CAPÍTULO 51 ME SALVÓ LA VIDA

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Se veía a sí mismo. Era aún un niño, quizás como de unos ocho años. Se había ido siguiendo a los hombres de su padre, sin que ellos se dieran cuenta, su padre lo había dejado a su cuidado. Habían pasado dos días y él no regresaba, y cuando supo que un grupo de ellos iría a reunirse con él, se dispuso a seguirlos, de todas formas, no notarían su ausencia, ellos siempre se ocupaban en sus cosas y se desentendían de él, solo lo buscaban cuando su padre estaba por llegar al lugar en donde se encontraban.

Habían caminado cerca de medio día cuando divisó una cabaña.

Se alegró mucho, estaba cansado y hambriento, solo que no llegaron a ésta, se pasaron de largo, caminaron como quince minutos más, mientras se acercaban, Santiago sintió temor, pues aparte de escuchar voces que gritaban y maldecían, también se escuchaban gritos de dolor y lamentos, asustado ya no quiso avanzar, se quedó agazapado tras unos enormes pinos y ahí permaneció con los oídos tapados para no escuchar.

Por fin como media hora más tarde, que a él le pareció una eternidad, miró a su padre venir con varios hombres, incluidos aquellos a los que él había seguido. Por instinto se escondió, su padre se enojaría mucho si se enteraba de que estaba ahí sin su permiso, cuando vio que pasaron de largo, esperó un buen tiempo y después, se atrevió a salir de su escondite, luego se dirigió hacia donde había estado su padre. Mientras más se acercaba, más fuertes se escuchaban los lamentos, el corazón de Santiago se encogió de temor, iba a regresarse, pero... ¿y si alguien necesitaba ayuda?
Decidió seguir y lo que vio lo dejó perplejo, tres hombres sumamente jóvenes estaban amarrados a un árbol cada uno, habían sido golpeados y torturados con saña, al verlos quiso salir corriendo pero escuchó la débil voz de uno de ellos pedir ayuda. Los otros dos ya no se movían, quería correr, quería alejarse, pero empezó a volver el estómago, no quería ni acercarse a ese hombre, pero le había pedido ayuda. No podía déjalo así, como pudo lo desató y lo ayudó a recostarse en el suelo, el hombre no era capaz de mantenerse en pie.

Cerca había un rio, corrió cuesta abajo y momentos después regresó con agua, utilizando una botella de las que habían dejado su padre y sus hombres, luego le ayudó a beber, porque nisiquiera eso podía hacer, al darse cuenta de que le era muy difíc...

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Cerca había un rio, corrió cuesta abajo y momentos después regresó con agua, utilizando una botella de las que habían dejado su padre y sus hombres, luego le ayudó a beber, porque nisiquiera eso podía hacer, al darse cuenta de que le era muy difícil hablar optó por no hacer preguntas solo se cuestionó a sí mismo, que necesitaría y recordó la cabaña que había pasado. Sin decir más fue en busca de ésta rogando que su padre o sus hombres no estuvieran por ahí.

*****
Aureliano estaba en su rancho, había sido un día extremadamente agitado, las cosas no habían salido como las había planeado, pero cuando se trataba de Santiago ¿qué salía como lo planeaba?

Ciertamente planeaba perdonarle la vida, pero solo a él, los demás no estaban en su lista, sin embargo, había terminado entregándole a todos, incluido Bruno a quien jamás había pensado dejar ir sin castigo, pero lo había hecho, por él, lo había hecho y había valido la pena.

Aún recordaba los acontecimientos de tantos años atrás, recordaba ese pequeño rostro que lo miraba sin dar crédito a lo que veía, con sus ojos llorosos y luego vomitando por lo fuerte de la impresión, recordaba cómo se sentía él, sus dos amigos habían sido torturados y habían muerto sin tener ninguna oportunidad y él también estaría muerto si no hubiera sido por ese pequeño. Él lo reconoció de inmediato, ¿quién no conocía al pequeño Santiago a quién su padre estaba entrenando desde tan pequeño, para que un día lo sustituyera?, todos en ese medio lo comentaban por lo grotesco de que ese niño tuviera que andar en ese ambiente, entre matones y presenciando cosas que no debería, al menos aún no.
Él se dio cuenta de que el pequeño iba a salir huyendo y como pudo sacó fuerzas para pronunciar unas cuantas palabras pidiendo ayuda y contra todo pronóstico él se quedó y lo ayudó.

No lo podía creer, pero agradecía que así fuera, recordaba que no podía moverse, mucho menos mantenerse en pie y él lo ayudó, primero soltando sus amarres y luego ayudándolo a recostarse en el frío suelo, sin embargo, luego vio con angustia como se marchaba, quería gritarle, pero su voz no salía, no tenía las fuerzas suficientes, llevaba tres días sin probar alimento ni agua su cuerpo estaba deshidratado y al borde del colapso. El padre de Santiago los había secuestrado para vengare de su padre ya que competían por el territorio. El apenas tenía dieciocho años y ya andaba en esos negocios al igual que sus amigos solo que ellos no habían tenido la suerte que él.

Cuál no sería su sorpresa cuando lo miró regresar con agua embotellada, comida y materiales de curación. Durante las siguientes horas le lavó las heridas, lo curó lo mejor que pudo, puso algunas vendas en algunos lugares y le improvisó refugio con unas lonas que había traído en varias vueltas a la cabaña.

Después supo que era una cabaña cercana como a quince minutos de ahí, la cual estaba perfectamente bien equipada.

Luego él se marchó de nuevo, dejándolo solo, asustado y lleno de incertidumbre pues, aunque lo había ayudado, de todas formas, iba a morir sin alimento y sin agua agravado por lo precario de su condición.

Esa había sido la idea del padre de Santiago, dejarlos morir de hambre y sed, desangrándose amarrados a esos árboles, sabía que no volverían, quizás hasta varios meses después, cuando ya solo sus huesos existieran.

Grande fue su sorpresa cuando al día siguiente el pequeño apareció cargando con lo que necesitaba para alimentarlo y curarlo, lo mismo sucedió día a día hasta que él estuvo lo suficientemente fuerte para caminar hasta la cabaña en donde lo dejó. Era un niño raro. No hablaba, no reía, solo se limitaba a mirarlo con sus grandes ojos y a hacer lo que tenía que hacer y se iba, hasta que un día no regresó, él rogaba que su ausencia no fuera porque lo hubiesen descubierto, sino porque su padre se hubiera marchado de la región, como fue que sucedió según se enteró después.

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