DIAMANTE -borrador

capítulo 17 completo

Aviso:he editado los demás capítulos y he añadido un prólogo. Aunque lo de antes de los capítulos está en partes separadas eso es sólo porque no puedo escribir al principio de las partes (pero sí al final. Curioso, ¿no?). Normalmente estarán en la misma parte.

P.D:lo siento por las faltas de ortografía del capítulo 17(1). No podía ni andar recto y el corrector del iPad es una mierda... Ya está arreglado.

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De los Anales de los Vigilantes

15 de octubre de 1995

Regresó de Durham el Gran Maestre Lord Lucas Montrose, donde visitó a su hija Grace, su marido Nicolas y su nueva nieta Gwendolyn. Lord Lucas parece seguir aún allí, está ausente y a veces sonríe y otras se sume en la tristeza. Parece que la recién nacida será la niña de los ojos de nuestro maestre, a juzgar por su comportaminento.

Aparte de esto, ningún otro acontecimiento digno de mención.

Thomas George, Círculo Interior

Un momento. ¿Mr Bernhard? Mi mayordomo se llama Mr Bernhard...

-¿Gwen? ¿Vamos?

Parpadeé un par de veces, sorprendida, pero tomé la mano de Gideon y salimos del salón seguidos por mis padres. Gideon me miró un par de veces, algo preocupado. Me había quedado congelada un par de segundos mirando al mayordomo. No era tan malo, ¿verdad?

Nos despedimos de mis padres y salimos de la casa. Subimos al coche, yo aún en las nubes. ¿Había alguna posibilidad de que mi mayordomo fuera familiar mío? Estudie sus facciones en mi mente. Ojos de lechuza, gafas... Desde luego, tenía que averiguar su nombre de pila...

-...Gwenny, ¿estás ahí?-preguntó de repente Gideon sacándome de mi ensoñación. Sacuda la cabeza y le miré.

-¿Qué?

Sonrió.

-Parece usted estar un poco entretenida hoy, señorita. Me gustaría introducirme en su mente y averiguar que ocupa sus pensamientos y oscurece de esa manera tan adorable sus ojos.

Solté un bufido.

-Te juro que me mareo cuando hablas así. ¿No puedes hacerlo como las personas normales?

Sonrió, una de esas sonrisas torcidas que tanto me gustaban. Me derretí un poco, pero intenté disimular.

-Señorita, debe saber que, realmente, las damas encuentran irresistibles los buenos modales.

-En ese caso, caballero, yo no soy una dama. O estoy demasiado cansada para esto.

Mi subconsciente se sumó un tanto.

-¿De veras?

La mirada que me dirigió, entre pícaro, divertido y un poco tímida, me hizo quitarme el tanto que me acababa de anotar.

-Y la culpa de esto la tiene usted.

UPS. Se me escapó.

Ahora parecía realmente estar conteniendo una carcajada de las grandes.

-Por supuesto. Aunque supongo que usted no ayudó, ¿cierto? Cargaré con las culpas sin un ápice de remordimientos, me temo. Si quiere conseguir algo de mí haciendo chantaje emocional, tendrá que cambiar de táctica, milady.

Sí. Mi tanto se había evaporado y él se había sumado un triple. Home run, vaya.

Cerré los ojos y recline la cabeza en la pared del coche.