capítulo 27

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Sí, lo sé, todavía os debo dos especiales... No me matéis, tiempo al tiempo... Si no esta semana el lunes los publico SÍ o SÍ-y esta promesa la cumplo TAMBIÉN o TAMBIÉN. ¡Que os guste!

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Amar es destruir.
Cazadores de sombras, de Cassandra Clare

Hahahaha! Esa va por ti, @Veka_Porras . Por cierto, debéis agradecerle a ella que este capítulo acabe bien... Pero me debes un buen final tú también...

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-No me puedo creer que haya hecho eso-comentó Raphael, pasándome su chaqueta por los hombros. Cuando llegué al restaurante donde estaban cennado Anna, Simon, Leslie yvél mi vestido daba verdadera pena, igual que mi peinado, que había dejado de ser un bonito moño trenzado para ser una especie de esponja pesada y empapada pegada a mi cabeza.

-¿Has venido caminando desde el Ritz?¿Hasta Chelsea?-preguntó Leslie, incrédula. Asentí. La lluvia me había aclarado las ideas, lo que me venía estupendamente. Estornudé sonoramente. Raphael me fulmino con la mirada.

-Estás loca-dijo simplemente. Y me acompañaron a la mesa, donde Simon y Anna nos miraban con curiosidad. Simon era un primo de Leslie con el que se llevaba estupendamente, y en cuanto mi amiga le habló de Raphael insistió en conocerle. Saludé, un poco tímida, pero me ofrecieron una silla enseguida.

-Y entonces...-estaba diciendo Raphael, hablando de una discusión con una de sus antiguas profesoras de matemáticas. Todos nos estábamos partiendo de risa, y yo había conseguido apartar a Gideon de mi mente, al menos por el momento. Realmente no estaba segura de que lo hubiera apartado yo o no fuera más que el instinto de supervivencia de mi mente, que sabía que si lo pensaba mucho me iba a aplastar.

Al menos esta vez estaba segura de que me amaba.

-Eh, chica del pajar, creo que alguien ha pensado mucho en una conversación con una chica en un oscuro callejón-dijo Xemerius. Sin entenderlo, le miré, y vi que estaba señalando hacia la puerta.

Era Gideon, obviamente. Aún más mojado que yo cuando llegué al restaurante y con la misma expresión pálida y seria que yo.

Los demás de la mesa se quedaron callados, mirándole sin entender nada. Una camarera le ofreció una mesa, pero él la declinó con una sonrisa distraída y continuó caminando hacia nosotros. Las expresiones de los demás fueron desde el desconcierto hasta la furia en el bcaso de Leslie, y desde la incertidumbre hasta la incredulidad en el caso de Raphael. Anna le susurró algo a Leslie en el oído, mi amiga asintió, y su expresión también pasó a ser incrédula. Cuando Gideon llegó a la cabecera de nuestra mesa, todo el rato seguido con la mirada por los cinco, por fin procese la información. Pero, ¿qué demonios estaba haciendo allí? ¿No le había dejado claro que o me hacía la promesa o me dejaba en paz? ¿Es que tenía que estar allí para torturarme incluso cuando por fin habían sido capaz de decirle que me dejara tranquila? Desde luego, ese chico era mi demonio personal.

-¿Te traigo una silla y una toalla o un tornillo, a ver si sustituye a ese que sin duda has perdido en la cabeza, hermanito?-preguntó Raphael. Me connmovió que me defendiera incluso de su propio hermano, aunque suponía que tenía que ver más con Leslie que conmigo.

No dije nada, me limité a mirarle fijamente. Xemerius hizo un comentario, pero ya no lo escuché.

-¿Bailas conmigo?-preguntó Gideon, tendiéndome la mano. Apenas fui consciente de la mirada escandalizada que cruzaron Leslie y Raphael a mi espelada, entes de tomarle la mano y levantarme, dejando olvidada la chaqueta de Raphael sobre el respaldo de la silla.

DIAMANTE -borradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora