DIAMANTE -borrador

capítulo 25

Y es que a las personas nos gusta mentir, incluso cuando debemos hacerlo con nosotros mismos. ¿Por qué fingir cuando sientes que vas a desfallecer? A veces los humanos no tenemos sentido.
De Aquarelle moi, de @NoelStephanie .

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Desperté cuando los mareos ya habían comenzado, apenas teniendo tiempo para agarrar los libros antes de volver a saltar. Por eso aterrice sin gracia a un par de metros de Mr Marley-el hecho de que siguieran adjudicándole tareas a ese inepto dejaba muy claro el nivel intelectual de los Vigilantes-, quien se sobresaltó, pegando un cómico brinco hacia atrás.

-¡Señorita Sepherd!

-Mr Marley...

Miré detrás de su hombro esperanzada. Pero no, Gideon tampoco estaba allí. Mientras Mr Marley rellenaba la ficha del día en el sempiterno cuaderno, mi móvil soltó un par de pitidos al recuperar la cobertura. Mensajes. Genial.

Pero ninguno era de Gideon. Y salía el doble tick azul. Lo había leído y no había contestado.

Se lo dije a Leslie, sin hacer caso de sus mensajes anteriores, preguntándome que qué tal con mi piedrecita brillante-cómo se le había pegado eso de una criatura a la que ella siquiera veía, no lo sé-. Esos mensajes no hicieron más que encoger aún más mi ya de por sí estrujado corazoncito.

Y aún así mantuve las esperanzas altas mientras subíamos los eternos pasillos de Temple. Como era de esperar, Gideon no apareció, y cuando tío Falk me dijo que se había ido a su casa hacía rato, que tenía cosas importantes que hacer, mirándome con cara de asco, mi corazón volvió a tirarse desde un barranco, reventando al llegar al fondo.

Y lo único en lo que podía pensar era un enorme ¿por qué?

Cuando por fin llegó Leslie a casa, armada con una enorme bolsa de ropa, tan grande que cualquiera diría que se venía a vivir y no a pasar una sola noche, yo ya llevaba un par de horas ahogando mis penas en una enorme jarra de té con miel y limón. Aunque Xemerius habían aparecido y estaba haciendo todo lo posible por consolarme, me seguía sintiendo fatal. Como antes, pero peor. Ahora me sentía utilizada, además de engañada y herida y estafada y mil cosas más. Ninguna agradable, lo adelanto.

Leslie me abrazó, y enseguida estaba insultándole y prometiendo vengarse de millones de formas. Y yo, agotada y destrozada, no pude sino echarme a llorar sobre su hombro. Para eso están las amigas, ¿no?

Cuando dejé de llorar sobre Leslie y Xemerius (el pobre hizo todo lo posible para abrazarme, pero, obviamente, me atravesaba siempre), Leslie empezó a bombardearme a preguntas. Me había consolado, pero ella misma no sabía muy bien por qué.

-¡Pasa de mí! ¿Por qué? Primero me dice que me ama y me consuela, me pone en contra de los Vigilantes y luego pasa de mí completamente! ¡No hay derecho!

-No, no lo hay. Desde luego que no..

A la mañana siguiente, lo primero que hice fue sacar el móvil. Tal vez me había escrito algo. Pero no. Nada. En el colegio, Leslie habló con Raphael mientras yo estaba en el baño. El pobre chico se mantuvo alejado de nosotras durante todo el día, probablemente a instancias de mi amiga. Y, en el recreo, Leslie intentó hacerme olvidarlo. Claro que llevábamos tanto tiempo metidas en problemas que ahora, hablar de libros o de películas se veía aburrido. Y ahuyentó a Xemerius, que se fue sin decirme adónde, aunque por la expresión seria y marcial que tenía al despedirse, tenía cierta idea. Cuando no llegó por la noche, mi hipótesis quedó casi comprobada. O había ido a espiar a Gideon, o se había vuelto a Holy Trinity, lo cual era casi imposible.