendido, era obvio que no lo sabía.

Su mirada suplicante le pedía que continuara, aunque sabía que lo que iba a escuchar no le gustaría.

_Ella era valiente. -continuó Mariana y no se dejó intimidar, pero no sabía con quien se metía, así que regresó a buscar a su hijo. Pero no tengo que seguir -dijo ella mirándolo fijamente esperando ver su reacción. También ella estaba descubriendo sus propias verdades, hasta ese momento tanto ella, como Elizabeth, habían pensado que él había estado detrás de todo esto.

_ No tengo que decirlo porque tú mismo diste la orden.

Santiago la miró con desconcierto, ¿orden?, ¿De qué orden le hablaba?

_ ¡No sé a qué te refieres! -la miró enfadado, se estaba exasperando.

_Tú ordenaste matarla -dijo sin apartar la vista de él.

_ ¿Matarla?, ¿de qué hablas? -se levantó furioso. _Yo jamás haría algo así.

_Los hombres que mandaste se lo dijeron.
_ ¿Los hombres? ¿Qué hombres?, por Dios, ¿de qué me estás hablando?

Se veía enfadado y confundido. Realmente no sabía de qué le estaba hablando.

_Si sabes lo que le pasó a Elizabeth... ¿verdad? -preguntó al ver la confusión en el rostro de él.

Él no sabía que contestar.

_ ¡Mira! -le tendió la otra carpeta que tenía sobre la mesa.

El dudó en abrirla, pero luego lo hizo. Lo que vio lo dejó paralizado.
Eran reportes médicos y legales, una gran cantidad de hojas y fotografías, en las primeras que observó se veía un rostro desfigurado, ni siquiera se sabía si era hombre o mujer, en otras se apreciaba un cuerpo en una camilla, igualmente desfigurado, hinchado, lleno de tierra y hojarasca, más adelante se veía a la misma persona en una cama de hospital ya limpia pero igualmente irreconocible, llena de mangueras y aparatos conectados a ella. De golpe cerró la carpeta, no podía seguir viendo. Una sensación de nauseas invadió su cuerpo. ¡No!, no podía ser lo que estaba pensando, no podía ser cierto. Miró a Mariana, su mirada suplicaba que no confirmara sus sospechas.

Ella entendió el mensaje, pero tenía que decirle la verdad.

_Así quedó Elizabeth después de que tres hombres que dijeron ser enviados por ti, la atacaron.

_ ¡No....! -se escuchó a sí mismo gritar, _ ¡no es ella! ¡no puede ser posible! -golpeó la mesa con el puño cerrado, _ ¡Esa no es Lizzy! ¡mi Lizzy!

_Permaneció cinco meses hospitalizada. -continuó ella.
_esos hombres la aventaron a un pequeño barranco al darla por muerta.

_ ¡No! -volvió a exclamar él. _No es ella... dime que no es ella, por favor... -suplicó con voz entrecortada. _dime que solo quieres lastimarme. -la tomó de los brazos con fuerza. _dime que me odias y solo quieres vengarte de mí. -su mirada era de desesperación. _ si es eso, lo estás logrando, por favor, dime que no es ella.

Mariana sentía dolor por su agarre, la estaba lastimando, pero no se atrevió a protestar, él estaba fuera de sí, lo veía en sus ojos. Sintió lástima por él, en ese momento supo cuánto quería en realidad a su amiga y entendió que ambos habían sido víctimas.

_Ese es el expediente de ella -dijo con voz entrecortada. Santiago aún ejercía presión sobre sus brazos. _léelo.

FUE MI ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora