_ ¿Lissy? -escuchó una voz a sus espaldas que la sacó de sus recuerdos. Sorprendida se volvió, pues le pareció escuchar la voz de Santiago... Su sorpresa fue mayúscula... Ahí frente a ella, estaba un hombre idéntico a su ex esposo.
_No soy una aparición... si es lo que estás pensando -dijo tratando de dibujar una sonrisa, pero fallando en el intento, pues sus ojos reflejaban la tristeza que en verdad sentía. _Soy Damián, el hermano menor de Santiago. -extendió su mano.
Ella la estrechó y también trató de sonreír con el mismo resultado.
_Mucho gusto. _Dijo ella.
_Lamento mucho venir a conocerte en estas circunstancias. -dijo él. _ ¿Cómo lo ves tú? -Señaló con la cabeza a su hermano. _el médico me dijo que está grave pero que aún es muy pronto para decir si sobrevivirá. - la voz se le quebró. Él amaba a su hermano, todo lo que tenía, todo lo que era, se lo debía a él. Con esperanza posó su mirada en ella esperando una respuesta alentadora.
_ Lo siento. - dijo bajando la mirada apenada, hubiera querido darle buenas noticias, porque ella misma quería buenas noticias, pero lamentablemente los pronósticos eran muy sombríos. _ se lo mismo que tú sabes, no ha recuperado la conciencia. - dijo estrujándose las manos con nerviosismo. _ pero...está con vida. - apenas susurró con la voz a punto del llanto, él observó cómo sus ojos se humedecían, no había duda de que ella lo seguía amando... ¿cómo es que habían llegado hasta ese punto? siempre pensó que su hermano había cometido un error, uno muy grande y ahora que la tenía ahí, frente a él, más se convencía de que su hermano se había equivocado con respecto a ella.
_ ¿Quieres tomar un café? -preguntó ofreciéndole su mano. _ ¡Vamos!
_No quisiera alejarme. -denegó la invitación. _La verdad es que tengo miedo de que si me alejo quizás cuando regrese no lo voy a encontrar, quiero hablar con él cuando despierte.
_Y lo harás. -respondió él tratando de ser optimista, -él es un gran luchador, estoy seguro de que despertará. -trató de convencerse a sí mismo. _Ven. - insistió de nuevo.
_Está bien. -aceptó pasando por un costado de él y saliendo al pasillo donde lo esperó.
Luego ambos se dirigieron hacia la cafetería del elegante hospital.***
Mientras esperaban su café. Elizabeth tuvo oportunidad de observarlo detenidamente, ahora que lo veía con más calma se daba cuenta de la gran diferencia que había entre ambos, tenían un gran parecido, sus rostros eran semejantes y algunas expresiones, pero nada más, mientras que Santiago tenía un cuerpo más atlético Damián era un poco más delgado, su pelo...Santiago lo tenía de color castaño mientras que el de Damián era más oscuro, aunque lucían cortes similares, y sus manos...esas manos tibias que tanta ternura le habían prodigado, Santiago tenía unas manos grandes, fuertes se notaba que era un hombre dedicado al trabajo duro, en cambio él, sus manos eran más pequeñas aunque no dejaban de ser grandes pero no mostraban a un hombre de trabajo duro, se veían suaves y finas, de alguien dedicado a trabajos de oficina. Recordó que Santiago mencionó que él era quien manejaba sus negocios en la ciudad.
También notó su vestimenta, Damián vestía formal, se atrevía a asegurar que ese pantalón y esa camisa elegantes formaban parte de un costoso traje y que su saco se encontraba quizás abandonado en el respaldo de alguna silla o en el asiento de su auto. Luego vino a su mente la figura de Santiago... con su camisa y su pantalón vaquero.Siempre listo para el trabajo rudo, como cuando sin previo aviso, llegó con todos los padres de familia a la escuela, y los puso a trabajar pintando y arreglando todos los desperfectos menores, luego contrató a alguien especializado para que reparara el techo y no dejó de dar vueltas a la escuela, hasta que se aseguró de que se había hecho un buen trabajo.
_ ¿Quieres algo más? -preguntó Damián cuando les llevaron su café sacándola de sus pensamientos.
_ ¡No!, ¡gracias! -contestó apenada. No estaba siendo muy buena compañía. Su ánimo se hallaba por los suelos, extrañaba tanto a su pequeño hijo, le preocupaba como estuviera sobrellevando su ausencia, aunque sabía que sus amigas lo cuidarían como si fuera su propio hijo, y ella se comunicaba todos los días con él, aún así, le era difícil estar separada de él, no podía imaginar la angustia de su pequeño si no tuviera la oportunidad de volver a ver a su padre, Santiago podía haberla repudiado, podía haber actuado con ella como si no tuviera corazón, sin embargo, no podía negar que con su hijo era otra persona lo amaba de verdad y no haría nada que pudiera perjudicarlo. Su hijo era sus ojos y Andrés lo amaba sin condición.
Se preguntó una vez más, ¿cómo podía ser la vida aveces tan injusta sólo para algunas personas, mientras que otras iban por la vida disfrutando de todo, sin siquiera merecerlo?
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FUE MI ERROR
RomanceSantiago Morán, un hombre con un pasado oscuro y tormentoso, no sabe amar porque nunca ha sido amado. De pronto, el amor llega a su vida y sin pedir permiso se posiciona en lo más profundo de su corazón Sin embargo, él no vivirá lo suficiente, par...