CAPÍTULO 18 ENFRENTANDOLO

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Santiago estaba por fin frente a la casa donde vivía Elizabeth, estaba furioso, había manejado como loco, después de recibir la notificación de que debería presentarse a declarar. Al parecer había una denuncia de que su hijo era maltratado. ¿Cómo era posible?, ¿qué pretendía Elizabeth con esto?, ¿esa era su venganza por haberla sacado de su vida? Con furia golpeó la puerta.

***
Elizabeth estaba en la planta alta, cuando escuchó el chirriar de unas llantas y una camioneta detenerse enfrente de la casa, se asomó por la ventana, un escalofrío la recorrió. Era Santiago, un rictus de furia descomponía su atractivo rostro, asustada se apartó de inmediato, instintivamente buscó donde ocultarse, en ese momento unos fuertes golpes a la puerta la hicieron sobrecogerse de temor. Tenía que controlarse, había estado esperando este momento, sabía que él vendría nada más enterarse de la denuncia, pero no estaba preparada para enfrentarlo sola y en ese momento, su pequeño Andrés estaba en la escuela y Mariana había salido, el temor se apoderó de ella cuando golpes más fuertes azotaron su puerta de nuevo.

Se armó de valor, tenía que enfrentarlo, sería la primera vez que estuviera a solas con él, desde aquella noche, estaba muerta de miedo. Bajó las escaleras y dirigiéndose hacia la puerta abrió.

***
Santiago iba a tocar por tercera ocasión cuando la puerta se abrió, por un momento pensó en la posibilidad, de que le abriera la puerta el hombre que le había robado a su esposa, si así fuera lo mataría ahí mismo, pensó. Pero no... Quien apareció frente a él, fue ella, estaba pálida, hermosa como siempre, se veía tan frágil, tan inocente, hubiera querido tomarla entre sus brazos, se moría por un beso suyo aunque fuera el último, pero recordó que ahora era otro el que la besaba y la furia volvió a él.

_ ¿Qué es lo que pretendes con todo esto? -entró furioso al interior cerrando la puerta tras de sí. _ ¿ahora quieres quitarme a mi hijo? -la miró con furia.

_N...no -las palabras salieron con dificultad de su boca.

_ ¡Dijiste que no pretendías quitármelo! -la tomó del brazo con brusquedad _ ¿por qué haces esto ahora? -gritó.

_Yo... no... Yo no hice nada -dijo por fin.

_ ¡No mientas! - exclamó. _ ¡tengo un citatorio en el juzgado, me acusan de maltratar a mi hijo...a mi propio hijo! - la miró con incredulidad.

_No fui yo! -se defendió por fin. Y era verdad, había sido el médico quien había involucrado a las autoridades.

_ ¡No mientas! -exclamó fuera de sí. _ ¿quién si no?, ¡tengo que presentarme, como si yo fuera capaz de cometer tal atrocidad! ¿qué clase de demente crees que soy? -la miró con furia. _ ¡y por si fuera poco metiste a mi familia en esto!

_ Si no fuiste tú, tuvo que haber sido alguien de ellos. - dijo con cautela.

_ ¡No te atrevas a inmiscuir a mi familia en esto! - exclamó con tal furia, que su mirada la asustó. _ ¡No después de que ellos lo cuidaron todo este tiempo que tú! -apretó el agarre de su brazo. _ ¡lo abandonaste! ¡seguramente estabas muy entretenida con tu amante como para acordarte de él en un año y medio! - la aventó con brusquedad.

Ella trastabilló y estuvo a punto de caer pero se sostuvo de un mueble.

El volvió a arremeter contra ella.

_ ¡No voy a permitir que me lo quites! ¿me quieres jugar sucio?, ¡yo también se hacerlo y créeme que lo voy a hacer! - amenazó.

_ ¡No! ¡por favor! - exclamó con angustia acababa de recuperar a su hijo, no podía perderlo de nuevo, no lo soportaría.

_ ¡El día que fuiste por él, pude no entregártelo, creo que lo sabes! - exclamó. _ ¡pero quise confiar en ti, debí suponerlo... eres una traidora... siempre lo has sido! -se acercó peligrosamente a ella.

***
Elizabeth no entendía, primero la acusaba de tener un amante, luego de no haber buscado a su hijo durante ese tiempo, ¿ y ahora la acusaba de traidora y a parte la amenazaba? no solo eran sus palabras, era él, lo tenía tan cerca, por un momento pensó que la golpearía y un pequeño grito escapó de sus labios.

_ ¿Tienes miedo Elizabeth? -dijo él a su oído. La sintio temblar bajo su cuerpo al arrinconarla contra la pared, pero de inmediato se separó quedando casi pegado a ella. _esto no es nada con lo que vas a sentir si te atreves a separarme de mi hijo. -la amenazó.

_¡Suéltame...! ¡por favor...! -suplicó con voz entrecortada.

La respiración le empezaba a fallar, visiones del pasado empezaban a asomar a su maltrecha mente, sentía que los brazos que estaban a los lados de su cuerpo, encerrándola entre la pared y Santiago eran las de aquel hombre asqueroso que la aprisionaba contra un árbol, sentía que el aliento sobre su oído era el tufo de aquel hombre alcoholizado que se reía sobre su rostro. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y entre sollozos suplicó de nuevo. _ ¡No...! ¡Por favor!

Santiago la miró sorprendido, ni siquiera la estaba tocando.

_¡Por favor! ¡no! -gritó de nuevo con desesperación empujándolo, no soportaba más, los recuerdos llegaban a ella como cascadas, atormentándola y lo peor era, que el causante de ese infierno que vivió estaba ahí, parado delante de ella amenazándola, intimidándola de nuevo.

Santiago, quiso acercarse a ella al verla fuera de sí, con la mirada perdida y muerta de miedo.

_ ¡No te acerques! -gritó aterrada. Si una vez la mandó matar, ¿por qué no hacerlo ahora? pensó ella. Tenía el motivo y la oportunidad, quizás ahora no fallaría. Se sintió perdida y como último recurso pensó en intentar huir, sabía que quizás fuera imposible nadie escapaba de Santiago Morán pero lo intentaría.

Cuando él se acercó, haciendo caso omiso a sus suplicas de que no lo hiciera, ella lo empujó con todas sus fuerzas y salió corriendo presa de la angustia, el solo hecho de llegar a la puerta le pareció una tarea titánica, volteó hacia atrás y Santiago recuperado del empujón se dirigía hacia ella, con desesperación alcanzó la manija de la puerta y para su sorpresa ésta se abrió antes de que ella la tocara siquiera.
Unos brazos la recibieron y rápido la sacaron de ahí, dejando a un Santiago totalmente desconcertado.

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