Instintivamente trató de cerrar la puerta en cuanto lo vio, pero él fue más rápido y se lo impidió.
_ ¡Espera! -metió la mano impidiéndole cerrar. _Quiero que hablemos.
_ ¡No te entregaré a mi hijo! -intentó huir asustada.
_ ¡Por favor! -la detuvo por el brazo, suplicante. _solo quiero hablar... te lo prometo.
Ella reparó en su agarre, sentía un cosquilleo donde la tenía sujeta, él también lo sintió y la soltó.
_No quiero que te lo lleves. -dijo casi en un susurro. _ ¡Por favor! -suplicó.
_ ¡No lo haré! -la miró tranquilizador. _te lo prometo, ¿podemos sentarnos? -pidió.
Ella le creyó y asintió. Con nerviosismo lo llevó a la sala. Lo miró, no parecía el mismo Santiago de la semana pasada, arrogante, furioso, decidido. Ahora su rostro lucía pálido y demacrado, al igual que el de ella, por ninguna parte se asomaba esa prepotencia que le caracterizó la última vez, hoy su rostro lucía cansado, grandes ojeras rodeaban sus hermosos ojos, pareciese como si no hubiera dormido en toda la semana.
Él también la observaba, un nudo se había formado en su garganta impidiéndole hablar, no podía creer que la tenía frente a él, sin nadie que se entrometiera, que podría tomarla entre sus brazos y abrazarla y besarla y pedirle perdón, pero no podía, no se atrevía porque sabía que no merecía ese perdón, desde el día que la echó de su casa, sin darle ninguna oportunidad, desde ese día había perdido su oportunidad, la había perdido, desde el momento en que la dejó a su suerte, en medio de ese nido de víboras, la había perdido, desde el momento en que no estuvo a su lado como lo juró ante el altar para protegerla y defenderla y respetarla, la había perdido, desde el momento en que dudó de ella, desde el momento en que le arrebató a su hijo, ¿cómo pedirle perdón?, ¿con que derecho?.
Aun así, tenía que proponerle un trato, sabía que era sumamente probable que no lo aceptara, pero al tratarse de su hijo, tenía la remota esperanza de que lo hiciera y si lo hacía juraba que no le alcanzaría la vida para pedirle perdón, intentar compensar el daño que le había hecho y hacerla feliz.
El silencio era incómodo, por fin él habló.
_Sé que no merezco lo que te voy a pedir -dijo con humildad. _Pero yo amo a mi hijo tanto como tú, sé que lo que ha sucedido ha creado un gran abismo entre nosotros y entendería si no quieres saber nada de mí, pero nuestro hijo no tiene la culpa de esto y no merece vivir apartado de alguno de los dos.
_Tampoco merecía vivir apartado de mi cuando más me necesitaba. -se atrevió a decir tímidamente. _entonces no te importó que no estuviera con los dos -le reprochó con temor esperando su reacción violenta
_Lo lamento -dijo bajando la mirada. Se lo merecía. _yo... pensé que no te importaba.
_ ¡No fue así! -exclamó alterándose. _siempre he amado a mi hijo, lo amo más que a mi vida. -se puso de pie.
_ ¡Lo sé! - trató de tranquilizarla, poniéndose de pie también.
_Yo como tú, quiero su bien y quiero lo mejor para él, aunque eso no implique, que sea lo mejor para nosotros.Ella lo miró con recelo. _no entendía, ¿qué le estaba proponiendo?
_ Ambos podemos... sacrificarnos - dijo, asumiendo que ella no desearía estar con él. _ Sin duda nos necesita a los dos.
El corazón de ella dio un vuelco, la tristeza la invadió, él estaba declarando que no la quería, que cualquier cosa que hiciera la hacía por su hijo, no por ella. Las lágrimas pugnaban por salir, pero no lo permitiría, no se rebajaría más, pero... ¿que esperaba?, ¿acaso él no vivía ya con otra mujer?, ¿con Karina?, ella misma se lo había hecho saber. Era por eso que él hablaba de sacrificarse, estaba dispuesto a renunciar a esa mujer, para estar con su hijo, aunque eso implicaba vivir también con la madre.
La realidad la golpeó con todas sus fuerzas, pero no... No se dejaría vencer, ella también quería el bien de su hijo y si tenía que sacrificarse lo haría, pero no en este momento, aún no estaba preparada para convivir con él, aunque esa convivencia no implicara una relación.
_No puedo. -dijo ella, _por
ahora no._ Entiendo. - dijo con desilusión. _ pero piénsalo, solo por él.
_ Por él, es que lo hago. - dijo casi en un susurro. _ me perdí la mitad de la vida de mi hijo. - continuó con la mirada perdida. _ el me necesita bien y no creo poder aparentar ante él, el que seamos una familia feliz. Cuando fue su padre el que me saco de su vida y me privó de cuidarlo y amarlo mientras más me necesitaba. Perdóname. - sus ojos se humedecieron. _ pero no puedo estar contigo. - titubeó temerosa de enojarlo. _ no me sentiría segura y no puedo lidiar con eso.
El rostro de él se desencajó, su corazón se comprimió aún más, si eso era posible, ¿cómo había podido llegar a esto? El que ella le temiera a tal grado, que no podía estar cerca de él, cuando él la amaba tanto, cuando se estaba volviendo loco por encontrar la forma de reparar el daño que había hecho, cuando luchaba con todas sus fuerzas por no tomarla en sus brazos y besarla y hacerla entender lo arrepentido que estaba, y que haría hasta lo imposible porque de aquí en adelante fuera feliz, darle esa felicidad que él mismo le había arrebatado, que daría su vida por ella, si eso solucionaba la de ella.
había jugado sus cartas y había perdido, no solo la había perdido a ella, sino que a su hijo también, el juicio seguiría y lo más seguro, era que ella recibiera la custodia. Lo había perdido y en ese momento el decidió no pelear más, dejaría que las cosas siguieran su curso, no se defendería, después de todo su hijo estaría mejor con su madre, ¿qué vida podría darle él, en medio de la Sierra... en medio de la nada? ¿La misma que le había dado su padre a él?, eso le aterraba, no, no lo condenaría a eso.
La miró una vez más, no soportaba ver en lo que la había convertido, observar aquellos hermosos ojos, que antes lo miraban con adoración, con amor y que ahora solo reflejaban el terror que le tenía, lo devastó. Ahora sabía lo que tenía que hacer, estaba tan claro que ni siquiera lo dudó.
_ ¡Bien! -dijo por fin. _solo quiero decirte que te entiendo, no me meteré más en tu vida ni en la de él, solo te pido poder verlo una vez más.
Ella asintió con un nudo en la garganta, quería gritarle que no se rindiera, que luchara, si no por ella, si por su hijo, pero quizás en realidad no era tan grande el amor que decía tener por él.
Cuando él se dirigió a la puerta para salir se volvió hacia ella y la miró.
_Me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes. -dijo y salió.
Ella lo miró marcharse y se reprochó a sí misma por no haber hecho nada por detenerlo, lo amaba, nunca había dejado de amarlo y ver esa tristeza que reflejaban sus ojos al salir le conmovió hasta el alma, pero ya no estaba, se había ido, ya no podía hacer nada.
Angustiada se dejó caer en un sillón y lloró, lloró como hacía mucho no lo hacía, era un llanto de dolor, de tristeza, de angustia por lo que ya no podría ser.
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FUE MI ERROR
RomanceSantiago Morán, un hombre con un pasado oscuro y tormentoso, no sabe amar porque nunca ha sido amado. De pronto, el amor llega a su vida y sin pedir permiso se posiciona en lo más profundo de su corazón Sin embargo, él no vivirá lo suficiente, par...