capítulo 50(OMG!!)

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Chicas, vomitad arcoiris.
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El amor es el tiempo y el espacio medidos por el corazón.
-Marcel Proust
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Recorríamos la ciudad cogidos de la mano, incluso, como una pareja normal que, desde luego, no éramos. Nadie se giraba a mirarnos, ni nosotros íbamos mirando en todas direcciones en busca de alguien que pudiera resultar peligroso. Simplemente, íbamos caminando tranquilamente mientras charlábamos de temas banales. Me resultó extraño, pero agradable. No me costaría acostumbrarme a ello.

-¿De verdad?-dije entre risas mientras cruzábamos el Pont Neuf.-No me creo que le dijeras a tu profesor de francés que su calva parecía una pelota de billar...

-Pues lo hice...fue muy...divertido, supongo, ver como la pelota iba pasando del blanco original al rojo y luego al azul. Realmente, daban ganas de pintaler el número. Justo aquí-añadió señalando una zona encima de la frente.-Mira-dijo entonces, tirando de mí con suavidad hasta la barandilla del puente.-¿ves? Ese es el Pont des Arts. El famoso puente donde la gente escribe sus sueños en candados y tira las llaves al río.

El puente, en contraste a la luz brillante y pálida del día, se veía colorido por los miles de candados que llenaban las rejas de los laterales.

-¿Podemos ir?-supliqué.

-¿Quieres pedir un deseo?-preguntó él, en apariencia sorprendido.

-No, sólo me gustan esos sitios. Ver a la gente, sus esperanzas, su ilusión. No se...

Seguro que Xemerius se hubiera caído al río de tanto reír si me hubiera oído. Por suerte, había desaparecido alegando cansancio, ganas de cazar palomas y "no deseos de ser acusado de mirón".

Gideon pareció cohibido un instante, tan corto que no supe si me lo había imaginado, pero me ofreció el brazo y caminamos hacia el puente de los deseos.

...

-La mayoría son parejas que escriben sus nombres en el candado-dije tras un par de minutos estudiando el puente.

-Me imagino cuantas de esas parejas se habrán destruido con el paso del tiempo.

Le miré, sorprendida. Estaba apoyado en la barandilla, mirando al frente, pensativo. Me acerqué a ék.

-¿Que te pasa?

Me miró, sorprendido.

-¿Tiene que pasarme algo?

-Pareces...serio.

-No sé. Estaba pensando en las cosas que merecen la pena y en como el tiempo se encarga de destruirlas todas.

-Curioso...pensamiento...-fue lo único que logré decir. Un pequeño resquicio de mi mente, el más influenciado por Xemerius, gritaba que aquello pintaba a que...quería...¿cortar conmigo?

Bajé la mirada a los dedos de Gideon, que recorrían un par de candados.

-No se...este lugar me hace sentir así.

Uff.

-¿Y la esperanza? ¿No la sientes?-dije posando mi mano sobre la suya con suavidad. Una pareja ató un cansado y lanzó la llave a un par de metros antes de besarme apasionadamente.

-También-sonrió.-Es una curiosa mezcla de sentimientos, ¿no crees?

Asentí y le solté, recorriendo lentamente un tramo de la barandilla, mirando los candados.

-Mira, este es precioso-dije señalando uno, dorado y artísticamente decorado con espirales negras.

-¿No te sientes mal por violar la intimidad de la gente mirando esos candados?-preguntó, divertido. Negué con la cabeza.

DIAMANTE -borradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora